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Una mujer denuncia que un cura la violó y embarazó a los 15 años

Fue en Resistencia, Chaco. El acusado murió en el 2012 y era jesuita. La víctima tuvo una vida marcada por el trauma. Las negociaciones con la Compañía de Jesús para obtener una reparación fueron suspendidas por carta documento.

Foto: TN
El religioso preparaba a chicas para la misa blanca.
Actualizada: 13/09/2017 19:14
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A Cristina le decían Grillito en su adolescencia, porque era menudita y morena. "Ni siquiera estaba desarrollada", explica. Vivía en Resistencia, en una familia con nueve hijos, padre policía y madre muy católica.

En 1982 iba a cumplir 15 años y se estaba preparando con un grupo de chicas de su edad para la tradicional Misa Blanca. Por eso, frecuentaba la iglesia San Javier y recibía la orientación del padre Mario, que les daba catequesis. Pero el cura iba más allá: les hablaba de su futuro como mujeres adultas, de la maternidad, del período, de cómo prepararse para las relaciones sexuales. Podía interpetarse que era un hombre de mente abierta y moderna y quería guiarlas, pero sus intenciones eran otras, consignó TN.

La Misa Blanca de ese año no llegó a hacerse. Estalló la guerra de Malvinas y muchos de los chicos de la ciudad fueron llevados a combatir. Entre ellos, un hermano de Cristina. Su mamá estaba devastada, la noticia fue recibida con intenso dolor.

Dos días después, el 4 de abril, el padre Mario le dijo que fuera a verlo a la hora de la siesta. Ella creyó que lo hacía para consolarla por su profunda angustia. Pero él le comunicó que "la iba a preparar para lo que le iba a pasar cuando fuera grande". Que lo que le iba a hacer era "una iniciación".

"Tenía la sotana puesta y empezó a besarme por todos lados. Se la abrió, me desvistió. Sacó su órgano y me lo puso en la boca. Me dijo que me estaba haciendo el amor. Cuando todo terminó, me dijo que me fuera corriendo a casa y que me bañara. También que no le dijera nada a nadie", se indigna Cristina a sus 50 años.

El cura siguió convocándola a la misma hora, hasta el 22 de mayo. Cristina tiene todo marcado en un calendario. "Me hacía ir y seguía abusando de mí. Todo empeoró, me trataba como si fuera una adulta con experiencia, penetrándome por todos lados. Yo no podía contarle a nadie".

Hace un silencio. "Yo no alcanzo a entender por qué seguía yendo, por qué obedecía… El tenía 40 años y me esperaba desnudo debajo de la sotana. Cerraba todas las puertas de la nave de la Iglesia y me lo hacía en un banco, en el piso, donde ponen el cáliz".

El destierro y la vergüenza

Cuando la madre se enteró de que estaba embarazada, le dio una gran paliza. "Sos la vergüenza de la familia. Primero el sufrimiento porque tu hermano se fue a la guerra y ahora esto". Quiso saber quién era el padre del bebé, pero Cristina no abrió la boca. "No podía decirle que el embarazo era del cura. Además no me habría creído", explica.

Soportó el destierro al campo hasta el parto y que la echaran de la casa después de tener a su beba.

"Si pudiste embarazarte, podés trabajar y terminar de estudiar sola", fue la sentencia. Ella siguió callando. "Siempre le tuve mucho respeto a mi mamá. Nunca tuve el impulso de decir la verdad hasta que ella fue muy viejita. Además, mi papá era policía, mis hermanos militares".

Cristina pasó un tiempo en casa de amigas, después vagó por la ciudad y fue secuestrada por una red de trata que la llevó a Rosario para explotarla. "Tenía que atender de 7 a 10 tipos por día. Por suerte pude escaparme", continúa.

Se recibió de enfermera y logró conseguir un empleo, pero nunca pudo formar una familia. Su primera hija la repudia y le exige que le diga quién es su padre. Tuvo un hijo varón de una pareja que duró un suspiro. "Por mi trauma, porque yo siempre tengo la violación en la cabeza", se lamenta.

Las marcas del abuso se hicieron sentir en su salud: tuvo un cáncer de útero que la dejó estéril a los 30 años y después un infarto, que le impide trabajar.

Sin reparación

Después de ver la película Spotlight, sobre el abuso sexual cometido por sacerdotes pedófilos en la diócesis de Boston, decidió escribir una carta sobre su caso que envió al papa Francisco y a una multitud de destinatarios en el Vaticano y en todo el mundo. Fue guiada por SNAP, la agrupación internacional de sobrevivientes de abuso sexual por religosos . Finalmente, se contactó con la red de Sobrevivientes de Abuso argentina.

Sus intentos tuvieron resultados. Fue convocada a una reunión a la Catedral de Resistencia. Me dijeron que la Iglesia no tenía obligación de ayudarme, pero que lo harían porque "era indigente y que podía morir en el proceso" por mi enfermedad. Cristina recibió del Estado provincial una vivienda social y una pensión por discapacidad, dos beneficios que le correspondían, pero la iglesia le dijo que había sido "gracias a sus contactos" porque de lo contrario "no se las iban a dar".

Le preguntaron una y mil veces las mismas cosas y una vez que certificaron que el padre Mario era jesuita, la derivaron a la Compañía de Jesús para pedir compensación por lo padecido.

"Yo me callé todos estos años y eso me destruyó la vida. Todo lo que me pasó, las enfermedades, la imposibilidad de enamorarme es por culpa de eso. Merezco una reparación", insiste.

Una abogada de la diócesis la maltrató: "Usted quiere sus cinco minutos de fama. Ahora está de moda denunciar sacerdotes. Le sugiero que vaya y rece mucho, que le pida perdón a Dios". "Le contesté que no iba a rezar, porque desde el momento en que me violó el padre Mario no soy más católica".

El resto de las chicas que se preparaban con ella para la Misa Blanca tambén fueron abusadas. "Pero ellas no quedaron embarazadas. Tuvieron hijos y son abuelas, no quieren hablar…" Cristina las entiende. Ella tampoco se atreve dar su verdadero nombre y, todavía hoy, le tiene terror al escándalo.

Su abusador, Luxorio Ruiz Bilbao, murió en el 2012. Era efectivamente un jesuita. Cristina acaba de recibir una carta documento de la orden donde le comunican que suspenden una mesa de diálogo que se iba a realizar en Resistencia: "Resulta prematuro realizar un traslado a la provincia de Chaco por motivaciones inciertas y carentes de sustento", le transmiten.

Apoyo de la Red

"El caso de Cristina se encuadra en la misma relación de abuso de poder que el resto de las víctimas de curas pederastas, que cuentan con el respaldo de la institución religiosa, sea con su silencio, o con el encubrimiento", afirma el abogado Carlos Lombardi, de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico.

"En particular, no sólo fue abusada sino que quedó embarazada. Como cualquier víctima de abuso, tuvo los mismos obstáculos de tipo psicológico para hacer visible su problema. Y cuando lo hizo, ya era tarde para una causa penal porque el culpable había fallecido", sigue.

Según Lombardi, el reclamo al obispo católico y luego a la Compañía de Jesús "si bien fue escuchado, no ha sido resuelto del mejor modo". Escuetamente, se le informó que "sería eventualmente evaluado" el reclamo de compensación económica solicitado.

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