Vía Crucis: el obispo ofició una de las conmemoraciones más relevantes de la fe católica
Como cada año los fieles se congregaron para dar testimonio del día más triste de la Semana Santa: cuando Jesús muere en la cruz.
Un terrible martirio vivió el hijo de Dios durante sus últimas horas, de acuerdo a la fe católica. Después de que ayer (Jueves Santo) se conmemorara la última cena donde Cristo instauró la Eucaristía, hoy los cristianos recordaron el momento sublime de su misión en la tierra: dar la vida por la salvación del mundo.
Tras la determinación de Poncio Pilatos, que se lavó sus manos, Jesús fue condenado a la pena de muerte en la cruz; hecho que significaba el peor de los castigos. Eso tenía la particularidad de que era inocente de todo cargo.
Manteniendo esa tradición, es que hoy los fieles pintamos se congregaron en la Iglesia Catedral para las celebraciones del Viernes Santo.
Primero, a las 17, se desarrolló la Solemne Acción Litúrgica de la Pasión del Señor, una emotiva ceremonia que consistió en tres momentos fundamentales (la palabra proclamada, la adoración de la cruz y la Sagrada Comunión).
Durante la ceremonia el obispo Pedro Martínez ofició el encuentro, acompañado por distintos sacerdotes de la diócesis y autoridades eclesiásticas.
El intendente y candidato a vice gobernador, Enrique Ponce presenció la solemnidad junto a algunos de sus funcionarios de la primera línea.
También estuvieron religiosos, visitantes de otras diócesis y la feligresía en general.
En medio de un coro prácticamente angélico, los fieles rezaron con convicción mientras contemplaron las imágenes, que por el luto y concentración en el misterio de la muerte de Cristo, estaban tapadas en su totalidad.
El Viernes Santo es el único día del calendario litúrgico en el que no se ofician misas, ya que es el día en el que el hijo del Padre ha muerto.
Según las escrituras Cristo descendió al infierno y salió victorioso de la batalla contra el ángel de las tinieblas.
Esta tarde hubo una amplia concurrencia de fieles puntanos que conmemoraron la fecha y colmaron las instalaciones de la Catedral.
Vía Crucis
Las oraciones iniciaron pasadas las 19 en la Iglesia Catedral y desde allí se trazó un recorrido por calle Pringles hasta la esquina de San Martín, desde donde se prosiguió hasta el Convento Santo Domingo.
Las catorce estaciones que significaron los pasos que anduvo Jesús hasta su última hora, se oraron.
Se revivieron todos los momentos: la sentencia de su muerte, cuando cargó su cruz, su primera caída, el encuentro con la Virgen, cuando el Cirineo lo ayuda a portar la cruz, cuando Verónica enjuaga su rostro, la segunda caída, cuando consoló a las hijas de Jerusalén, su tercera caída, el despojo de sus vestiduras, cuando fue clavado en la cruz, su muerte, cuando su cuerpo fallecido estuvo en brazos de su madre, y finalmente cuando fue depositado en el Santo Sepulcro.
En esta celebración el mensaje fue puntual. Tal cual lo especifica la tradición crística, la cruz erguida simbolizó la esperanza de la resurrección.
En todo momento mientras la procesión avanzaba los comerciantes salían a las puertas de los locales como un gesto de respeto. El obispo portó a Jesús en la cruz en el trayecto con algunos intervalos en los que otro sacerdote lo ayudó.
Si bien en todas las ceremonias los curas aplican gestos simbólicos, en esta ocasión los mismos se intensificaron y la humildad fue el eje que dio consonancia.
Al cabo de algunas cuadras, otro grupo de fieles aguardaba la llegada de la procesión al templo de los Dominicos.
Allí la celebración tuvo un tinte místico en el que la inmensidad del edificio en conjunto con la luz tenue y las imágenes tapadas, reflejaron el momento de dolor.
Una vez que finalizó el Vía Crucis, siguió en el convento el Sermón de la Soledad, que estuvo a cargo de los frailes anfitriones.
Es en este momento en que la palabra se planteó como un mensaje claro: todo giró en torno a una analogía con la vida actual.
“De acuerdo a la comparación, estamos viviendo los mismos tormentos que aquejaron a Cristo. Se observa un mundo convulsionado donde la Iglesia y los cristianos son constantemente perseguidos, criticados, burlados, bajo la venia de los medios de comunicación”, expusieron.
En ese sentido, sostienen que actualmente la Iglesia estaría atravesando su pasión pero “llegará el día de la esperanza de la resurrección”; así como Cristo resucitó al tercer día, la Iglesia tendrá un momento sublime.
De este modo se dejó sentado que el catolicismo “seguirá en pie hasta el fin de los tiempos”, como la “única religión que subsistirá a los sismas”.
Por otro lado se recordó cuando Jesús fue negado por los apóstoles y sirvió de ejemplo para remarcar que la única persona que estuvo firmemente y no lo abandonó fue la Virgen, que finalmente obsequió al mundo como su madre.
Es aquí donde cobró sentido la celebración y se contempló el dolor de María que había perdido a su hijo quedaba en soledad. El respetuoso silencio fue la clave que mancomunó la fe de los presentes, como un gesto de acompañamiento a la madre de Dios.
Después para los fieles llegó el momento cúspide de tristeza y desolación. Restan instantes de profundo silencio y contemplación a través de la oración.
Este sábado se conmemorará la Solemne Vigilia Pascual ( a las 22 en la Iglesia Catedral) y el domingo la Solemne Misa de la Resurrección del Señor (a las 20).