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Así atacó hoy un ministro de Alberto Rodríguez Saá a El Chorrillero: “Dejen de escribir pavadas”

El recién asumido como responsable máximo de la Seguridad de la provincia, Ernesto Ali perdió el equilibrio y se ofuscó cuando se le hicieron tres preguntas que están vinculadas exclusivamente a su rol de funcionario público.

Actualizada: 28/03/2019 23:40
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El autoritarismo y la impunidad con la que se manejan muchos miembros del Gobierno provincial, le jugaron una mala pasada a Ali y lo descolocaron para dejarlo expuesto en estado puro.

La virulencia del ministro encuentra explicación en el contenido de la pregunta y porque justamente se la formuló un cronista de este medio. Se le consultó sobre qué plan traía para combatir el narcotráfico, uno de los temas que más desvela a la comunidad de San Luis.

Comenzó a responder desde la duda y la incertidumbre, después fijó su mirada con ira y bronca hacia el cronista, cambió el tono y tiró la primera respuesta: “Ah… a vos te mandaron de El Chorrillero”.

Con su actitud coartó la libertad de expresión, y fue el autor de un claro ataque a la labor periodística que se debe al acto de preguntar y que esa es su función primera.

Su tono y sus gestos fueron siempre amenazantes, hasta el minuto final que debieron apartarlo porque no tenía intenciones de frenar su ira.

No es el primer caso que sufre este medio en su intento de consultar y desarrollar la actividad con libertad. El modo que los funcionarios de Rodríguez Saá utilizan para dirigirse a El Chorrillero es siempre de irritación y descalificación.

Y si no es mediante notas comunitarias como la de hoy o conferencias de prensa, prácticamente ninguna autoridad atiende a este medio. Son contados los casos y por lo general prefieren que no se los mencione cuando proporcionan información.

Hace poco, el condenado ministro de Producción, Sergio Freixes tuvo una actitud calcada. En esa oportunidad fue contra el periodista Nicolás Gatica Ceballos y el director Daniel Miranda; hoy le tocó a otro periodista, Néstor Miranda.

Antes, la ministra de Hacienda Pública, Natalia Zabala Chacur expuso en una conferencia de prensa también a Nicolás Gatica Ceballos cuando la indagó sobre los índices de la pobreza de San Luis.

El acto de violencia de Ali se produjo en el Salón Blanco de Terrazas de Portezuelo, que es la sede del Poder Ejecutivo de la Provincia. Lo hizo con total impunidad y bajo la investidura de un funcionario que debería responder honrando el cargo y dar cuenta de sus actos sin condicionamientos.

Hoy, el ministro tomó juramento por segunda vez en el gabinete de Rodríguez Saá para cumplir funciones en el mismo organismo. Cuando el año pasado se alejó, el Estado provincial nunca informó los motivos y alrededor se tejieron varias especulaciones.

Por ese motivo fue que este medio le consultó. La pregunta no tuvo la intención de “jugar” con su salud, sino de conseguir las declaraciones que hasta hoy no se habían dado formalmente desde el Poder Ejecutivo. “Cáncer, tuve cáncer y te lo digo a vos”, respondió con un enojo exaltado.

Con su rostro desencajado acusó al cronista de estar “desinformado” y le gritó en varias oportunidades: “Dejen de escribir pavadas”.

Los únicos interrogantes que alteraron al funcionario fueron los que hizo El Chorrillero. Culpó al medio de “jugar con su salud”, pero su enfermedad nunca se filtró, tal vez porque esa fue su decisión y todo se mantuvo en su intimidad.

Hoy por primera vez el gobernador Alberto Rodríguez Saá habló en público de la enfermedad del ministro.

Tampoco le gustó que El Chorrillero lo abordara sobres las reuniones que realiza para promocionar sus propuestas como candidato a intendente de La Toma, con los beneficiarios de los planes sociales en las parcelas.

Los poco más de tres minutos que duró el diálogo no le alcanzaron a Ali para demostrar que estaba encarnizado con el periodista, porque una vez que se bajaron los micrófonos volvió a atacar: “Escuchaste lo que te dije, ¿no? Tuve cáncer, porque escriben pavadas ustedes. Con la salud no se juega”.

El cronista le respondió que esa situación nunca se había oficializado, lo cual es completamente cierto. Pero al funcionario que se tatuó a Alberto Rodríguez Saá en la espalda le retrucó como quien expone una verdad absoluta: “Sí saben. No vos, el que manda”.

Así quedó demostrado una vez más que esa es la actitud que están acostumbrados a tener los funcionarios de Rodríguez Saá cuando la prensa no publica lo que ellos quieren que se diga o pregunta lo que no quieren responder.

Son conductas sistemáticas que definen el Gobierno provincial.

La realidad muestra también que el discurso único no existe más.

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