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El elefante blanco de Quines vuelve a ser noticia

Las tierras sirvieron como cementerio antes de levantarse el balneario que pudo haber sido un espacio público modelo para su época. La agresión a un asesor de la municipalidad lo sacó del olvido. El intendente busca recuperar definitivamente el complejo.

El balneario municipal probablemente sea un símbolo de un Quines inconcluso.
Actualizada: 15/01/2017 15:56
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El agrimensor Ramón Amieva, de 71 años, denunció el miércoles que Fabián Floriani le dio “un golpe de puño en la zona de la cara, lo tira al suelo y le pega una patada en la costilla izquierda". Se hizo una exposición policial y el Gobierno municipal lo publicó en su página de Facebook.

El incidente ocurrió el miércoles 11 y rápidamente, como tantas otras veces, se  reinstaló el debate sobre el balneario en la comunidad. Aun con las serias dificultades con las que funciona esporádicamente el promocionado wifi del Estado provincial y los servicios de datos móviles de las tres compañías de telefonía celular, el tema fue comentado en las redes sociales.

La historia dice que la edificación la inició el último intendente de la dictadura, un civil ya fallecido Edgardo “Toto”  Alume (tío de los actuales diputados Augusto Demetrio y Mario Alume). Y la terminó el primer gobernante de la recuperada democracia, Ramón “El loro” Olguín, un prócer del peronismo sanluiseño cuya gestión trascendió y sentó las bases para que su partido gobernara por los siguientes 28 años.

La memoria colectiva registra que la obra civil (las dos piletas concretamente) exhibiría vicios de construcción por lo cual no se recomendaba la apertura al público. Este dato jamás fue certificado ni desmentido. Es un mito.

Se argumentó que apenas se estrenó aparecieron los dueños del predio (se adjudica la propiedad a los hermanos Ramón y Andrés Chacón) para hacer valer sus derechos sobre las tierras.

Los intendentes justicialistas que lo sucedieron prestaron menor o mayor  preocupación, pero no lograron devolverlo al uso público permanente. Algunos creyeron en las leyendas que surgieron del terreno a partir de su destino originario, por eso prefirieron potenciar otros sitios turísticos. Lo cierto es que durante años cayó en el mayor abandono.

En el medio habría un entramado judicial sin desatar todavía.

Según la intendencia, Floriani recibió a mediados de la década pasada la concesión del predio, pero ya venció el plazo de explotación.  Al mismo tiempo trascendió que el hombre se habría convertido vía judicial en dueño de las tierras.

Por encima de todo el Estado municipal alega que puede acreditar la soberanía sobre el inmueble.

Más allá de este caso que cobra entidad porque está de por medio el Estado municipal, en el norte particularmente las posesiones veinteañales son un “trámite usual o moneda corriente”  y las propiedades pasan de manos. Es un tema pendiente del que la política no habla.

Floriani no ha desmentido la agresión. Ahora, si puede probar  la titularidad porque reaccionó de una manera injustificable. Del otro lado, la intendencia por qué no tomó antes el control si es el legítimo poseedor para ponerlo en valor. Lo cierto es que las parcelas en la zona están en constante alza.

De cualquier forma, el agrimensor que después de un tiempo volvió a prestar servicios oficiales, quedó expuesto.

“El ing. Amieva Ramón Humberto de 71 años de edad, llega a una de las calles cercanas al balneario, sin ingresar al predio, acompañado por el Ing. Agrimensor Carlos Cuvertino. Una vez ubicados a la vera del canal revestido, y según lo declarado, fueron interceptados por el ciudadano Fabián Floriani, quien les dice que no miraran hacia adentro, ya que eso era propiedad privada, y a lo que Amieva responde que solo estaba sacando el replanteo del terreno”, resume el posteo oficial. A continuación se precipitó la violencia, de acuerdo a la denuncia.

La histórica crecida de la madrugada del 1 de marzo de 2015 borró para siempre de la geografía al balneario natural, orgullo del pueblo: El Muro. Aquel despojo de la naturaleza produjo un dolor que está vivo en la comunidad. Difícilmente esa pena sea enmendada para varias generaciones por más que la obra reparadora será magnífica, según anuncian.

Hace dos veranos que el pueblo carece de un sitio de jerarquía para los vecinos. Los turistas mermaron y la economía local que se mueve al ritmo del comercio, acusó el impacto.

Quizás por esa urgencia, el intendente Oscar Macías tomó la iniciativa y se muestra decidido a recobrar de una vez el balneario. En ello puede justificarse la presencia de Amieva en el complejo.

El elefante blanco, probablemente un símbolo de un Quines inconcluso, está frente a una nueva oportunidad de ser reinsertado para siempre a la vida de una comunidad.

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