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La historia del hombre que vivía en la calle; 365 días después, Sergio sonríe

Fue bendecido por la solidaridad; porque después de pasar 20 años en la calle, un grupo de personas lo rescató. Él logró recuperar su identidad y reencontrarse con sus hermanas. Hasta resulta increíble creer que él sea el mismo que deambulaba por las calles de San Luis.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.
Actualizada: 02/06/2019 22:33
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Su nueva familia lo acompaña en cada paso y obstáculo que supera. No los deja de sorprender.

Hace ya un año, la vida de Sergio Martínez empezaba a cambiar. Fue cuando a través de las redes sociales organizaron una campaña para “mejorarle la vida”. La idea buscaba ayudarlo con alimentos, ropa, calzados y voluntarios para higienizarlo y cortarle el pelo. La propuesta se convirtió en un éxito porque la ayuda llovió.

Un año después de todo eso Sergio es otra persona. Hacer dibujos, mirar televisión y jugar con la Tablet son los entretenimientos de cada día. También le gusta barrer el patio de su nuevo hogar, regar las plantas y sacar a pasear a las dos mascotas que comparte con Alejandro: se llaman Tita y Rodesia. Todos son su nueva familia.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.

En una nueva visita con El Chorrillero, en la que otra vez Sergio fue el cebador de mates designado, quedó reflejado lo que increíblemente lograron el amor y la solidaridad: cambiar la historia de un hombre excluido de la sociedad.

Elisabeth Vanessa Aballay fue quien impulsó la iniciativa e inmediatamente varios puntanos la acompañaron. El hombre era reconocido por deambular en las calles del microcentro de la ciudad de San Luis. Fue así que poco a poco comenzaron a acercarle suministros y abrigos.

El invierno se acercaba y el 31 de mayo de 2018, la capital puntana despertó con bajas temperaturas. La situación motivó a un grupo de trabajadores de la Parroquia San Roque a buscarlo para brindarle asistencia.

Sergio se encontraba en la avenida Juan Gilberto Funes, frente a una sucursal del Banco Nación. Consiguieron que aceptara la ayuda e inmediatamente fue trasladado hasta la iglesia. Así llegarían los primeros pasos en esa nueva aventura.

En el lugar lo bañaron, le cambiaron la ropa, le cortaron el pelo, la barba y las uñas. Más tarde, Alejandro Lorenzo, quien era el cocinero, decidió llevarlo a su casa. Desde ese momento se convirtió en la nueva familia del hombre.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.

Tras un año, debieron superar diversas etapas y sortear obstáculos que se iban presentando. Lo hicieron junto a profesionales, amigos y personas que decidieron sumarse por un acto solidario.

Recuperar la identidad

Múltiples versiones habían circulado sobre el pasado de Sergio. La única certeza era su nombre y que según sus propios dichos tenía 54 años.

Con el paso del tiempo y luego de que Alejandro viajara a Mendoza, se pudo constatar que tenía 46 años y que su nombre completo es Sergio José Marcelo Martínez; oriundo de la provincia vecina.

Tras idas y vueltas finalmente pudo recuperar su historia y con ella su Documento Nacional de Identidad. Nació el 22 de marzo de 1972.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.

“Después de mucho tiempo, se logró y salió casi junto con su certificado de discapacidad. Demoró porque no figuraba en los padrones electorales”, contó Alejandro en una de las últimas visitas de El Chorrillero.

Finalmente lo obtuvieron gracias a la intervención “anónima” de uno de los directores del Registro Civil.

El reencuentro con su familia y su pasado

Tras el mismo viaje a Mendoza, Alejandro pudo conocer que Sergio había perdido a su mamá cuando sólo tenía 16 años. Esta situación fue lo que habría generado su esquizofrenia. Su trastornó agravó con el correr del tiempo y fue internado en un hospital de Mendoza, de donde huyó.

Finalmente, en febrero fueron hasta aquella provincia y tras más de 20 años, pudo reencontrarse con su familia. “Fue muy fuerte”, contó Alejandro.

Mencionó también que, si bien la tranquilidad es una característica de Sergio, “viajó atentó y con mucha tensión”.

Ya en Mendoza volvió a ver a sus hermanas, Carina y Silvina, y conoció a sus sobrinos y los hijos de estos. “Lo querían mimar de todas maneras. Son muy cariñosos, afectuosos”, indicó Alejandro.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.

En el encuentro le revelaron que siempre “tuvo mucha facilidad para los números y las matemáticas”.

“Se ocupaba de hacer los mandados y se hacia las reservas con los vueltos”, agregó con risas.

Si bien, cuando deambulaba por las calles era frecuente ver a Sergio bebiendo alcohol, aseguraron que Sergio nunca tuvo registros del consumo, mientras que si fumaba de joven.

El vínculo con su familia permanece y permitió dar un paso más en la reconstrucción de su historia.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.

Sergio, una historia de solidaridad para contar y repetir

Sergio aún es atendido por lapsiquiatra Julieta y el médico clínico, Ricardo. Asimismo, espera para obtener una pensión por discapacidad y la obra social. Para ello, están siendo ayudados por la jueza Marcela Torres Cappiello. Estiman que habrá demoras para las gestiones y por eso Alejandro apeló a aquellos profesionales que puedan asistirlo. Pueden contactarlo al 2665002602.

En su vida cotidiana se ocupa de los quehaceres diarios; hace su cama, acomoda su ropa, se ocupa de llevarla al lavarropas cuando está sucia y luego de tenderla. También le gusta ir al supermercado para hacer las compras.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.

Alejandro manifestó que cuando salen a pasear los puntanos lo siguen reconociendo, pero “no como antes” y explicó que se debe al cambio en su apariencia.

Por otra parte, reflexionó sobre todo lo que sucedió en este año: “Si vos me hablabas de que yo hubiera tenido que vivir con Sergio, primero te hubiera dicho que no”.

“Sin embargo, en este momento lo elijo. Me acostumbré y si él no estuviera habría muchas cosas que me faltarían. Sería difícil. Ya lo siento familia”, transmitió Alejandro, quien tiene un papel fundamental en el presente del hombre.

Sergio, hoy mantiene la misma timidez de hace meses atrás, cuando este medio lo visitó por primera vez. Sin embargo, se animó a hablar, a escribir su nombre, hacer un dibujo y compartir una tarde de mates en una plaza con el equipo de El Chorrillero.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.

Su inocencia se refleja en su rostro al mirarse en una fotografía o video, como así también al no poder evitar sonreír cuando los demás hablan de él.

Sergio es el protagonista de una historia que conmovió y lo sigue haciendo. La solidaridad le permitió recuperar su vida, tener un hogar y volver a ser feliz.

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Texto: Antonella Camargo – Video: Víctor Albornoz – Edición: Nicolás Miano – Fotografía: Marcos Verdullo

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