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Caso Luna-Martínez: “Todavía quiero preguntarle a Adolfo R. Saá por qué nos arruinó la vida”

La reflexión es de Juan Carlos Amitrano, uno de los cinco detenidos inocentes por el asesinato de los dos niños en Villa Mercedes, hace 30 años.

Las muertes de Carlos Luna y Fernando Martínez (eran dos niños de 10 y 11 años) dejaron una página negra en la historia de los homicidios en San Luis.
Actualizada: 07/06/2019 11:20
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Amitrano todavía quiere encontrarse con el senador Nacional, quien hoy transita su campaña como candidato de nuevo al poder gubernamental, porque recuerda como “si fuera hoy” cuando en un programa de televisión, Rodríguez Saá pidió a los jueces que investigaran a la familia Amitrano por un solo motivo: eran los dueños de las tierras cercanas donde aparecieron muertos los dos niños.

“Fue un desastre, una aberración jurídica jamás vista en la historia lo que hicieron con nosotros. Nos arruinaron la vida, nunca más pudimos trabajar la quinta. Hace 30 años que nos dejaron las tierras inútiles, 30 años sufriendo, changueando para poder vivir”, dijo hoy Amitrano en una entrevista al programa Dale que Va de Radio Nacional.

El hombre relaciona todas las torturas que vivió con el caso Nelson Madaf. Y es que las investigaciones policiales y las decisiones judiciales tuvieron idénticos actos, y lo más triste de todo: los acusados terminaron siendo inocentes. Hubo injusticia, y los años así lo comprobaron.

Juan Carlos Amitrano, uno de los cinco detenidos inocentes por el asesinato de los dos niños en Villa Mercedes, hace 30 años.

Las muertes de Carlos Luna y Fernando Martínez (eran dos niños de 10 y 11 años) dejaron una página negra en la historia de los homicidios en San Luis. Ocurrieron durante el segundo mandato de Adolfo Rodríguez Saá, en diciembre de 1989, y tuvieron como sospechosos de los crímenes a cinco integrantes de una familia que hasta ese momento solo sabía trabajar y vivir de las siembras.

Los reproches hacia quien gobernaba la provincia en ese momento nunca se terminarán, al menos hasta que Juan Carlos Amitrano se muera. Es que los acusados injustamente tienen pruebas de sobra: “Adolfo Rodríguez Saá se ensañó con nosotros, fue el único responsable de la destrucción que nos hicieron, psíquica, física y económica. Lo tengo tan presente como si fuera hoy”, remarcó para referirse al momento cuando el cinco veces gobernador de San Luis, sentado en la mesa de Mirtha Legrand le habló a una cámara y dio instrucciones a los jueces.

“Por este medio que sale por todo el país, al juez, Doctor Nils Luján Mejía que llame a declaración indagatoria a los sindicados por la Policía. Al señor Amitrano y a sus hijos”. Así pidió Rodríguez Saá, y así se hizo. Lo que vino después nunca tuvo una explicación.

Domingo Amitrano y sus hijos Daniel Alfredo, Jorge Omar, Luis Enrique y Juan fueron encerrados y torturados por la Policía para que confesaran ser los responsables de un delito que no habían cometido.

Cuando quedaron en libertad, siguieron una vida que nunca más pudo ser digna ni normal: “Nos destruyeron ante la sociedad, ante la Argentina y el mundo. Algo inexplicable. El doctor (por Rodríguez Saá) daba la orden de que alguien debía ir preso, sin importar que muriera”.

“Rodríguez Saá nunca me dio una audiencia para que me explique por qué me metió preso, nunca dio la cara. Quedamos totalmente destruidos, hasta el día de hoy. Fue un atropello, no tienen perdón de Dios. Acá no hay justicia ni independencia, se hizo lo que a él se le antojó, había que matar y meter preso al que sea. Al tercer día vinieron y nos llevaron presos sin explicarnos nada, nos torturaron hasta que uno de mis hermanos perdió un ojo”, expresó Amitrano.

Recordó que la comunidad villamercedina los acompañó en sus momentos de detención, como también lo hicieron representantes de los derechos humanos, entre ellas Graciela Fernández Meijide.

“Hasta que me muera lo voy a decir, soy inocente. Ahora no hay plata que nos devuelva todo lo que perdimos en estos 30 años. Lo dejo para que se haga justicia de Dios”, sostuvo.

“Quisiera preguntarle por qué nos arruinó la vida, por qué si él sabía quiénes éramos nosotros. Nunca me dio audiencia, nunca dio la cara; jamás se lo voy a perdonar”. Así es el mensaje que le transmitió el hombre al candidato de Juntos por la Gente que por estas horas aspira a ser otra vez gobernante.

El 14 de diciembre de 1989, los pequeños Carlos y Fernando desaparecieron. La última vez que los vieron fue en el banco del barrio 960 viviendas, en la ciudad de Villa Mercedes. Allí se desprendieron de su grupo de amigos y sus rastros se perdieron.

Sus familiares comenzaron la búsqueda, y cerca del mediodía del 15 de diciembre, los hallaron muertos a pocas cuadras del barrio donde vivían.

Sus cuerpos estaban en un canal de riego (en cercanías a la quinta de los Amitrano), semidesnudos, uno con las manos atadas a la espalda y el otro con una profunda herida en el pecho, y en su cuello tenía atado un alambre en forma de cruz.

Desde el primer momento la investigación presentó irregularidades. Los investigadores no cuidaron la escena del crimen, y cualquier persona pudo observar los cadáveres de los menores.

Los antecedentes aseguran que una vez en la morgue del Policlínico Regional de Villa Mercedes, los cuerpos “fueron lavados y se les quitó todo tipo de evidencias”.

La autopsia señaló datos macabros: los chicos tenían varias costillas rotas por fuertes golpes en el tórax, los que pudieron ser producidos por una pala, y uno de ellos tenía parte de la cara mutilada también por un golpe.

Con los años se comprobó que la familia era inocente, y a fines de 2001 el juez Fernández Triches le dictó prisión preventiva como autor de los crímenes a Pablo Francisco Escobar, alias “El Tenaza", amigo de los niños con 12 años, quien ya estaba en la cárcel por otras causas. La decisión no despejó todas las dudas que rodearon la investigación del caso.

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