Una visita guiada por el penal en un año donde se profundizó la superpoblación
La Penitenciaría Provincial recibió en 2016 cerca de 300 nuevos detenidos y las instalaciones son habitadas hoy por alrededor de 700 personas. Antes de Navidad los familiares de los internos pidieron mejores condiciones de alojamiento y también que la Justicia acelere las causas. En medio de los cuestionamientos, las puertas se abrieron a la prensa. ¿Cuáles son las historias detrás de las rejas? ¿Cómo viven las personas privadas de la libertad?
Las autoridades del Complejo Penitenciario Nº 1 de la ciudad de San Luis confirmaron que existe sobrepoblación, pero que además “existe una cultura del vandalismo” que no se puede erradicar. “Esto hace que constantemente tengamos que estar reponiendo los sanitarios. En la Unidad de Mujeres los sanitarios son los originales, casi en su totalidad”, dijo el director del penal, Ernesto Sáez.
En medio de la crisis planteada por un grupo de familiares de los internos, la Penitenciaría abrió las puertas a los periodistas de San Luis y guió un recorrido por los pabellones de las distintas unidades y talleres de esparcimiento.
En los días de huelga de hambre, en la Unidad Nº 2 de procesados mayores, se registraron incidentes que terminaron con la quema de colchones y algunos heridos. “Estas situaciones suelen presentarse en esta época de Navidad cuando los internos están más ansiosos”, contó Segundo Giménez, responsable de la Unidad.
Allí viven 256 presos que esperan por la resolución de sus causas, y son custodiados por siete penitenciarios por turno. A ese sector, al que los periodistas pudieron acceder, pertenecían los seis internos que trasladaron por su conflictiva conducta a la cárcel Pampas de las Salinas.
Un día a la semana a las 11 de la mañana, los que tienen buena conducta están trabajando en algún taller que busca mantenerlos ocupados y aprendiendo algún oficio, y los otros en los pabellones, esperando que termine un nuevo día. Allí son los únicos responsables de cuidar el orden en el que viven y también del edificio.
Cada celda, que tiene espacio para una persona, la habitan dos internos (uno duerme en el piso). Adentro tienen inodoro y lavamanos, que deben mantener limpios con los artículos de limpieza que les proveen. Las duchas están en otro sector del pabellón y son comunitarias. Tanto en la celda como donde se bañan, hay sectores donde faltan azulejos: “Los sacan y los utilizan como un elemento cortante para herir a algún compañero”, contó un agente penitenciario.
Miguel Escudero es uno de los internos que trabaja en el taller de carpintería. Es peluquero y está allí cumpliendo una pena de 13 años por una causa de homicidio. Lleva dos años y medio encerrado y desde hace cinco meses se sumó a la tarea de tornear maderas y armar muebles. “Soy peluquero, así que siempre estoy ocupado cortando el pelo a los internos. Esto es bueno porque te saca del encierro y mantiene tu cabeza ocupada”, le contó a elchorrillero.com.
“No es fácil salir, no a cualquiera le dan esta posibilidad. Hay muchos que no salen, y estar adentro es difícil. No hacer nada lleva a que se produzcan problemas en el pabellón. Vivimos regular, están muy llenos los pabellones y faltan las comodidades”, resaltó.
En la Penitenciaría, los presos tienen la posibilidad de desarrollar diferentes talleres. Y así pueden hacer música, que posibilitó la creación de una banda, pintura, jardinería, serigrafía y deporte. Pero el complejo tiene una escuela donde los internos pueden culminar sus estudios.
Gabriel Fernández terminó el secundario en la cárcel y por el gran nivel académico con el que terminó, fue premiado con la beca Bandera Argentina que otorga el Estado provincial a los abanderados y escoltas de todas las escuelas sanluiseñas.
En estos más de dos años y medio que lleva esperando resolución a su causa por homicidio, decidió ponerse a estudiar. Ahora que culminó los estudios secundarios piensa seguir el nivel universitario y aprovechar el sistema online que se ofrece. “Quiero seguir Higiene y Seguridad, porque antes de estar acá trabajaba en una fábrica”, les contó a los periodistas.
La cocina del penal tiene 19 internos trabajando en diferentes turnos para preparar más de 650 viandas, comunes y de dieta especial. La cocina trabaja de lunes a lunes y con un menú semanal que incluye hamburguesas, bifes y pollo con papa. Este último fue el plato elegido para compartir la Nochebuena.
Sergio Zapata, es un interno condenado que cada día participa de la elaboración del pan, de las facturas y las tortitas, del pan dulce y el pan de miga. También contribuye con la limpieza y dice que cuando dentro de un año salga en libertad se llevará el mejor de los recuerdos. De los 8 años de pena que le dieron, cinco lleva adentro de la panadería, y está a un año de conseguir la libertad.