Tres candidatos, dos modelos frente a frente: Poggi versus Alberto Rodríguez Saá
La madre de todas las batallas se librará dentro de 56 días. ¿Dónde estamos parados? ¿Qué ofrecen?
Lo que se juega el 16 de junio es el futuro de San Luis. El futuro es si los hermanos Rodríguez Saá siguen en el poder que conservan desde hace 36 años o no. Y en qué provincia quieren vivir los puntanos: en un sistema donde gobierna una dinastía familiar o no.
Esencialmente se juega qué es lo que va a pasar de aquí a los próximos veinte años en San Luis. Justicia, transparencia, institucionalidad, educación, trabajo y familia; son entre otros, valores y políticas que deben redefinirse en un estado que es manejado con puño de hierro.
¿Dónde estamos parados?
El Gobierno de Rodríguez Saá busca mostrarse como “exitoso” y diferenciarse de la gestión de Mauricio Macri que cabalga en una coyuntura compleja.
Aunque se muestra como la antítesis de Cambiemos, Alberto Rodríguez Saá encabeza una administración con indicadores que retrocedieron a partir de diciembre de 2015. Algunos datos preocupantes son: en los últimos tres años se triplicó la pobreza (31,3%), es decir, uno de cada tres puntanos es pobre, mientras que provincias vecinas como Mendoza y San Juan, bajaron sus índices. De tener las cuentas saneadas, San Luis entró en riesgo de cesación de pagos y no poder cumplir con sueldos y planes sociales; la franca caída de un sector decisivo de la economía, como es la construcción y la pérdida de 16 mil puestos de trabajo. Cabe consignar que casi todos los indicadores negativos son anteriores a la volatilidad cambiaria, la inflación y la caída económica.
Ese panorama surge de informes oficiales, por ejemplo del Indec, o instituciones privadas, como el CIPPEC. No es el relato de la oposición.
Si no fueran fidedignos los indicadores, el gobernador los hubiera cuestionado en la Asamblea Legislativa porque ya se conocía que en San Luis hay más pobres y que la construcción no vuelve a los niveles de 2015, a pesar de la obra del hospital “Ramón Carrillo”.
En una apretada síntesis se pueden mencionar también la crisis de los sistemas de salud y transporte, el crecimiento de la inseguridad y el avance del narcotráfico.
San Luis para su funcionamiento tiene una alta dependencia de la Nación. Durante 2018 ingresaron $26.592 millones de recursos nacionales, frente a los propios que ascendieron a $6.588 millones. Es decir, el 78,17% de los recursos tributarios que dispone San Luis provienen del Estado nacional.
Desde la asunción de Macri, las provincias recuperaron fondos cuyo manejo fue concentrado por la Casa Rosada durante los doce años que gobernaron Néstor y Cristina Kirchner.
En ese contexto se entró en una campaña que ya mostró de qué es capaz el Gobierno local. El propio gobernador instruyó en una reunión a sus funcionarios para que sean despedidos los empleados públicos y beneficiarios de planes sociales que no lo voten, es decir que apoyen a la oposición. Un audio con su voz dando la orden, es la prueba elocuente de cómo actúa la principal autoridad de San Luis.
Dos modelos
El tercer domingo de junio habrá tres fórmulas en el cuarto oscuro. De un lado, el partido gobernante va en dos versiones, ya que Alberto y Adolfo Rodríguez Saá son candidatos a gobernador, y del otro, el opositor del Frente San Luis Unido, Claudio Poggi (55) que es acompañado en la fórmula por el intendente de la Capital, Enrique Ponce.
Alberto (69) se presenta por cuarta vez (2003-2007, 2007-2011 y desde 2015 transita su tercera gestión) a la gobernación secundado por Eduardo Mones Ruiz por el Frente Unidad Justicialista, en alianza con la ex presidenta, Cristina Kirchner. Y Adolfo (71) va por su sexto período (1983-1987, 1987-1991, 1991-1995, 1995-1999 y 1999-2001, este último mandato fue interrumpido para asumir la presidencia de la Nación a la que renunció al cabo de una semana). Lleva de vice al diputado provincial, Marcelo Sosa, desde el Frente Juntos por la Gente, constituido por partidos históricamente aliados del PJ.
“Hay tres fórmulas, pero sólo dos opciones”, explica una y otra vez Poggi, quien gobernó San Luis entre 2011 y 2015, para dejar en claro que los hermanos Rodríguez Saá van en partidos diferentes, pero son “dos caras de una misma moneda”.
Alberto no quiere confusiones y avisó a la tropa oficialista, ahora dividida en dos, quién es su enemigo. “Nuestro adversario es Poggi”, notificó en febrero a la dirigencia en la sede partidaria y pidió “respeto” para su hermano durante el periplo electoral.
A 56 días del veredicto, la campaña tomará el impulso definitivo esta semana en una disputa polarizada por Poggi y Alberto Rodríguez Saá que aparecen posicionados en las encuestas. Adolfo quedó relegado, según sondeos que pudo conocer El Chorrillero, y está a tiro de bajarse de la candidatura, de acuerdo a lo que eventualmente defina el gobernador.
“Los problemas de una familia, al hacerlos públicos los quieren hacer pasar como el gran problema de los ciudadanos de San Luis, cuando los problemas son otros: la falta de trabajo, el tráfico de droga que está enfermando a nuestros jóvenes, la inseguridad, el desgobierno generalizado. Esas son las verdaderas dificultades de los puntanos, además de alterar la paz social que es un bien muy preciado”. Así ve Poggi la promocionada pelea por la llave del poder entre los hermanos Rodríguez Saá.
Uno de los últimos rounds fue la acusación de Alberto a Adolfo de haberse llevado $14 millones que el Partido Justicialista guardaba en la sucursal del Banco Nación.
En el medio aparecen dos actores, Gisela Vartalitis, esposa de Adolfo, y “Albertito”, hijo del gobernador y secretario General de la Gobernación, pugnando por la sucesión, es decir ser los herederos del poder desde Terrazas del Portezuelo. Ambos son los jefes de campaña, toman grandes decisiones y controlan las poderosas billeteras.
Qué ofrecen
La pelea de fondo es entonces entre Poggi y Alberto. La polarización entre los hermanos Rodríguez Saá es falsa porque “son lo mismo”, argumentan desde la oposición.
Ambos candidatos se diferencian claramente.
Por un lado, partió Poggi con la propuesta escrita en un “Plan Participativo de Gobierno” que define cuatro tópicos de los que se desprenden una serie de iniciativas para atacar los principales problemas que atraviesa San Luis.
El núcleo, que desarrolló hasta ahora, de ese plan son:
-La construcción de 20 mil casas (ya comenzó la preinscripción con el compromiso de licitar en diciembre si es electo).
– La creación de 50 mil puestos de empleos formales.
– La garantía a los beneficiarios de los planes sociales de que mantendrán sus puestos y darán un “paso cualitativo” que consistirá en estudiar o un trabajo mejor.
– La creación de la Beca Universitaria Sanluiseña (BUS) para los alumnos de la secundaria y la reinstalación de la Beca al Mérito.
En el fondo, se propone liderar un movimiento que ponga “fin a un régimen” de 36 años y encarar reformas estructurales para oxigenar instituciones como al Justicia, devolver autonomía a los municipios y recuperar el sistema educativo en el que las escuelas generativas se imponen como el “futuro”.
Del otro lado, el actual gobernador profundizará el modelo que lleva adelante a partir de 2015 y situó a la provincia en un escenario que registra luces amarillas. Su agenda por ahora no tiene puntos en común con la plataforma de su oponente.
Hasta acá anunció el “Plan Empezar” destinado a chicos de 17 a 25 años que buscan su primer empleo. Lo anunció en la Legislatura y se estima que lo presentará en el punto más alto de la pelea, como hizo en 2017 con las becas “Soñamos juntos a vos” que duraron un año.
Alberto Rodríguez Saá tras el viaje a Europa, donde promocionó las escuelas generativas, se meterá de lleno en la carrera de un momento a otro. Se mostrará inaugurando obras que fueron programadas para el tramo final con un fuerte soporte mediático. En 2017 se destinaron $370 millones a la pauta oficial y $2.300 millones al gasto electoral. Esta vez tiene más razones para apelar al presupuesto.