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El Gobierno exhibió otra vez fallas en la organización

Hubo mucha expectativa para el primer partido oficial que iba a tener al estadio de La Pedrera como escenario del fútbol de primera. Hubo también una fuerte inversión del Estado provincial para que esa noche todo brillara. River jugó en San Luis pero no fue todo bonito y ordenado.

Los propios hinchas expusieron en las redes sociales las interminables colas.
Actualizada: 17/07/2019 15:57
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Porque la organización tuvo fallas y eso ocasionó molestias y eternas demoras que de seguro ninguno de los espectadores que el martes a la noche estuvo en La Pedrera querrá volver a pasar. Se montó un operativo policial (700 efectivos se anunció) y de control de acceso a la cancha que solo caldeó los ánimos de los simpatizantes, desde el inicio hasta el final.

Los propios hinchas expusieron en las redes sociales las interminables colas que tuvieron que hacer para ver el encuentro entre River y Gimnasia de Mendoza. El ingreso del público fue masivo y descontrolado entre las 20 y las 21, cuando presionaba el arranque del juego y nadie supo explicar por qué tuvieron que esperar tanto. Pero esos últimos que llegaron no consiguieron lugar, había amontonamiento y no todos la pasaron muy bien.

En el interior del estadio, los organizadores perdieron el control y la gente se ubicó donde pudo, y miró el encuentro agolpado en las escaleras. Se había previsto un sector para la prensa (que la organización denominó zona pupitres) pero ante la necesidad de ubicarse (por el derecho de haber pagado su platea) los hinchas se mezclaron con los periodistas.

Los comunicadores no lograron acceder al servicio de internet que se había establecido, porque todo estaba colapsado. La comunicación era limitada en la zona más alta, a un costado izquierdo del palco donde el gobernador Alberto Rodríguez Saá siguió el encuentro (detrás de los bancos de suplentes).

Lo primero que se presentó en la jornada fue el reclamo cuando los espectadores fueron a retirar las entradas para personas con discapacidad, a la Casa de la Música (en el Molino Fénix).

La organización decidió que las puertas se abrieran a después de las 16, y por eso los primeros hinchas fueron llegando en ese horario. Cerca de las 18:30, ya comenzaron a armarse las filas con los otros que quisieron ingresar sin inconvenientes, y que evidentemente tuvieron la disponibilidad para hacerlo porque son vacaciones de invierno. Afortunadamente lo lograron y encontraron una butaca para sentarse a esperar.

Inevitablemente el ingreso en vehículo fue lento y conflictivo. Inclusive hubo al menos un choque en la avenida 25 de Mayo, unos metros antes al acceso principal a La Pedrera cuando la tarde recién caía.

Pero sin dudas el caos se armó a la salida, y la organización quedó otra vez expuesta; muchos detalles no se tuvieron en cuenta.

La Policía olvidó en medio del operativo de seguridad indicar cuáles eran las salidas, solo se preocupó en que el estadio se desalojara, y así los visitantes tuvieron que desviarse muchos kilómetros sin saber hacia dónde se conducían (por ejemplo empalmaron un sector hacia las localidades del sur provincial y tierras cordobesas.

Si había algún simpatizante perdido (en el camino quedaron varios), no se encontró en lo inmediato a ningún oficial en condiciones de explicar cuál era la correcta salida para tomar la avenida 25 de Mayo y regresar, por ejemplo a la ciudad de San Luis. Los mendocinos tampoco entendieron muy bien cómo salir hasta la Autopista de las Serranías Puntanas para regresar a su provincia. En medio de esa confusión, cada automovilista hizo lo que pudo y el horario de regreso se retrasó mucho más de lo previsto.

Y el camino a casa fue aun peor. Cerca de la 1 de la madrugada comenzaron a alertar sobre las demoras en el Peaje de La Cumbre. Ese fue el embudo, y desde el Ente de Control de Rutas reconocieron esta mañana que “el tránsito superó las expectativas”. Eso pasó porque nadie tuvo en cuenta que el caudal de vehículos inevitablemente crecería, dado que Gimnasia de Mendoza trajo una importante cantidad de público. Miles de personas se conducían por la misma ruta, y con el mismo sentido. El movimiento, según se supo, superó el de las épocas estivales.

Algunos hicieron más de una hora de fila a lo largo de la ruta (se calcularon unos 8 kilómetros de autos parados), y de todos modos muchos tuvieron que pagar su peaje. Los vehículos pudieron avanzar con mayor fluidez cuando por momentos se levantó la barrera. Hay un reglamento interno del organismo provincial que contempla que el vehículo no puede estar más de 6 minutos en la cabina, y que pasado ese tiempo el paso debe habilitarse.

Miles de puntanos que se movilizaron hasta la ciudad de la Calle Angosta tardaron entre dos y hasta tres horas para transitar menos de 100 kilómetros.

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