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La historia del hombre que por la mañana vende café y por la tarde es profesor

Hace 19 años que para ganarse la vida Omar vende café a los comerciantes o a cualquier persona que pase por las calles del centro de San Luis. Por la tarde, da clases de portugués y de teatro.

Lallana ve pasar la mañana todos los días de su vida hace 19 años, haga frio o calor él siempre está parado en el mismo lugar.
Actualizada: 05/08/2019 09:05
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Omar Lallana es un habitante que no pasa desapercibido por su labor y por el carisma que ofrece todas las mañanas en la calle Colón, cerca del Paseo del Padre.

Es por eso que elchorrillero.com fue a buscarlo para que contara un poco más de su historia.

“Vine a San Luis con un espectáculo de mimo, teatro y música bajo el lema no a las drogas para trabajar con escuelas secundarias y allí conocí a mi señora, me casé y me quedé acá”, expresó Omar.

“Tenía una familia y la necesidad me llevó a vender café”, dijo, y por eso ya hace 19 años pasa las mañanas haciendo lo mismo.

“Yo soy decidido, un día salimos por la avenida Lafinur. Entré a un supermercado y compré cuatro termos y bueno, le dije a mi señora que iba a vender café”, contó.

Su largo día arranca a las 4 de la mañana cuando se levanta a calentar el agua y preparar el café cada día. Carga los termos, prepara las tortitas y los vasos descartables en su “monociclo”, el particular medio de movilidad que utiliza para transitar las calles de San Luis.

Luego, estaciona sobre Colón, donde se siente como en “su casa”, desde las 6:30 y pacientemente espera la llegada de su clientela que es bastante amplia: “Quisiera saber cuánta, pero toda la gente que pasa por acá me conoce. Hace 12 años tengo este carrito. Antes vendía en una moto que tenía un canasto atrás y adelante y allí ponía los termos”.

Lallana ve pasar la mañana todos los días de su vida hace 19 años, haga frio o calor él siempre está parado en el mismo lugar. Comerciantes, niños de escuela y personas mayores se paran a comprarle su café con dos tortitas. Algunos, también prefieren el té o el matecocido: “El combo vale 40 pesos, es bastante accesible”.

Omar es el sostén de la casa, tiene una esposa y tres hijos que habitan con él. Su recorrido por la mañana es desde la primera rotonda, donde se encuentra su casa, hasta el centro.

Pero ahí su labor no termina. Después de la venda de café, su tarde es completamente diferente: “Después de las 18 de la tarde me convierto en profesor de portugués y también de teatro”.

Tiene un grupo de alumnos a los que les enseña a hablar en portugués (vivió muchos años en Brasil) gracias al arte y teatro callejero. Actualmente también es guía de viajes que de vez en cuando en colectivo dirige su rumbo hacia ese país porque su amor por esas tierras nunca se fue.

El café y él todas las mañanas están de la mano: “Lo que pasa es que yo siempre digo que la necesidad tiene cara de hereje y trato de integrarme con la gente que es divina que viene día a día a desayunar”.

También la venta para él es una de las puertas para “tener amigos, miles de amigos”.

Para Omar nada cambia, su día a día es siempre igual y cree que el único secreto es hacer las cosas siempre “con amor”.

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