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La mujer que perfumó el mundo con aroma a San Luis

Un 2 de septiembre, pero de 1913, nacía en Concarán Dora Delia Ochoa de Masramón. Una mujer que con su mirada rural se dedicó a estudiar su tierra, analizando la naturaleza con detalle científico. Descorrió los enigmas del mundo de las aves, describiéndolos con alegría y belleza. Sus alas crecieron y llegó con su vuelo a mostrar el folclore y la idiosincrasia de su gente, todo salpicado con poesía.

Ilustración de Dora Ochoa de Masramón en el museo de San Luis.
Actualizada: 02/09/2016 19:55
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Dora Ochoa de Masramón ejerció la docencia primaria y secundaria, y desarrolló una intensa labor en la investigación de la ornitología, de la antropología y del folclore sanluiseño.

"Ella era multifacética. Comienza siendo maestra rural, aficionada a la ornitología en su ratos libres, se interioriza tanto que su hobby lo lleva a un nivel científico, más serio", relata, en una entrevista realizada en 2013, Gabriel Masramón, nieto de Dora.

Los que la conocieron la describen como una mujer curiosa y reservada, vio los secretos de su valle y se los contó al mundo. "Cuando conocí a Dora, hacia el año ’70, ella tendría sus 60 años, estaba en el apogeo de su obra, estaba redondeando, concluyendo, una obra que hacía veinte años que realizaba silenciosamente, en forma absolutamente autodidacta", relató su nuera, Bomchi Masramón.

En el centro de la ciudad, en la esquina de Ayacucho y Colón, se encuentra emplazado el museo que lleva su nombre, allí se exhiben muestras y se realizan eventos durante todo el año. "Dora representa para nosotros los puntanos una mujer admirable, impecable en su trato, en su gesto, muy dedicada a sus estudios, su amor a San Luis y a su Concarán", añadió Raúl Gómez, encargado del museo.

Leyendas, adivinanzas, coplas, canciones, cantares, relato de juegos como las rondas, saltar la piola o la pallana; también de fiestas religiosas como la de Nuestro Señor de Renca, Nuestra Señora de los Dolores o la Virgen de las Libranza. Describía en sus relatos ritos como los entierros, novenas y fiestas. Dora veía a su tierra con un alma inquieta y poética.

"Yo la conocí en el año ’81, en la época cuando era Dirección de Cultura y el entonces director Mario Cecil Quiroga Luco era amigo de Dora y la invitaba frecuentemente a dar charlas, conferencias. Era una mujer frágil, chiquita pero de una gran fuerza espiritual, intelectual", describió Raúl Gómez y sumó que era "humilde, sencilla, llena de sabiduría, era chiquita pero era una grande".

En 1957, su trabajo “Cien aves de San Luis” mereció el premio de la Dirección de Cultura de San Luis. La Dirección de Cultura de la Nación le otorgó el Premio correspondiente a la Región Centro a “Folklore del Valle de Concarán “, obra que luego fue publicada con el auspicio del Fondo Nacional de las Artes, organismo que también le otorgó una beca para investigaciones folklóricas.

Presentó estudios en las Jornadas de Estudio e Investigación Folklóricas organizadas por el Centro de Investigaciones Folklóricas “Dalmiro S. Adaro” y ponencias en los Congresos de Folklore Cuyano realizados en San Juan y Mendoza. En 1967 en el II Simposio Internacional Americano de Arte Rupestre Huanco, Perú, llevó el trabajo “El Arte Rupestre en el nordeste de San Luis” y en 1970 en el 39º Congreso Internacional de Americanistas, realizado en Perú se refirió al tema “Vigencia de los Romances de San Luis”.

Su capacidad literaria le ha permitido desarrollar obras de carácter lírico como narrativo y dramático, como así también obras destinadas específicamente al público infantil. Entre sus publicaciones se destacan “Folklore del Valle de Concarán”, “La víbora mamona”, “Cantares de la tradición puntana”, “Catilandia”, “Villancicos en la voz de la tierra” , entre otros.

"El criollo del valle de Concarán no ha podido sustraerse jamás de su condición de soñador. Su mundo circundante es la poesía; idealiza cada acto de su vivir con absoluta prescindencia del materialismo de sus necesidades. Es feliz si sólo tiene una guitarra para cantar las penas o alegrías, más penas que alegrías, pues, una ancestral tristeza le oprime el alma, como si gozara con la misteriosa existencia de su dolor: Hay penas y contrapenas / todo es penar para mí; / antes penaba por verte, hoy peno porque te ví.

Dora con sus artículos, publicaciones y libros hizo conocer a San Luis en el mundo. Su espíritu aún hoy se respira en el vuelo elegante de un halcón blanco, se agita en el aire del Valle de Concarán y trae historias de otros tiempos perfumadas con piquillín y coronadas por el múltiple canto de la calandria real.

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