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Marihuana medicinal: entre la cárcel y la vida

Gustavo Coria marcó un precedente legal en la República Argentina al ser el primer absuelto por hacer uso terapéutico de la marihuana. Ahora el puntano narra su historia, en la que sus problemas médicos, las adicciones y la cárcel se contraponen con su presente de militancia por la legalización medicinal del cannabis.

Gustavo Coria es un militante por la legalización de la marihuana terapéutica.
Actualizada: 18/12/2016 15:42
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Coria se encuentra rodeado de sus compañeros de lucha que se organizaron, bajo el nombre de Asociación Libre Acción Puntana (ALAPU), desde diversos puntos de San Luis para difundir y estudiar el uso terapéutico de la marihuana.

Alapu es una organización con presencia en casi toda la provincia.

La cárcel, la justicia y la medicina

Hace algunos años Gustavo vivía una realidad diferente. El 21 de diciembre del 2009 caía preso por la Policía Federal, ya que le encontraron 3 plantas de marihuana y algunos cogollos. Luego de estar un tiempo recluido, obtuvo la libertad condicional, hasta que fue juzgado y finalmente absuelto.

Pero la particularidad del caso es que marcó un precedente legal al ser el primer absuelto del país por cultivar marihuana.  "Demostré ante los jueces que para uso medicinal, las drogas que logré sustituir con el cannabis, la más importante fue la morfina, que me habían recetado a raíz de un accidente”, señaló.

Luego de aquel siniestro vial Gustavo comenzó a recorrer consultorios médicos, de diversas especialidades, por las secuelas que marcaron su cuerpo para siempre.

“Tengo injertos cadavéricos en mi cuerpo, me realizaron un by pass gástrico y por último me diagnosticaron hepatitis E, que me contagié mientras me dializaba en el Hospital de San Luis, por todo esto empecé a consumir fármacos”, relató el hombre al recordar las principales consecuencias físicas y su consecuente deambular por diferentes nosocomios que tuvo que padecer.

En su peregrinaje por consultorios kinesiológicos, psiquiátricos, psicológicos, neumólogos y clínicos probó con diferente suerte el uso terapéutico del cannabis. Algunos doctores no consintieron este tratamiento alternativo, pero también recibió apoyo y recomendaciones de especialistas para complementar con marihuana su rehabilitación integral.

“En 2005 con el kinesiólogo, Darío Villalba, leímos algunos informes de universidades de Inglaterra que probaban con el cannabis medicinal para casos de artritis y artrosis en los que tenían buenas perspectivas”. De esta forma Coria comenzó a investigar tratamientos médicos con los que recuperó su funcionamiento orgánico y físico.

Fueron los primeros beneficios concretos que percibió en su cuerpo: “en el 2006 me hago un estudio por la hepatitis E y el resultado fue que tenía el hígado dos o tres veces menos graso que antes de fumar cannabis”.

El hombre ejemplificó otra de las razones que le hicieron optar definitivamente por el tratamiento: “lo bueno que tiene la terapia con marihuana, es que no tiene residuos patológicos como las drogas químicas, además los calmantes fuertes me terminaron estallando en hemorroides”.

“Cuando comencé con el cannabis, mi parte funcional orgánica volvió casi toda de nuevo a la normalidad”, agregó Coria y reconoció que “aunque la marihuana no tiene la potencia de la morfina, me calma los dolores”.

ALAPU

Gustavo Coria contó cuales son los objetivos que persiguen desde la Asociación Libre de Acción Puntana: “somos personas de toda la provincia que nos unimos por una cuestión terapéutica”.

El 8 de diciembre marcharon por la legalización y contra el narcotráfico. (Foto: Dr. Rock).

“En nuestra agrupación tenemos gente que no fuma marihuana porque tienen niños, pero les dan aceite o gotas, que los mejoran increíblemente”, añadió.

“Las convulsiones que tienen los chicos con epilepsia bajan de trescientas por día a dos o tres con el aceite cannabico”, detalló.

Aparte de los niños, personas con enfermedades terminales recurren a este tipo de tratamientos. El militante explicó que “por ejemplo, se acercan hombres y mujeres que padecen cáncer y con la marihuana mejoran su calidad de vida, tal vez no se salven, pero pueden dormir y cortar el dolor, además les mejora el humor aunque sean sus últimos días o meses”.

“Todavía no tenemos estudios científicos para comprobar, por ejemplo cuántas gotas de aceite cannabico se necesitan para tal o cuál caso. O si conviene manteca o vaporizador”, se lamentó Coria por los obstáculos legales que complican a los estudiosos.

Marihuana y narcotráfico

La problemática de la venta ilegal es un eje primordial que también preocupa a los militantes terapéuticos.

Coria comparó la actual prohibición con la Ley Seca norteamericana de la década de 1920. “En EE.UU, el mafioso, Al Capone era el único que hacía plata”, resumió para explicar que con la legislación vigente solo se benefician los narcotraficantes.

“Salvando las distancias porque el alcohol es todo lo contrario, médicamente, a la marihuana”, aclaró.

Desde Alapu argumentan que “tiene que tomarse una decisión política, nosotros pensamos que si cada persona pudiera tener su propia planta se acabaría, o disminuiría drásticamente, el narcotráfico porque no habría a quien venderle”.

Otra de las aristas que se desprenden de la ilegalidad afecta el ámbito de la justicia. En la agrupación puntana manifiestan que “hay miles de chicos que están presos por una piedrita de marihuana o tres ‘porros’, que atrasan a la justicia y se gastan recursos en ‘perejiles’ que nada tienen que ver con los grandes mafiosos de la droga”.

Coria concluyó que con el autocultivo “descomprimiríamos significativamente el sistema penitenciario y judicial”.

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