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“Ana es la abogada de Dios”, el recuerdo de un hombre que reclama el título de su esposa

Así definió a su esposa Alfredo Lartigue, un villamercedino que lucha para que una universidad le entregue el título de su mujer, que falleció sin tener la posibilidad de participar del acto de colación.

Alfredo Lartigue, un villamercedino que lucha para que una universidad le entregue el título de su mujer Ana Rosa Páez, que falleció sin tener la posibilidad de participar del acto de colación.
Actualizada: 21/08/2017 15:56
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Emprender un camino académico no es tarea sencilla. Quienes lo han experimentado aseguran que es una iniciativa atravesada por obstáculos y vicisitudes, que sólo se mantiene en eje por los sueños de cada estudiante.

Pero el caso de Ana Rosa Paéz, fue distintivo. Terminar la carrera de abogacía no sólo fue un recorrido de anhelos, sino también una lucha, una batalla contra el cáncer.

Si bien pudo sentir en vida la satisfacción de llegar a la meta, para cerrar la historia le faltó una pieza clave: “La entrega del título y el analítico a la familia”. La mujer falleció antes del acto de colación.

Es así que su marido decidió emprender la búsqueda del título, como una suerte de homenaje al firmamento, allí donde sus ojos se posicionaron desde la partida física.

“Es una deuda que tengo con mi señora, por el sacrificio que hizo”, expresó a elchorrillero.com, en medio de una garganta fuerte inmiscuida por el temblor de los que sufren en silencio.

La historia

Ana Rosa Páez, tuvo una infancia difícil. Lartigue detalló que trabajó desde su niñez, cuando vivía en el campo. Aquellos tiempos fueron “muy sacrificados” pero siempre perseveró el esmero de “seguir adelante”.

A los 21 años se casó y forjó la familia. Eligió como medio de vida el trabajo en un estudio jurídico reconocido de la ciudad y ese entorno, junto a la insistencia de allegados, la motivó a estudiar abogacía.

Para poder cumplir con sus tareas, optó por llevar adelante la carrera en la sede de la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ), que se encuentra en Villa Mercedes. “Como podía cursar en una franja horaria acorde a su labor, se decidió por esta alternativa”, recordó Lartigue.

El gusto por las materias a fines al área y su contexto laboral, incrementaron las capacidades que más tarde contribuyeron a su objetivo.

“Nosotros éramos dirigentes del Club Jorge Newbery en el sector de básquet. Todos los días al llegar del trabajo, íbamos a cumplir con nuestras obligaciones y regresábamos a casa a la una de la madrugada. Ella estudiaba hasta las tres, para luego arrancar el día a las siete”, detalló sobre el sacrificio emprendido.

Pero todo el camino tuvo un desencuentro: la mamá de Páez se enfermó de cáncer. Al mismo tiempo, los médicos le diagnosticaron la misma enfermedad, situada en sus mamas.

“Cómo no quería que la madre la viera así, obvió el tratamiento. Al fallecer mi suegra decidió iniciarlos pero ya era tarde, había reducido su capacidad de vida en un 80% y la enfermedad estaba en un tercer estadío”, resaltó en medio de la nostalgia.

Alfredo Lartigue, un villamercedino que lucha para que una universidad le entregue el título de su mujer Ana Rosa Páez, que falleció sin tener la posibilidad de participar del acto de colación.

Asimismo, lejos de bajar los brazos siguió su carrera universitaria, como una carrera contra el tiempo, contra los obstáculos del destino. “Un lunes le hacían quimio, el viernes rendía, y a los días iba a trabajar, ese era su espíritu y es lo que no se valora”, aseguró.

Con el paso del tiempo, la enfermedad fue deteriorando su salud al punto de generarle una metástasis en los huesos. Por tal motivo, la trasladaron a la ciudad de Río IV, donde se contagió neumonía, dolencia con la que luchó hasta sus últimos días.

“Nada la frenaba, ella estaba internada, con oxígeno y todo el panorama que vivencia un enfermo terminal, pero siempre con su notebook contestando dudas de sus compañeras de estudio, amigas o requerimientos del trabajo”, expresó para definir la personalidad de su compañera de vida.

El 4 de marzo de 2016 pudo concluir la carrera, llegando a convertirse en abogada, pero por aquellas circunstancias que no se buscan comprender, cerró para siempre los ojos a los 42 años. Y el acto de colación se quedó sin una egresada.

La llave que cerrará el sueño

La institución hizo entrega de un documento que certifica la finalización de los estudios, pero “sólo es un papel administrativo”, mientras que la familia desea el título y el analítico.

“No es un capricho, todo el sacrificio lo cursó con su enfermedad, es doble mérito y no puede ser que esto termine así”, lamentó mientras se tomó una pausa para “tragar” la angustia.

Lartigue quedó desbordado, sin su mujer, sin contactos ni nada que lo guiaran hacia una solución, por lo que inició una investigación para poder cerrar el sueño.

“Te juro que es como que todo se da, aparece la punta del iceberg y a partir de ahí todo cambia”, comenzó diciendo al recordar cada detalle de su búsqueda.

Él no ha tenido la posibilidad de contactarse con autoridades, pero su diálogo fue intercedido por la abogada Susana Ribeiro, una amiga de la familia que trabaja en Buenos Aires.

“Yo hice un posgrado en esa universidad, voy a llegar para ver qué se puede hacer”, le dijo la mujer en un gesto solidario. Según describió, desde la casa de altos estudios aseguraron que sólo podían informar a familiares directos y por medio de orden judicial.

Ribeiro presentó todos los papeles correspondientes, acta de defunción, certificados que acreditaban el pago del título, entre otros documentos requeridos. Al mismo tiempo, Lartigue “volvía locos” a los empleados enviado hasta “cinco e-mails por día”.

Luego de un tiempo tuvieron la respuesta, pero no la que esperaban. Les llegó un correo electrónico que detallaba: “La secretaría Académica ha otorgado en su momento una certificación, diciendo que la señora ha cumplido la carrera de abogacía”. “Me mandaron una constancia, no es por lo que estudió, no es por lo que pagó, así no se valora su lucha”, manifestó.

Luego de ese mensaje, no tuvo más respuestas, y las novedades las consiguió por una publicación del diario Clarín, donde expusieron que fuentes de la Secretaria de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación aseguraron que “están trabajando en una solución”.

Para agilizar las burocracias administrativas, crearon una petición en la plataforma change.org, en la que más de 13 mil personas firmaron su apoyo.

Un hilo de luz

Si bien el panorama familiar está anclado en la pérdida, no dejan de ver la vida con esperanza, quizá por todo lo que aprendieron con Páez, por cada ejemplo que plasmó en su paso por este mundo.

“Gracias a Dios estamos acompañados, es increíble, me ha escrito gente de todo el país, solidarizándose, aportando su gentileza, incluso me han llamado desde España y Uruguay”, describió sobre la repercusión que tuvo el caso.

“Sé que detrás de todo está Ana y por la forma en que se están dando las cosas, sé que es la abogada de Dios”, aseveró con una entereza que arremetió todas las dificultades vividas.

La nueva meta

Lartigue y su hijo Lucas, de 21 años, emprendieron un nuevo sueño. El joven estudiaba arquitectura y abogacía en córdoba, pero la pérdida le ocasionó una serie de ataques de pánico que le impidieron su estadía en la provincia vecina.

Ante ello, sigue sus estudios de leyes en Villa Mercedes. “Para él y para toda la familia, el orgullo será tener el cuadro de su mamá colgado a la par de su futuro título”, indicó.

Ana Rosa Páez ya no está físicamente, pero la búsqueda de la familia mantiene las llamas de su esencia. Una vez que la universidad entregue el documento y puedan exhibirlo, no sólo expondrán un logro, sino la profundidad y el recuerdo de la superación; de los valores, de la vida en si misma.

“Ana fue y será por siempre mi orgullo”, finalizó el hombre con lágrimas que sólo entiende la intimidad de su corazón.

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