Tensión en París: hay más de 1000 detenidos en otra protesta de los chalecos amarillos
Miles de personas marchan en la capital francesa contra las políticas económicas de Macron. Hubo corridas, gases lacrimógenos y explosiones.
Pese a que el presidente Emmanuel Macron canceló el impuesto a los combustibles que inició las protestas antigubernamentales, los "chalecos amarillos" vuelven a manifestarse este sábado en Francia por cuarta vez consecutiva. Las autoridades blindaron París con más de 8 mil policías y el cierre de varios negocios y monumentos, como la Torre Eiffel, para evitar nuevos estallidos de violencia.
Cerca de 500 personas ya fueron detenidas a primera hora de la mañana, indicó la prefectura de policía. Además se registraron algunas corridas y la policía lanzó gases lacrimógenos.
Las autoridades están llevando a cabo controles en las estaciones de trenes y en los puntos estratégicos de la capital donde se congregan los manifestantes vestidos con un chaleco fluorescente convertido en el símbolo de este movimiento de contestación popular.
Todo el oeste de París, donde se encuentra el Palacio del Elíseo (sede de la presidencia) y la mayoría de ministerios, estaba cubierto de azul, el color de los furgones de la policía.
Las patrullas bloqueaban el acceso a las principales plazas de la capital, incluida la de la Concordia, uno de los extremos de la avenida de los Campos Elíseos que va hasta el Arco del Triunfo. Además, por primera vez en más de una década, se veían en la capital vehículos blindados de la gendarmería.
Desde las 06:30 comenzaban a distinguirse algunos "chalecos amarillos", como Hervé Benoît, que llegó acompañado por tres amigos desde Dordoña (suroeste). "íHay que estar en París para que nos escuchen!", proclamó a la agencia de noticias AFP.
Como otros miembros de este movimiento, Benoît reivindica un "aumento del poder adquisitivo y el restablecimiento del impuesto a la fortuna", que el presidente Emmanuel Macron suprimió tras llegar al poder en 2017.
Muchos de los "chalecos amarillos" se manifiestan sin violencia pero algunos se han radicalizado y sobre todo miembros de grupos de extrema derecha y extrema izquierda irrumpen en las protestas y se enfrentan a la policía.
En los Campos Elíseos, epicentro de los violentos disturbios el sábado pasado, cientos de "chalecos amarillos" comenzaron a reunirse, algunos con banderas francesas en las manos, informó TN.
Los comercios de la zona amanecieron tapiados con paneles de madera para evitar potenciales daños y saqueos. La Torre Eiffel, el museo del Louvre y las tiendas del barrio de la Opera mantendrán sus puertas cerradas. Los hospitales de París también reforzaron los servicios de emergencia.
Esta ola de manifestaciones comenzó el 17 de noviembre en oposición a un aumento de los impuestos a los combustibles, pero en las últimas semanas se convirtió en una protesta generalizada contra la política económica y social del gobierno.
Macron cedió esta semana a algunas de las demandas de los manifestantes. Anuló el alza del gravamen a los combustibles, que formaba parte de un plan para combatir el cambio climático, y congeló los precios del gas y la electricidad durante los próximos meses.
Pero estas medidas no fueron suficientes para calmar la ira de los "chalecos amarillos", un movimiento sin estructura ni dirigentes, que expresa el hartazgo de la clase media por la pérdida de poder adquisitivo y de las pequeñas ciudades y del campo ante una situación de "abandono".
El primer ministro Edouard Philippe recibió el viernes por la noche a una delegación de los llamados "chalecos amarillos libres", un ala moderada de este movimiento que instó a la gente a no ir a París este sábado.
"El primer ministro nos escuchó y prometió comunicar nuestras reivindicaciones al presidente. Ahora esperamos al señor Macron", dijo a la salida de la reunión un portavoz del movimiento, Christophe Chalençon.
El presidente, "que no quiere echar leña al fuego", se mantuvo en silencio toda la semana, en medio de la peor crisis de su presidencia. Está previsto que hable la semana próxima. En un año y medio de mandato, la popularidad de Macron se derrumbó y ronda el 23% de aprobación.