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Los pilotos del avión de Chapecoense ignoraron la emergencia durante 40 minuto

El informe final presentado en Colombia determinó las negligencias de la tragedia en la que murieron 71 personas. Entre ellas, la aeronave contaba con un 20% menos que el mínimo de combustible requerido para hacer el trayecto estipulado en el plan de vuelo.

Actualizada: 27/04/2018 16:41
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El avión de Lamia que se estrelló el 28 de noviembre de 2016 en Colombia y en el que murieron 71 personas, entre ellas casi todo el plantel del equipo brasileño Chapecoense, contaba con un 20% menos que el combustible mínimo requerido para hacer el vuelo, indicó la investigación final del accidente presentado hoy y que responsabilizó a la empresa y a la tripulación que ignoró durante 40 minutos las advertencias.

El informe, que se elaboró durante un año y cinco meses y contó con la participación de autoridades e instituciones de cinco países, ratificó las conclusiones preliminares del agotamiento de combustible y la negligencia humana como principales causas, pero añadió precisiones a través del análisis de de documentos, los registradores de vuelo, de las cajas negras y de las transcripciones de las comunicaciones.

El trabajo precisa que la aeronave con matrícula LMI 2933 salió del aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra con 9.300 kilogramos de combustible, cuando necesitaba como mínimo 11.603 kilogramos (un 20% más) para recorrer sin escalas el trayecto hasta la localidad colombiana de Ríonegro.

“La empresa planeó el vuelo directo sin escalas y sin cumplir los requisitos mínimos de combustible. No tuvo en cuenta el combustible requerido para el taxeo (rodaje para el despegue), volar a un aeropuerto alterno, el combustible de contingencia, el combustible de reserva ni el combustible mínimo de aterrizaje. Es inexplicable”, indicó el coronel Miguel Camacho Martínez, de Aeronaútica Civil, al presentar el informe en Bogotá.

La primera negligencia entonces fue de las autoridades de la Ofi­cina de Información Aeronáutica del aeropuerto de Santa Cruz que primero rechazaron el plan de vuelo, pero finalmente lo aceptaron tras la insistencia de Lamia, empresa que la investigación remarcó presentaba “deficiencias organizacionales” con una situación económica precaria, falta de dotación y demoras en los pagos.

“Pese a que la tripulación era consciente de la escasa cantidad de combustible para terminar el vuelo en Rionegro descartó un aterrizaje en Bogotá u otro aeropuerto para reabastecer”, afirmó el trabajo al referirse a una segunda negligencia, ahora del piloto y copiloto.

Los documentos probaron que las luces de advertencia y las alarmas sonoras por la falta de combustibles se activaron 40 minutos antes de la caída, pero aún así no se declaró la emergencia. En ese momento el avión estaba más cerca de Bogotá (142 kilómetros) y de Cali (244 kilómetros) que de Ríonegro (333 kilómetros), aunque se decidió proceder con el plan original de vuelo.

De acuerdo a la cronología, los tripulantes solicitaron posteriormente la “prioridad” de aterrizaje a la torre de control que instruyó el sostenimiento en el aire porque tenía otro vuelo que se había desviado por un problema. Otra vez, los tripulantes de Lamia aceptaron esa demora y recién 3 minutos y 15 segundos después declararon la emergencia.

Antes de cualquier respuesta del control de tráfico aéreo el avión inició el descenso y el acercamiento al aeropuerto de Ríonegro. Un minuto y 19 segundos después se empezaron a apagar los cuatro motores, primero los dos del ala derecha y luego los dos del ala izquierda.

Ya sin propulsión, la aeronave comenzó a planear desde los 15.942 pies de altura (4859 metros) hasta que se estrelló a unos 8.240 pies (2.511 metros) contra el Cerro Gordo (ahora renombrado Cerro Chapecoense) en el municipio de La Unión. Posteriormente al impacto, el avión continuó cuesta abajo por la ladera norte del cerro y recorrió 140 metros hasta la parte baja en donde quedaron fi­nalmente la mayoría de sus restos.

El accidente se produjo el 28 de noviembre de 2016 a las 22:59 (hora de Colombia). Murieron jugadores, el cuerpo técnico, dirigentes e invitados de Chapecoense que se dirigían a Medellín para jugar la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Nacional, además de periodistas que iban a cubrir el partido.

Hubo cinco sobrevivientes: los futbolistas Alan Ruschel, el arquero Jakson Follmann y Neto. Además un periodista, Rafael Henzel, y dos miembros de la tripulación: Ximena Suárez, una sobrecargo, y Erwin Tumiri, un técnico de vuelo.

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