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Daniel Farré: un artesano emprendedor y “aprendiz de la felicidad”

Hace 10 años desarrolla lámparas artesanales en PVC y su arte viaja por distintas partes del mundo. Entre bisturí y creatividad, da nacimiento a un universo de diseños que día a día cautivan a quienes descubren su arte.

Farré se define como el “aprendiz de la felicidad”. Es un artesano oriundo de Buenos Aires pero vive en San Luis hace 31 años.
Actualizada: 21/01/2019 11:14
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Farré (61), el “aprendiz de la felicidad” como se autodefine, es un artesano oriundo de Buenos Aires que vino a la provincia por tres meses y terminó quedándose a lo largo de 31 años. Se dedica a la fabricación de lámparas artesanales hechas con PVC, un producto que creó en medio de las ansias de expresarle al mundo sus emociones.

Actualmente su trabajo se puede encontrar en las redes sociales, internet, e incluso ha recorrido diferentes partes del mundo gracias a sus clientes de Europa, Canadá, Nueva Zelanda, entre otros lugares.

En la temporada turística atiende en la feria de Laura Amaya en Potrero de Los Funes, donde no sólo vende sus creaciones sino que con gusto acepta una charla “de lo que sea”.

Daniel Farrpe vive de lo que diseña y cautiva a sus clientes.

La secretaría de Trabajo y Empleo de la Nación reconoció su impronta luego de una serie de trámites que concretó a través del Programa Empleo Independiente, con el que pudo adquirir materia prima y maquinaria que le permitió potenciar su producción.

Para ello presentó un proyecto, estudió cursos y se preparó en todos los conceptos necesarios para ser un emprendedor exitoso y duplicar la proyección de su talento.

“Hago esto desde hace 10 años, pero empecé con trabajos en lana ya que mi señora se dedica a ese tipo de artesanías desde hace mucho tiempo. Íbamos al campo, comprábamos lana, trabajábamos en telar, incluso llegamos a fabricar los telares para los Ranqueles y dimos clases en unidades carcelarias en Córdoba”, dijo para explicar cómo nació su impronta en las artesanías.

Ya en materia de sus creaciones en PVC, “El Huinca, lámparas caladas” como se llama su emprendimiento, se generó en medio de la búsqueda de “algo nuevo”. A lo largo de dos años ensayó, inventó, investigó, experimentó herramientas y materiales, hasta que logró su primer trabajo.

El producto en PVC, un nuevo arte y diseño.

Lo que buscaba, el material justo y novedoso, lo encontró. “De casualidad como tantas cosas en la vida, apareció el PVC. Mi primer artesanía nunca se vendió a pesar de que muchos querían comprarla, la guardo con cariño, sobre todo porque tenía miedo, expectativas de la reacción del público. La gente a veces preguntaba ¿usted recicla? Hacerlo con un caño pluvial no es higiénico, entonces les explicaba que se trata de material nuevo, finalmente las lámparas repercutieron positivamente”, recordó en declaraciones a elchorrillero.com.

En este sentido tuvo que hacer un análisis del mercado, estudiar los costos, nada fue fácil. Con el transcurso de sus obras fue aprendiendo y desarrollando técnicas cada vez más precisas.

El proceso que emprende es totalmente artesanal y meticuloso. Corta una medida de caño, empieza a “sacarle barba”, luego incorpora papel carbónico para montar el diseño, lo calca, lo traza con un bisturí, lo lija, elabora la instalación con un portalámparas cerámico y finalmente le agrega la magia de todo artista.

“Más allá de que lo hago con fines comerciales, para mi es una gran satisfacción cuando la gente se acerca a felicitarme, a decirme que le gusta lo que hago, es importantísimo porque en cada trabajo nace algo”, describió.

Farré comentó que si bien podría utilizar herramientas eléctricas para la elaboración, particularmente de los diseños, no es conveniente en cuanto a costos.

De este modo aplica una técnica exclusiva con el bisturí y mientras lo hace, “un silencio” profundo lo rodea y lo separa prácticamente de la existencia misma, mientras sus ojos certeros proyectan los trazos que conforman sus obras.

Trabajos distintos que viajan por el mundo.

Cada trabajo es distinto, tiene modelos propios pero también se abre a las sugerencias y pedidos. Actualmente vive de lo que ama, con lo cual entiende que más que trabajar, se dedica a buscar la felicidad: “Es más barato que el psicólogo”, dijo entre risas.

De alguna manera en cada artículo recorre la vida misma, donde aprende cotidianamente, de hecho es partidario de que el ser humano asimila “hasta estar cerquita del cajón”.

Por último explicó que está abierto a quienes quieran aprender sus técnicas, pero aseguró que no es un “buen maestro”.

“Si quieren pueden ver todo lo que hago, tomar fotografías, no tengo ningún problema, y mejor si tomamos algo en medio del proceso, les pero aclaro que no soy bueno enseñando, la enseñanza es un arte que no sé aplicar, yo soy artesano”, finalizó.

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