Las vacunas contra el cáncer dependerán del éxito de la inmunooncología
Unos 2 mil inmunólogos se congregarán en la reunión anual junto al Rin en Mainz para hablar de los avances en inmunoterapia del cáncer.
Cuando los fundadores de BioNTech AG crearon su primera compañía en 2001, los colegas europeos que asistieron a un encuentro para hablar de combatir el cáncer con el sistema inmune cabían en la pequeña sala de conferencias de un hospital universitario.
Este año, unos 2.000 inmunólogos se congregarán en la reunión anual junto al Rin en Mainz para hablar de los avances en inmunoterapia del cáncer. Una derivación –las drogas de inmunooncología como Keytruda de Merck & Co.- ya ha renovado el tratamiento del cáncer y se espera que las ventas lleguen a US$19.000 millones este año. Esos éxitos alientan las esperanzas de firmas de biotecnología que, como BioNTech de Özlem Türeci y Ugur Sahin, están desarrollando terapias que antes parecían algo lejano: vacunas personalizadas que entrenan a las células T del cuerpo para atacar los tumores.
El concepto ha cobrado fuerza en los últimos 18 meses, y el dinero ha comenzado a fluir. Después que la compañía rival Moderna Inc. logró una de las mayores salidas a bolsa de la historia de la biotecnología, BioNTech está evaluando realizar una venta de acciones que podría valuarla en US$5.000 millones. Sin embargo, los riesgos son grandes. Las vacunas contra el cáncer no sólo no están probadas sino que además enfoques similares fracasaron repetidas veces en el pasado, incluso en manos de grandes farmacéuticas como GlaxoSmithKline Plc.
“Aun cuando tienen una tecnología nueva poderosa y totalmente diferente, están haciendo algo que tiene un historial de fracasos de décadas y décadas”, dijo Brad Loncar, máximo responsable de Loncar Investments, que posee acciones de Moderna a través de un fondo que cotiza en bolsa. Lograr que funcione “es más fácil de decir que de hacer”.
Tanto Moderna como BioNTech trabajan con el ARNm, mensajeros moleculares que les dicen a las células qué proteínas deben producir. La idea depende de encontrar proteínas con mutaciones singulares en el tumor de un individuo que no se encuentren en otros lugares del cuerpo. Luego los científicos pueden codificar el ARNm para que les diga a las células del sistema inmune cómo atacar esas células tumorales, con lo que en la práctica aguzan sus herramientas para encontrar y atacar características específicas.
Idea delirante
La pareja de científicos, ambos nacidos en el seno de familias turcas inmigrantes –el padre de Türeci la llevaba a su trabajo como cirujano, mientras que los padres de Sahin trabajaban en una fábrica Ford en Colonia-, se conoció al principio de su carrera médica en Alemania. Iniciaron el camino hacia las vacunas contra el cáncer a comienzos de la década de 1990 en la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz.
Al observar que no había dos pacientes de cáncer con las mismas mutaciones genéticas, empezaron a trabajar con el director del departamento para determinar si alguno de los sistemas del organismo era igualmente adaptable y podía usarse como defensa. La respuesta fue el sistema inmune.
Pero en ese momento, las vacunas contra el cáncer “se consideraban una idea delirante”, recordó Türeci. “Las compañías farmacéuticas ni siquiera manejaban los conceptos de la inmunoterapia “.
BioNTech está trabajando con el gigante suizo de la oncología Roche Holding AG para comparar vacunas contra el cáncer con un tratamiento inmune en más de 100 personas con melanoma. Se espera tener los resultados en septiembre de 2022.
“Todavía no hay una opinión clara sobre esto”, dijo Dan Menichella, máximo responsable de la compañía alemana rival CureVac GmbH, que trabaja en otra vacuna contra el cáncer con la farmacéutica estadounidense Eli Lilly & Co. “Es por eso que se prueban muchos enfoques distintos, para ver cuál va a funcionar”.