X

Brasil 1950: la leyenda de Obdulio Varela

Por Héctor Suárez para www.elchorrillero.com

El ferreo capitán de La Celeste tenía una fuerte personalidad y una gran ascendencia sobre sus compañeros.
Actualizada: 09/05/2018 11:22
PUBLICIDAD

Obdulio Varela, apodado ‘El negro jefe’, o "Vinacho", no marcó ningún gol en la final ante Brasil pero demostró que con un brazalete de capitán también se pueden ganar partidos. Un dato, mientras vistió la camiseta charrúa en un Mundial, Uruguay nunca perdió.

En el Mundial de 1950, el ‘Cinco de Uruguay’ levantó la moral y el ánimo de sus compañeros cuando vio que parecían rendirse en el túnel camino al campo de juego, ante el ruido ensordecedor de los 203.850 espectadores que alentaban sin parar a Brasil en Maracaná. “No piensen en toda esa gente, no miren para arriba, el partido se juega abajo y si ganamos o perdemos no va a pasar nada, nunca pasó nada. Los de afuera son de palo y en el campo seremos once contra once. El partido se gana con los huevos en la punta de los botines", les dijo a sus compañeros.

Los dirigentes uruguayos se conformaban con perder por menos de cuatro goles ante Brasil, esa fue la arenga en el vestuario. Pero Obdulio Varela sí creía en el milagro charrúa.

Cuando el puntero Friaça marcó para  la ‘canarinha’ en el minuto 48 ‘El negro jefe’ recorrió treinta metros recogió el balón del fondo de la red, reclamó un fuera de juego inexistente al juez de línea y dejó la pelota en el centro del campo para hablar esta vez con el árbitro del partido. El objetivo fue acallar a las 200.000 personas que celebraban sin parar el gol de Brasil.

Selección de Uruguay que fue protagonista del Maracanzo, el hecho más recordado de la historia de los mundiales.

“Ahí me di cuenta que si no enfriábamos el partido, esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler. Lo que hice fue demorar la reanudación del partido, nada más. Esos tigres nos comían si les servíamos el bocado muy rápido. Entonces a paso lento crucé la cancha para hablar con el juez de línea, reclamándole un supuesto fuera de juego que no había existido, luego se me acercó el árbitro Taylor y me amenazó con expulsarme, pero hice que no lo entendía, aprovechando que él no hablaba castellano y que yo no sabía inglés".

Pero mientras hablaba varios jugadores brasileños me insultaban, muy nerviosos, mientras las tribunas bramaban. Esa actitud me hizo abrir los ojos. Tenían miedo de nosotros. Entonces, siempre con la pelota entre mi brazo y mi cuerpo, me fui hacia el centro del campo. Luego vi a los rivales que estaban pálidos e inseguros y les dije a mis compañeros que éstos no nos podían ganar nunca, nuestros nervios se los habíamos pasado a ellos. El resto fue lo más fácil”, así explicaba Obdulio Varela cómo cambió el destino de un partido que en principio tenía perdido Uruguay.

Al grito de “ahora sí, vamos a ganar el partido”, Uruguay inició la remontada que le llevó a proclamarse campeona del mundo. Obdulio Varela recibió el trofeo de manos de Jules Rimet en un improvisado lugar de la cancha, entre la gente y unos pocos fotógrafos. El escenario que se había montado para el festejo de Brasil había desaparecido. Años más tarde se arrepentiría de haber ganado aquel partido. “Si volviese a jugar esa final prefería perderla. Parecía que los dirigentes eran quienes habían ganado el trofeo", reconoció.

El enojo de Obdulio tenía fundamentos. Es que mientras los jugadores recibieron una medalla de plata conmemorativa y un poco de dinero, con el que Obdulio Varela se compró un Ford que le fue robado a la semana siguiente, los dirigentes de la Federación uruguaya se otorgaron a sí mismos una inmerecida medalla de oro.

Aunque parezca increíble, el deportista uruguayo más importante del siglo XX falleció en la pobreza en 1996. El Gobierno uruguayo se encargó de todos los gastos de su muerte, pero llegó tarde para brindarle el homenaje que Obdulio Varela se merecía.

PUBLICIDAD

EN PORTADA EL CHORRILLERO

SUBIR