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Un hotel se apropió del agua del río Nogolí: ¿Por qué el Gobierno no actúa?

El complejo Paso del Cóndor desvió el cauce para uso particular. Por la manipulación a la naturaleza, ahora es una senda de piedras. ¿El Estado es cómplice? Un equipo de El Chorrillero viajó al lugar para registrar lo que ocurre. En el pueblo tienen miedo de hablar.

Este medio pudo concluir que el complejo turístico genera su corriente eléctrica por medio de tres turbinas alimentadas por el río. Los vecinos señalan a Juan Carlos Tozzi como el responsable de privarlos del uso público del río.

¿Se puede robar el agua? Es la retórica de los habitantes del pueblo que añoran la vida con ese río que tuvieron hasta hace algunos años. La pregunta queda excluida de los signos de interrogación cuando levantan sus ojos y solo ven piedras y sequía.

La falta de agua es adjudicada al Hotel Paso del Cóndor, situado a aproximadamente 10 kilómetros del pueblo.

El agua del río Nogolí al servicio de un hotel.

Según advirtieron los lugareños, la empresa genera su energía eléctrica “con agua que desvía del río”, lo que se traduce en sus propias declaraciones como “el hurto del cauce”.

La legislación argentina establece por intermedio del artículo 235 del Código Civil y Comercial que el agua “es de dominio público” y como tal es inalienable, inembargable e imprescriptible.

De esta forma nadie puede impedir u obstaculizar su uso, salvo el empresario Juan Carlos Tozzi que aprovecha el río para fines exclusivamente personales, o sea, para mantener la obra que montó ahí.

Tras las denuncias de varios lectores advirtiendo sobre las irregularidades, un equipo periodístico se trasladó el viernes 16 de febrero hasta al pueblo y recorrió la profundidad de los valles para verificar una posible manipulación ilegal sobre la naturaleza.

El viaje desde el corazón del pueblo hasta el hotel debió hacerse a una velocidad prudente dado que los caminos son de tierra y circundan las alturas de las sierras. La temperatura de la jornada se percibía en el resplandor de las piedras, quizá representando el ambiente de disgusto que viven los vecinos.

Una vez en el complejo, los periodistas se encontraron con una especie de caños por los que desembocaba el agua, incluso con una cascada que parecía decorar las instalaciones. Después comprobaron que se trataba de la retrospección que conduciría al inicio del desvío.

Para averiguarlo fue necesario recorrer, desde el hotel, el camino que bordea el río y que a esa altura ya estaba prácticamente seco. Pero a unos 300 metros fue imposible seguir en vehículo, por lo cual se continuó a pie.

El agua del río Nogolí al servicio de un hotel.

A 1000 metros aproximadamente, los cronistas advirtieron la existencia de un canal montado en una estructura que abraza a las sierras. Por partes incluso, con importantes obras (un puente, por ejemplo) para contenerlo en las alturas.

Un extraño ruido y un brillo metálico llamaron la atención. Era una máquina que trabajaba en el medio del río.

Ante el hallazgo, se avanzó hacia la parte más difícil del camino porque tenía intensas subidas, bajadas y precipicios.

Lo extraño del trayecto era la contracara: al costado izquierdo la sequía de lo que alguna vez fue un río y que ahora parecía una calle plagada de rocas. Y a la derecha el sonido del agua que recorría con fuerza en el canal, directo hacia el hotel.

Alrededor de 40 minutos después de travesía, se divisó una situación que se patentó por la fuerza de los hechos: una máquina estaba obstruyendo la totalidad del cauce amontonando piedras de par en par, como generando una especie de muralla.

El maquinista apenas advirtió la presencia del equipo periodístico, se marchó para evitar ser filmado.

Lo que se registró fue, efectivamente, el desvío del cauce.

Desde la pequeña muralla se trasladaba el agua hacia una boca toma de unos 40 metros de largo por tres de ancho, formando así una suerte de mini dique de cemento. Desde allí el agua ingresaba al canal y continuaba su curso hasta el emprendimiento turístico.

Las denuncias estaban certificadas, de ahí en más solo quedaba que los principales actores explicaran qué estaba pasando.

Por un lado, Tozzi y por el otro los funcionarios del Estado: el presidente de San Luis Agua, Lucas Caymes y la intendenta comisionada Claudia Pinelli.

¿Qué dicen desde el hotel?

En su página web la empresa sostiene que es “un hotel ecológico que reutiliza las aguas del río Los Molles para generar energía eléctrica por medio de turbinas hidroeléctricas”. Y señala en esa línea el “compromiso de mantener limpio el medio ambiente” como “una de las premisas”.

El Chorrillero intentó hablar con el dueño, pero en el momento de la consulta no estaba. Ante la respuesta los cronistas regresaron al pueblo para recabar testimonios y así volver nuevamente al hotel en busca de Tozzi.

Sin embargo, a menos de la mitad del recorrido divisaron la camioneta 4×4 del empresario por lo que decidieron regresar al complejo inaugurado formalmente el 11 de febrero de 2015.

El agua del río Nogolí al servicio de un hotel.

Ya en el portón, Tozzi recibió a los cronistas. Al principio mostró cierta molestia ante las acusaciones de los vecinos. Aseguró que no lo habían denunciado, sino que lo “pelotudearon” publicando en las redes fotografías que él mismo habría tomado en el máximo esplendor del río.

Si bien se negó en un principio a formular declaraciones recibió a los periodistas para comentar a “modo de conversación” su versión de los hechos. Recordó que llegó a Nogolí en el 2000 y desde entonces se “enamoró” del lugar: “¿Cómo puedo dañar el sitio del que me enamoré?”, se interregó.

Expresó que el canal “ya estaba” y aseguró que San Luis Agua, dependiente del Gobierno provincial, lo autorizó a hacer uso del mismo para alimentar las tres turbinas hidroeléctricas, y hasta le cobraría un canon. “Yo no robo el agua del río, entra al hotel y regresa a su cauce”, enunció.

El agua del río Nogolí al servicio de un hotel.

Por otra parte confirmó dónde se ubica la boca toma. Describió sus dimensiones y resaltó que San Luis Agua “tiene expedientes” al respecto.

“La publicación es falsa y maliciosa”, indicó sobre una de las acusaciones. “Todo lo que se hizo fue en base a lo rural que no es como en la ciudad, se hace sin pedir permiso”, agregó.

También recordó que tras el reclamo de ambientalistas que abogaron por la preservación del ecosistema, se sometió a una auditoría medioambiental: “Aprobó que todo estaba bien”. En esa línea remarcó que para ello presentó planos y más de 70 fotos.

Tozzi sostuvo que el hotel se encuadra en lo que la Ley de Bosque Nativo define como “zona roja”, un sitio donde no se puede modificar el ecosistema, y recordó que el complejo se construyó antes de la legislación y que la misma no es retroactiva.

“Acá en San Luis no se pueden hacer las cosas por amiguismo porque si lo concretás, hoy estás bien y mañana te molestan”, advirtió.

Para el empresario las quejas corresponden a la “gente que no le gusta el progreso” y definió que “avance y medioambiente deben unificarse en algunos temas”.

El agua del río Nogolí al servicio de un hotel.

“Acá tenemos 15 habitaciones, no es un hotel 5 estrellas que consuma mucha energía. Yo genero 200 litros de agua por segundo, podría usar más porque lo pago”, añadió.

Luego mencionó sus deseos de que “llueva por 5 días” para certificar que la sequía se debe a la falta de precipitaciones y no a su obra: “Lo único que falta es que digan que me robo el aire o el sol”.

¿Qué dijeron las autoridades?

El agua del río Nogolí al servicio de un hotel.

Este medio buscó a la intendenta Claudia Pinelli para que pudiera despejar dudas en torno a la autorización, pero no fue posible ya que ese día se encontraba de viaje.

Por otro lado, se consultó al personal de la Subcomisaría Nº 4 para saber si existe algún tipo de denuncia, ya sea de los vecinos hacia Tozzi, o de él hacia los lugareños. Los efectivos de la guardia aseguraron que “no hay presentaciones”.

Un pueblo con miedo a hablar

El dicho popular dice “pueblo chico, infierno grande”, y en la búsqueda de testimonios ello quedó reflejado. La mayoría de los vecinos que transitaban por las calles o se encontraban en la plaza cuando fueron abordados por este medio, prefirieron no exponerse.

Eligieron no decir lo que piensan frente a los micrófonos. “Tiene mucho poder (Tozzi). La única forma de que yo exprese públicamente lo que pienso, sería en presencia del gobernador para que con sus propios ojos observe que han desviado el río, de otra forma no. Nadie nos ha escuchado hasta ahora”, apuntó una mujer que antes de seguir su rumbo miró para todos lados para asegurarse que no la hayan visto hablando con los cronistas.

Los habitantes conocen el problema y una inmensa mayoría está en desacuerdo con la medida que tomó el hotel.

“El ´Gringo´ es un antipático que ni siquiera te saluda. Tiene más influencia sobre los intendentes de turno que todos los vecinos juntos”, se quejó un hombre que no detuvo el paso para dar su punto de vista.

Sólo se pudo hablar con dos nativos y un turista que visitó el pueblo por tercera vez.

No se conocen las razones por las que hasta el momento no se tomaron medidas.

Lo cierto y netamente cierto es que la desviación del cauce es real. Su uso está certificado por el mismo dueño, la interrupción del recorrido hídrico natural quedó registrada en imágenes lo cual estaría evidenciando al menos la presunción de una posible falta. Los vecinos expresaron su disgusto y la naturaleza habló en una metáfora seca, de sol, desolación y roca.

Informe: Nicolás Gatica Ceballos y Julián Pampillón; edición: Nicolás Miano.

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EN PORTADA EL CHORRILLERO

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