River campeón de la Supercopa Argentina
En Mendoza le ganó 2-0 al Xeneize con goles del Pity Martínez y Scocco y se quedó con el título.
Sacó pecho. Se olvida de todo lo que venía pasando. La crisis futbolística se tapa, se esconde abajo de la alfombra por un tiempo. Porque no todos los días se le gana una final al clásico rival. De hecho, es la segunda vez en la historia que se da esa chance. Y ahora el que grita y festeja y celebra y delira es River, que le ganó 2-0 a Boca la Supercopa Argentina en Mendoza.
Se estaban midiendo, acomodándose al juego, sacándose los primeros nervios de un duelo de esta importancia cuando a los quince minutos se abrió el marcador. Y con polémica, como no podía ser de otra manera en un partido caliente como éste: Nacho Fernández cayó en el área tras un contacto con Edwin Cardona y de penal el Pity Martínez le rompió el arco a Agustín Rossi.
Fue apenas más, el Millonario, aunque no hubo casi situaciones de peligro y todo se desarrolló en el medio de la cancha.
Los primeros veinte minutos del complemento fueron el mejor momento del Xeneize, y cuando Cardona, Cristian Pavón y Carlos Tevez se encontraron y preocuparon a la defensa rival, obligando a Franco Armani a evitar la caída de su arco en más de una oportunidad.
Y como suele pasar en estos casos, el que no pudo empatar recibe un gol en su arco: Cardona nunca cortó con falta táctica a Fernández, quien hizo una larga carrera con pelota dominada para dársela en el área al Pity, que tiró un centro para que apareciera el recién ingresado Ignacio Scocco y ponga el 2-0 a los 24.
Para los de Guillermo Barros Schelotto fue un mazazo de nocaut el segundo tanto. El Mellizo no tuvo reacción con los cambios (sólo puso a Wanchope Ábila) y su equipo no encontró el rumbo para buscar la levantada. Marcelo Gallardo, por su parte, logró una bocanada enorme de aire con este título, después de una fuerte crítica por el mal juego y resultados del equipo.
Festeja River. Celebra la Supercopa Argentina. El gran objetivo de esta parte del año se cumplió. Ya no importa si hay o no crisis. Si está lejos en la Superliga. De eso ahora se deberá encargar Boca, de ganar el torneo e intentar olvidar este mal trago. Y de intentar mejorar la pobre imagen que dejó.