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Adolfo R. Saá hace campaña dos años antes para la gobernación, en una decisión sin precedentes

Ahora se muestra también como candidato a la reelección a la senaduría. Un repaso histórico de la trayectoria de los dirigentes que rigen la vida de la provincia.

ANSL
Adolfo Rodríguez Saá quiere ser gobernador en 2019.
Actualizada: 15/05/2017 17:29
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Adolfo y Alberto Rodríguez Saá, o como los llaman acá, “el Adolfo” y “el Alberto”, constituyen una sociedad política que hace 34 años gobierna la Provincia y controlan la monolítica estructura del Partido Justicialista.

Nunca antes se había visto que se comportaran políticamente como lo están haciendo ahora. Se pararon los dos al mismo tiempo en el escenario y aparecen juntos. Verlos a ambos compartir protagonismo en una elección de medio mandato, es inédito.

Adolfo Rodríguez Saá (69) gobernó cinco veces la provincia entre diciembre de 1983 y diciembre de 2001. Fue el tiempo suficiente para lograr la hegemonía, más allá de los hechos que hicieron trastabillar la institucionalidad. Semejante continuidad le permitió consagrarse como el líder político más influyente de siglo XX de San Luis. A los 36 años fue el gobernador más joven de la Argentina y 10 años antes, fue diputado y apoderado del PJ.

Su hermano, entró y salió de la escena, según la coyuntura. En los primeros 11 años de mandato en el Senado de la Nación, formó parte y ascendió a la jefatura del poderoso bloque del PJ que supo modelar, el caudillo catamarqueño, Vicente Leonidas Saadi.

© El chorrillero

Con el respaldo popular que los ratificó sucesivamente en el pináculo del poder, construyeron el “modelo San Luis” que a juzgar por los resultados electorales es exitoso.

Convivieron con gobiernos de la Nación de turno de distinto signo, soportaron y superaron siempre las crisis. Cada vez que se plebiscitaron, salvo en las primeras legislativas en 1985, salieron victoriosos. Pero ese traspié la historia oficial no lo registra porque siempre se habla del “peronismo invicto de San Luis”.

Con la reforma constitucional de 1987 se habilitó la reelección indefinida. Ese hecho signó para siempre la dirección política, institucional y social.  Fue la llave que abrió el camino al “proyecto provincial” ya que en las elecciones de septiembre de ese año fue electo con más del 50% de los votos. Atrás había quedado la crisis que derivó en los oficios del presidente Alfonsín.

Ya había indicadores oficiales que proyectaban una imagen más allá de las fronteras que seducía a inmigrantes de toda la Argentina.

En las elecciones del ´89 que permitieron a Carlos Menem subir al Gobierno nacional, en San Luis se repitió el triunfo oficialista.

En el ’91, con otra versión del peronismo instalado y afianzándose en la Casa Rosada, logró la segunda reelección.

La desafiante sentencia “la reforma constitucional es un mamarracho”  en 1993, cuando el menemismo gozaba del poder, introdujo al senador Alberto Rodríguez Saá (67) en la primera plana.

En plena discusión de la re-reelección se produjo un acontecimiento que estremeció a San Luis: El secuestro extorsivo de Adolfo Rodríguez Saá por un grupo que tenía entre sus miembros a una funcionaria, Esther Sesín (la banda fue juzgada y sentenciada en 1995). El hecho fue asociado a la determinación de Alberto de votar en contra la necesidad de la reforma. Se precipitó su renuncia a la banca y a continuación se impuso el exilio en Punta del Este.

Unas semanas antes de la conquista electoral, se sentó un precedente para prevenir eventuales tentaciones en el futuro: Ángel Ruiz fue desalojado de la lista de postulantes a diputados nacionales que integraba junto a María Antonia Salino. Fue fulminado bajo el pretexto de “haberse pasado al menemismo”. Lo reemplazó un ignoto dirigente villamercedino, Rubén Darío Rojo.

Adolfo se recompuso al ser ungido convencional constituyente en 1994.

El 72%. El porcentaje que lo catapultó a un nuevo mandato lo convirtió en 1995 en el gobernador récord. El batacazo se celebró con una conferencia de prensa en el Salón Blanco que fue reflejada en la portada del día siguiente.

De aquel momento también quedó registrado por la prensa uno de los más tristes papeles institucionales de la oposición encarnada por la Unión Cívica Radical. El partido se “olvidó” de inscribir la fórmula a la gobernación en la Justicia Electoral provincial. El Gobierno acudió en la emergencia con una ley extraordinaria que extendió los tiempos electorales para que compitiera la fórmula Bonino-Agúndez.

Por imperio de la abrumadora mayoría oficialista, la Legislatura convalidó en los siguientes cuatro años una andanada de leyes que hicieron crujir el Poder Judicial. Un hecho que ilustra la magnitud de la embestida fue el descabezamiento del Superior Tribunal y la disolución del Colegio de Abogados.

A esa altura Alberto Rodríguez Saá, ya había puesto fin a su autoexilio.

Y un día “volvió”. Mientras el PJ terminaba de festejar el triunfo de las legislativas de octubre del ´97, tomaba forma el Partido Unión y Libertad que lo reconoce como inspirador. Dio un portazo en la cara a los dirigentes (salvo el gobernador, hubo asistencia perfecta de congresales, consejeros, diputados y senadores,) en una recordada reunión que tuvo lugar una siesta en el taller de Payné. Fue literalmente un monólogo. Les dijo: “El Partido Justicialista de San Luis ya no representa al pueblo”. Y los notificó que se iba del PJ. En febrero del ´98 fundó el PUL en el Salón Mercosur del Hotel Potrero de los Funes y arrancó inmediatamente el éxodo hacia el que “siempre será el partido del futuro”. Nació con representación parlamentaria (Bailac, Lemme y Pérez que habían sido electas por el PJ se mudaron al “partido hermano”).

La quinta reelección. En pleno escalamiento de la Alianza (UCR-Frepaso), Rodríguez Saá desdobló la elección de 1999 que mantuvo en vilo a la provincia la noche del 12 de septiembre. La fórmula opositora con el boca de urna en la mano se apuró a anunciar una victoria que no ocurriría.  En la presidencial del 24 de octubre en la provincia ganó la fórmula De la Rúa-Ávarez y en la intendencia de la capital, fue reelecto Carlos Ponce que reestrenaba su rol de opositor. El candidato oficial que se quedó sin jefe de campaña porque el gobernador emprendió un viaje con docentes a Europa, salió último.

En el 2000, Alberto retornó al Senado y se diferenció del bloque peronista. La fase se estiró hasta el año siguiente.

Enfrentado con Ponce y el PUL en pleno auge, la crisis del  PJ era indisimulable. El Gobierno terminó el año perturbado tras la marcha del 18 de septiembre que sepultó el proyecto de división de la capital en “cuatro ciudades”.

El 24 de febrero de 2001 Alberto Rodríguez Saá entró como jefe de Gabinete de ministros y “peronizó” la gestión con dirigentes que renunciaron a sus bancas en el Congreso y otros que habían sido desplazados. El Gobierno que administraba con los manuales de “Política Fiscal” de los ´90, hizo un giro copernicano para convertirse hasta los comicios de octubre en omnipresente con medidas de fuerte impacto en el electorado, recuerdan los apuntes periodísticos. Dio sus frutos porque el resultado, invitó a soñar.

Adolfo Rodríguez Saá emergió como referente del club de gobernadores de las provincias chicas y fue designado presidente del Consejo Federal de Inversiones, un instituto conformado por el conjunto de los distritos que tuvo un efímero esplendor.

La presidencia. El 23 diciembre la Asamblea Legislativa lo designó presidente de la Nación, tras la caída de Fernando de la Rúa. Juró en medio de una crisis que conmovió los cimientos de la república. Alberto fue el jefe de Gabinete en la sombras. Renunció siete días después denunciando un complot y falta de apoyo de sus ex pares.

En 2003 fue candidato a presidente y su compañero de fórmula fue el fallecido dirigente radical, varias veces intendente de San Isidro, Melchor Posse. Se ubicó en cuarto lugar, detrás de Menem, Kirchner y López Murphy.

De vuelta a San Luis, a los pocos meses fue electo diputado Nacional.

Su hermano se hizo cargo de la gobernación, al vencer el 27 de abril a una oposición atomizada y huérfana de líderes (meses antes la mayoría de los intendentes y un grupo de diputados en una pirueta vaciaron la UCR dejándola casi sin representación institucional y se alistaron en el PJ. Hoy algunos de ellos todavía son intendentes por Compromiso Federal). Sucedió a Alicia Lemme que estaba al frente del Ejecutivo desde diciembre de 2001.

El Plan de Inclusión Social, la doble intendencia y una serie de medidas que provocaron la reacción popular encabezada por la Iglesia Católica y los docentes, caracterizaron los caóticos meses iniciales. En los días siguientes a la represión del 30 de abril de 2004, el Gobierno tambaleó. Adolfo de escasa presencia en la vida institucional hasta ese momento, reapareció para apuntalar a su hermano.

Salió de la emergencia y llamó a una consulta popular para saber quiénes estaban a favor y en contra del plan que contenía a 50 mil personas desocupadas. Esencialmente sirvió para legitimar al gobernador.

En las legislativas de 2005 obtuvieron un triunfo sin atenuantes. Adolfo renunció a la diputación nacional para transformarse en candidato a senador Nacional. Las listas de las categorías provinciales y municipales del PJ fueron pobladas de trabajadores del PIS.

En 2007, se sostuvo la primacía absoluta en un comicio que no hubo oponentes de entidad. Las fuerzas opositoras tradicionales desistieron de la lucha porque no acordaron una fórmula. Alberto fue reelecto en agosto e hizo su primera incursión como aspirante presidencial.

20 años después el artículo 147 de la Constitución fue ajustado. Impulsó una enmienda que da derecho a dos períodos consecutivos al gobernador y trasladó la sede del Ejecutivo. El Bicentenario de la Revolución de Mayo se conmemoró con el Complejo Administrativo Terrazas del Portezuelo que significó la despolitización del microcentro puntano.

“Un cambio y seguimos”. En 2011 el electorado votó tras 28 años a un peronista como gobernador que no era Rodríguez Saá. Al promover a Claudio Poggi, parecía que el Partido Justicialista iba a producir la prometida renovación. Transitaba la luna de miel en la gestión cuando llegó la primera estocada de su predecesor. Su desafío fue demostrar que un tercer dirigente podía llevar el timón de la Provincia por aguas seguras. En 2013 ganó Compromiso Federal y en 2015 cosechó el 63% de los votos. Quedó a medio camino su voluntad de reelegirse. Dos meses después de haber terminado el mandato renunció a la vicepresidencia partidaria para fundar Avanzar. Hoy está posicionado como el principal opositor.

Ahora Alberto Rodríguez Saá transita la tercera gobernación. Y en 2019, Adolfo Rodríguez Saá quiere volver, 18 años después, a gobernar San Luis por sexta vez.

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