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La vida de Cacho, un canillita de Juana Koslay: “Es un trabajo sencillo y honrado”

Hoy no hay diarios por el Día del Canillita, en homenaje a los repartidores de ejemplares y revistas. El Chorrillero comparte la historia de Cacho, canillita de la ciudad de Juana Koslay, quien cuenta algunos gajes del oficio.

Oscar Rodríguez tiene 65 años, es de Buenos Aires y desde el 2011 reparte diarios en Juana Koslay.
Actualizada: 07/11/2017 14:40
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Los diarios no se editan en la mayoría de los casos cinco veces al año: para el Día del Canillita además del 1º de Mayo que se conmemora el Día del Trabajador, Viernes Santo, para el 25 de diciembre en Navidad y para el primer día del año.

El 7 de noviembre se eligió en conmemoración a la fecha de muerte del dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez, quien creó el término “canillita” para nombrar al protagonista de una de sus historias que era un niño que vendía diarios para ayudar a sus padres.

En la obra, el protagonista, usaba unos pantalones que con el paso del tiempo le fueron quedando cortos, con lo que dejaban ver sus “canillitas” mientras vendía.

Oscar Rodríguez tiene 65 años, el próximo 25 de noviembre es su cumpleaños, es de Buenos Aires y desde el 2011 reparte diarios en Juana Koslay.

Cacho contó que en febrero de 2011 “justo tenía una chirola en el bolsillo y una noche me fui al diario, compré algunos y así empecé y no paré”.

“Es un trabajo sencillo, honrado, alcanza para el ‘puchereo’ pero no para mucho más”, describe Cacho como lo conocen todos. Mientras cuenta de su vida las bocinas no paran de sonar, son sus vecinos que lo saludan.

Dijo que llegó a este trabajo después de estar “muchos años laburando” en un comercio que cerró. En febrero de 2011 “yo justo tenía una chirola en el bolsillo y una noche me fui al diario, compré algunos y así empecé y no paré”.

Oscar vive y trabaja en la zona y dice que “a pesar de que es un trabajo sencillo hay que cumplir con la gente, llevar los pedidos a horario, no importa si llueve o truene, para mi la entrega del diario a domicilio es sagrada”, agregó.

A Cacho suele vérselo en la rotonda de San Roque o en la puerta de un supermercado chino, siempre con su canasto verde lleno de diarios y revistas.

Añade que hay días que la gente lo busca especialmente, “la noche anterior yo me fijo en mi celular, por internet, si hay novedades de la zona porque la gente lo solicita más”.

Las desgracias, las policiales y lo que el trabajador define como “noticias agradables” es lo que más vende. Cacho dice que muchos padres de chicos que compiten en diferentes disciplinas deportivas suelen encargarle El Diario de la República.

Oscar no tuvo hijos, alquila en San Roque, su madre y dos hermanas quedaron en Buenos Aires. Visitó por primera vez, con 24 años, la provincia, en ese tiempo llegó en tren, en el 99 ya vino para quedarse escapándole a la inseguridad.

Vivió un tiempo en el sur del país y luego se afincó en suelo puntano, “lo que es difícil en San Luis es encontrar novia y esposa”, bromea en el final y suma: “San Luis siempre me gustó y le gente de alguna forma te da una mano, y bueno me quedé en gran parte por la naturaleza que nos rodea”.

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