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Diagnóstico temprano, tratamientos y concientización en el Día de la Sordera

Hoy se conmemorase el Día Internacional. elchorrillero.com indagó sobre la detección de pérdidas auditivas en niños y adultos mayores, tratamientos necesarios y a tiempo y leyes que los amparan.

Se conmemorara por el primer Congreso de la Federación Mundial de Personas Sordas que se celebró en septiembre de 1951.
Actualizada: 28/09/2016 18:16
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Además, se consultó qué alertas deben tener en cuenta los padres y cómo se puede contribuir como sociedad a su integración para una mejor calidad de vida y desarrollo social. La licenciada en Fonoaudiología, Lourdes Molina, opinó sobre el tema.

El Día Internacional de la Sordera comenzó a celebrarse el 28 de septiembre de 1958 para conmemorar el primer Congreso Mundial de la Federación Mundial de Personas Sordas que se celebró en septiembre de 1951.Se suele celebrar los últimos domingos de cada mes de septiembre.

A pesar de qué todas las personas hablan de sordera e hipoacusia como sinónimos en realidad no lo son. “La mayoría denomina a quienes padecen problemas auditivos como personas sordas pero esto no es correcto”, distingue Lourdes Molina quien se desempeña en un Centro de Atención Primaria de la Salud de la ciudad de San Luis.

Lourdes Molina se desempeña en un Centro de Atención Primaria de la Salud de San Luis.

Más adelante se explaya que “si profundizamos podemos entender que la diferencia radica en que la hipoacusia se refiere a una disminución de la capacidad auditiva, es decir una disminución para poder oír los estímulos sonoros”.

Cuando se habla de hipoacusia se hace referencia a una pérdida auditiva que no supera los setenta decibeles. Ésta es la unidad de medida que los fonoaudiólogos utilizan con los diferentes aparatos con los que cuentan para medir la audición.

“La hipoacusia va de una disminución leve a una severa, es decir que el paciente escucha menos que el resto”, apuntó.

“Cuando nos referimos a una persona que padece una sordera es que no oye, su pérdida auditiva supera los setenta, ochenta, noventa o más decibeles, entonces no oye sonidos sino que percibe sólo vibraciones”, explicó Lourdes y añadió que en cualquiera de los casos la persona afectada, dependiendo del grado de hipoacusia, puede mejorar su calidad de vida con el uso de los audífonos o de un implante coclear.

Las personas sordas utilizan el sentido de la vista como su principal medio de comunicación, ayudándose muchas veces de señas o de lectura labial. “En ese caso el uso de audífonos no sería eficaz como en la hipoacusia, entonces una de las soluciones más viables podría ser el implante coclear y ya esa decisión queda finalmente en manos del médico otorrinolaringólogo”, indicó Molina.

El implante coclear es un producto sanitario implantable activo de alta tecnología que consiste en un transductor que transforma las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo. Estas señales son procesadas mediante las diferentes partes que forman el implante, algunas de las cuales se colocan en el interior del cráneo y otras en el exterior. Ayuda a escuchar y puede ser utilizado para personas sordas o que tengan muchas dificultades auditivas. No es lo mismo que un audífono, pues es implantado quirúrgicamente y funciona de manera diferente.

Las hipoacusias pueden tener diferentes causas, si es genética o hereditaria, estamos hablando que ya está presente al nacer, es decir es de tipo congénita o puede desarrollarse también posteriormente. Puede ser adquirida durante el embarazo, en el momento del parto o después del nacimiento del bebé. Pueden ser producidas por infecciones maternas, por ejemplo durante el embarazo, si la mamá sufre toxoplasmosis, citomegalovirus, rubeola, entre otras enfermedades infecciosas. También puede que el niño nazca prematuro, de bajo peso y esto influye en la audición.

Otros de los factores que incide en la aparición de esta discapacidad es el consumo de medicamentos ototóxicos que afectan en algún punto el aparato auditivo a nivel neural. “También hay que prestar atención cuando los niños padecen otitis a repetición porque esto puede terminar dañando la audición”, explica la fonoaudióloga y suma que la otra cosa es cuando el bebé nace con un síndrome, esto ya es de herencia genética, esto puede afectar la audición, entre otros síntomas observables.

Con respecto a la detección de los bebés con pérdidas auditivas, en la Argentina está la Ley 25.415 en la cual se estableció el derecho de todos los recién nacidos a que se les realicen estudios auditivos y se le brinda el tratamiento oportuno si es que se lo necesita.

“El objetivo primordial de esta ley fue garantizar la detección temprana de las hipoacusias en todas las maternidades más que nada en el sector público, por ejemplo acá en San Luis en la Maternidad ‘Teresita Baigorria’ se realiza un estudio que se llama otoemisión acústica que las mamás si lo leen en la libreta de salud van a leer las siglas OEA, esto se efectúa a todos los bebés antes de darles el alta del hospital. En el sector privado todavía resta promoverlo un poco más a este estudio”, reflexiona la profesional.

En el CAPS en el que trabaja Molina cuentan con equipos para llevar a cabo el seguimiento del normal desarrollo auditivo en los niños y esto se realiza a partir de los nueve meses de vida. “Usamos un reactómetro pediátrico y nos ayuda a detectar problemas auditivos cuando el bebé ya es un poquito más grande”, expone.

En referencia al aprendizaje, describe que cualquier tipo de hipoacusia puede dar lugar a problemas en el normal desarrollo del aprendizaje y cognición de los niños y de hecho también en la conducta. Esto puede visualizarse también en los primeros años.

“Se nota que a los niños les cuesta mucho enfrentarse a la creciente complejidad que ellos viven en el desarrollo del lenguaje. Las interacciones sociales también se ven dificultadas precisamente porque no pueden escuchar bien a su interlocutor y mucho menos expresar lo que ellos están pensando”, se explaya sobre el concepto y dice que son situaciones en las que ellos se sienten excluidos.

También la licenciada remarca la importancia del diagnóstico a tiempo para aumentar las posibilidades de un desarrollo normal, en todo su potencial. “La buena noticia es que hay tratamientos eficaces para cada caso en particular y con una intervención temprana se puede superar en gran medida las desventajas, es decir que pueda ir al colegio, desarrollar su inteligencia y cognición, que pueda hablar y desenvolverse en una vida social”.

La fonoaudióloga señala algunas alarmas que los papás deberían tener en cuenta. Por ejemplo en el caso de los bebés si hay ausencia de reacción a ruidos sorpresivos, o si no reacciona ante la voz de la mamá, si no busca el origen del sonido girando la cabeza, o si tiene otitis a repetición, cuando quiere comunicarse y hay demasiados usos de gestos y señas. “Generalmente los primeros en sospechar de alguna discapacidad auditiva en los chicos son los papás, así que nosotros como profesionales tenemos que escucharlos cuando vienen preocupados por la audición de su hijo”.

La profesional afirma que lo ideal cuando surgen este tipo de inquietudes es realizar una consulta con el médico otorrinolaringólogo o con un fonoaudiólogo “porque a veces los pediatras por tranquilizar a los papás les dicen que no se preocupen, que es normal y en realidad, a veces, perdemos un poco de tiempo por esas opiniones”.

Los niños hipoacúsicos pueden aprender la lengua de señas que es un lenguaje visual y espacial porque yo necesito utilizar mis manos y ver las manos de mi interlocutor. “Lo incorporan casi de manera natural y se valen de ella para poder explicar y expresar sus ideas; las personas que los rodean deben saber este sistema de signos o tener la ayuda de un intérprete”, manifiesta y agrega que otro método es el de la lengua oral donde se utiliza los restos auditivos que tengan los niños que aún escuchan un poco, éstos se estimulan y se consigue la producción de sonidos básicos y puede expresarse mediante el habla.

A modo de análisis y reflexión, Lourdes cree que lo que tienen que entender los padres, aunque puede que tengan que tomar decisiones difíciles, es recordar que el tratamiento temprano representa una enorme diferencia en la vida de su hijo.

“A veces es difícil enfrentarse al diagnóstico y generalmente caen en el error de dejar de hablarles y eso no tiene que pasar cuando tenemos un chico que es sordo o hipoacúsico uno de los mayores estímulos es el habla, mirarlos, los gestos, las caricias, demostrarles que están inmersos en la familia. Es una forma de ayudarlos en su desarrollo cognitivo porque en definitiva todos los sentidos nos ayudan a desarrollar nuestra inteligencia, entonces si se perdió solamente la audición no debemos perder de vista el resto de los sentidos que son tan importantes”.

La hipoacusia en la tercera edad se define como presbiacusia, se refiere a la pérdida de audición relacionada directamente con la vejez. Afecta a los adultos mayores de 65 años, el tratamiento principal es la indicación de audífonos, “las personas que los utilizan mejoran mucho sus relaciones en la vida diaria, mejor dicho las recuperan ya que pueden participar con normalidad en una vida social, recuperan el control sobre ciertos acontecimientos de su vida y esto le facilita su comunicación. Es comparable con la presbicia que es la pérdida de la visión, en ese caso los médicos indican lentes, bueno acá se soluciona con audífonos”.

Al ser consultada sobre del impacto de las nuevas tecnologías en el desarrollo social de los sordos o hipoacúsicos, piensa que “va de la mano con el desarrollo de todo tipo de aparatos que beneficien la audición, de hecho hay muchos dispositivos que nos ayudan en cuanto a la discapacidad del habla y del lenguaje para poder estimular a los chicos, como el uso de tablets por ejemplo o de aplicaciones”. Molina también señala como negativo el uso de auriculares para escuchar música que es en lo que caen mucho los adolescentes, esto puede provocar daños.

Como reflexión final le preguntamos qué le provocaba trabajar en la detección de hipoacusias. “Impacta en la vida profesional cuando nos damos cuenta que lo detectamos de forma temprana, que ayudamos al niño hipoacúsico a desarrollarse en toda su vida para que no se pierda de la comunicación verbal ni de la interacción social”.

También explica que  hay fonoaudiólogas que se dedican a enseñarles a producir sonidos. “Es una experiencia muy rica ver cómo llegaron los chicos el primer día con su implante coclear sin saber lo que es un sonido, cómo producirlo y con el paso del tiempo escucharlos hablar enorgullece y no es para menos”.

Con respecto a la tercera edad, analiza como importante  diagnosticarlos y acompañarlos, brindarles consejos para que ellos elijan el uso o no de audífonos; “debemos hacer que entiendan que los ayudará a volver a conectarse con su familia, con la sociedad, escuchar los sonidos que los rodean”.

Hacia el final, apunta: “Siempre es gratificante esta profesión porque uno se da cuenta que puede mejorar montón de aspectos de la calidad de vida del paciente no tiene precio”.

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