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Flor Peña declara que además de poliamorosa, también es “autosexual”

La jurado del Bailando, que además brilla en teatro en “Cabaret”, volvió a la tapa de Gente con poca ropa y mucho para decir.

"Soy auto-sexual, me atraigo a mi misma"
Actualizada: 29/05/2019 11:55
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Si algo se puede decir de Florencia Peña es que, en los últimos 7 años, comenzó con éxito un juego que le ha valido una gran exposición en los medios de comunicación, más por sus escándalos y declaraciones que por sus trabajos artísticos.
En una nueva incursión en la tapa de la revista Gente, en la cual supo revelarse como practicante del “poliamor” para no quedar como víctima de una infidelidad de su pareja, Ramiro Ponce de León, la estrella de la obra Cabaret se define como “auto-sexual”, afirmó Diario Popular.

"Soy auto-sexual, me atraigo a mí misma", dice la jurada del Bailando en referencia a esta nueva definición sexual, más ligada al narcisismo que a otra cosa.

Pero Peña va por más, y en otro extracto de la charla con el cronista asevera que “los argentinos no sabemos tener sexo”.

"No nos hacemos cargo del deseo. Estamos llenos de complejos y tabúes. Ya de por sí tenemos con el cuerpo un vínculo estrecho, mezquino, inquisidor. Se pone tanto el ojo crítico que el físico se desnaturaliza. Hay un tema con la desnudez. Que la gorda no coge bien y si sube una foto la aniquilan. Que si la sube la flaca también la matan, por el mal mensaje. Que si hay una familia entera haciendo nudismo sobrevuela el fantasma del incesto y la perversión. (…) No hay una relación saludable con el tema. El sexo es la energía más poderosa del ser humano. Ha hecho caer imperios y gobiernos, desatado guerras, roto familias. Somos energía", asegura Peña, que también recordó lo mal que la pasó cuando empezó con esta práctica.

"Mi debut sexual fue devastador. Tenía 14 años y me sentía culpable, la más sucia. Se lo conté a una compañera confiando que podía entenderlo y se convirtió en mi gran estigma. Mis padres se enteraron y fue como una aberración. Te crían como princesa, sin decirte que no existen ‘las primeras veces fuego’. Una está ahí, en ese momento, atravesando sus miedos, haciéndose cargo de su sexualidad. Nadie te dice que el sexo no es algo solemne al que se llega solo con amor profundo. Mamá jamás me habló de goce. (…) Mis compañeras me apartaban, espantadas. Y yo me castigaba pensando: ‘La equivocada soy yo’. Siempre me sentí desubicada. Dejé que el afuera me marcara, me interpelara, me doliera”, recordó.

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