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Monseñor Martínez transmitió su saludo a feligresía de San Luis por la Navidad

El obispo Pedro Martínez Perea destacó que “el gran misterio de la Navidad es el encuentro con el Niño Jesús que nos visita, abriéndonos a la vida eterna”, y llamó a reflexionar que “ello demanda nuestra acción de gracias y nuestro compromiso de vida”.

El obispo, Pedro Martínez Perea pidió a los feligreses que "la Navidad sea el inicio de una vida nueva".
Actualizada: 23/12/2016 20:35
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El obispo invitó a meditar sobre el profundo misterio de la Encarnación, que “no a todos les ha sido dado acoger y entender”, y pidió que “aprendamos a reconocer y a adorar al Niño Jesús que es Dios”.

Martínez explicó que contemplar este misterio implica “realizar una acción de gracias, porque Dios se acordó de los hombres, no los abandonó en medio del pecado, no los dejó sin esperanza”.

El prelado remarcó que cada uno, en primera persona, puede tener una confianza plena: “Dios se ha acordado de mí, aún cuando nadie más lo haga”. Por eso, “la Navidad entraña un compromiso con el que me amó y se entregó por mí, caminando desde Belén hasta el calvario para resucitar victorioso”.

Este compromiso personal con Jesús, también es “un compromiso con la Iglesia y con los demás”, destacó el obispo.

“Jesús ha nacido en el pesebre de Belén porque nos ha amado, aún cuando éramos pecadores. Eso debe llevarnos al compromiso de reformar nuestras vidas, de vivir cristianamente en todos los ámbitos -en el orden privado y en el público- y de ayudar a los demás en todo lo que se pueda”.

Un recuerdo especial hizo Monseñor Martínez Perea por los cristianos perseguidos. “Pensemos en todos aquellos que en estas fiestas no celebrarán, o lo harán bañados en lágrimas porque viven medio de bombas, han perdido a sus seres queridos, ven a su hijo morir en sus brazos por el solo hecho de ser cristianos”.

El obispo pidió a los feligreses que “miremos el futuro con esperanza, que la Navidad sea el inicio de una vida nueva, porque sólo viviremos en paz si damos gloria a Dios amándolo” en cada una de las tareas que nos toca desempeñar e instituciones que nos congregan.

Finalmente, impartió su bendición implorando “a la Virgen María que, como madre lo llevo en sus entrañas y preparó el pesebre con lo poco que tenía, que nos enseñe a preparar el corazón”.

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