Mundial 2002: la final más esperada
Por Héctor Suárez especial par www.elchorrillero.com
En la historia de los mundiales Brasil y Alemania sumaban 32 participaciones, más de cien victorias y la impresionante cifra de siete títulos mundialistas.
Curioso y extraño que luego de 16 ediciones de la competición más importante del mundo, las dos mayores potencias del fútbol internacional nunca se hubiesen cruzado.
La Copa Corea-Japón 2002, la decimoséptima edición, tuvo el privilegio de albergar el más esperado de los duelos.
En juego estaba no sólo el título, sino también la hegemonía histórica del fútbol internacional. Un triunfo de Alemania permitiría al combinado germano establecer un nuevo orden mundial al igualar a Brasil con cuatro títulos; una victoria brasileña haría que la Canarinha cobrase una ventaja de dos coronas mundialistas sobre Alemania e Italia, sus perseguidores más inmediatos.
El contexto
Brasil llegó a la final pese a su irregular fase de clasificación. Tuvo cuatro entrenadores diferentes durante la competición preliminar. Luiz Felipe Scolari convocó a Ronaldo a pesar de la falta de ritmo del delantero y dejó afuera de la lista a Romario en contra de los deseos de la afición. Rivaldo también llegaba a la cita asiática en un momento en que su rendimiento con la selección había disminuido notablemente. Además, Scolari recibió numerosas críticas por jugar con un 3-5-2 y romper la tradición del fútbol brasileño, más acostumbrado al 4-3-3 y al 4-4-2. Brasil ganó todos sus partidos y se plantó así en la final.
Alemania también tuvo dificultades en la fase de clasificación: fue líder de su grupo hasta la penúltima jornada, pero sufrió frente a Inglaterra en Munich una dolorosa derrota por 1-5 que condenó a la repesca al conjunto dirigido por Michael Skibbe y Rudi Völler.
En esa eliminatoria, frente a Ucrania, Alemania clasificó tras empatar a 1-1 en el partido de ida disputado en Kiev y ganar la vuelta en Dortmund por 4-1. Por primera vez en la historia, la selección alemana no conseguía la clasificación de forma directa.
El panorama mejoró cuando Alemania debutó en el certamen goleando por 8-0 a Arabia Saudi. Su fútbol tanía una gran disciplina táctica. Alcanza la final apoyándose en dos hombres: Oliver Kahn, que sólo recibió un gol y Michael Ballack, que marcó en las victorias por 1-0 sobre Estados Unidos en cuartos de final y República de Corea en semifinales.
La final enfrentaba a las dos mayores potencias y un duelo entre el ataque más poderoso, liderado por el letal Ronaldo, y la defensa más sólida, apuntalada por el mejor portero del momento, Oliver Kahn.
El partido
En cuanto el balón empezó a rodar, el contraste entre ambos contendientes se hizo evidente. La lucha por el balón era intensa.
Michael Ballack, uno de los jugadores más destacados de los cuartos de final y de las semifinales, no aparecía y Klose era el hombre de referencia en el área. Brasil tenía menos posesión, pero atacaba con velocidad y criterio. Los de Scolari metieron una marcha más en los últimos minutos previos al descanso y estuvieron a punto de marcar por medio de Kléberson primero y, poco después de Ronaldo.
En la reanudación Brasil aprovechó sus oportunidades y cons dos goles de Ronaldo liquidó el pleito. El mejor ataque se impuso a la mejor defensa. Brasil consolidaba así su hegemonía en el fútbol mundial y, con cinco títulos mundialistas, se aseguraba el reinado internacional durante al menos otros ocho años.
El título mundialista coronó a una generación que ya triunfaba en clubes europeo. La triple R (Rivaldo, Ronaldhino y Ronaldo) brilló con luz propia y contribuyó, para que la afición brasileña dejase atrás el recuerdo de la amarga derrota de cuatro años antes, en la final de Francia 1998 a manos de la selección gala.