X

Monseñor Pedro Martínez sobre el aborto: “Llama la atención por qué la insistencia”

En un mano a mano con El Chorrillero, el obispo de San Luis, recorrió los principales temas que hacen a la relación entre la Iglesia y la comunidad.

Foto Marcos Verdullo
Monseñor Pedro Martínez
Actualizada: 16/02/2020 01:31
PUBLICIDAD

Por Julián Pampillón

Monseñor Pedro Martínez abordó diferentes tópicos que tienen que ver con el día a día de la institución y la comunidad; el proyecto de ley para legalizar el aborto que anunció el presidente Alberto Fernández; el rol de la mujer, el papa Francisco, los desafíos futuros y más.

A continuación los principales tramos de la conversación:

-¿Cuáles son los principales objetivos o prioridades para este año?

-No es que uno tenga una agenda, hay una primera que es la de siempre: trasmitir el mensaje de Cristo, en términos técnico el “kerigma”, el mensaje central que Cristo nos hizo traer, los evangelios, la revelación, eso lo transmite a través de la Iglesia.

En particular cada año hay un aspecto especial, este particularmente es el Año Mariano Nacional que se cumple los 400 años de la imagen que se descubre en Catamarca de Nuestra Señora del Valle y será sobre fines de abril, eso implica una actividad en cada diócesis mariana.

Otra es la actividad pastoral, para nosotros en San Luis lo que abordamos son las vocaciones y reforzar los movimientos y grupos en la parte pastoral.

Esto último significa hacer llegar a todo ese kerigma o ese mensaje. Se transmite a través de las diferentes pastorales como la social, de los medios, la familiar, la de los enfermos, de los inmigrantes, de distintos tipos, Caritas, cultural, diferentes áreas.

Hay un matiz en todo esto y una diferencia entre el kerigma y sofía (sabiduría). La sofía como conocimiento es una cosa y es buena y la que todos tratamos de hacer, cada uno estudia lo que le corresponde y trata de llegar a la sabiduría.

En cambio el kerigma es un contenido dogmático y práctico pero cristiano. Quizás hablamos de lo mismo pero no del mismo modo. Por ejemplo, yo me acerco al más necesitado, no como el médico, porque es él que ve la salud física, porque la función de la Iglesia no es saber cómo curar la otitis o arreglar una pierna que se quebró, sino transmitirle al enfermo una visión cristiana y cómo asumir y llevar esa enfermedad sobre todo para el alma.

Hay dos errores a lo largo de la historia o entre nosotros que serían o resumir todo en lo propio de la sofía, las osas humanas de la razón, y no dejar lugar a la fe ni el kerigma. El otro error es hacer todo lo espiritual y olvidarse la parte material o física.

,Monseñor Pedro Martínez.

-No son antagónicos…

No, son complementarios. La fe afirma cosas que no son antirracionales son superiores a la razón, si la razón llega hasta cierto punto, dirán “no lo sé”, la fe me da algo que la razón no.

Es un paso más. El ejemplo más claro es ver a la fe como los anteojos del alma. Cuando uno compra un remedio tiene un prospecto con letra muy chica donde se necesita anteojos. No es que los anteojos inventen lo que está escrito, la fe me hace ver cosas que estaban sólo que sin ella no lo veo.

La fe me permite ver cosas que la razón no ve.

-Este año habrá cambios en los destinos de sacerdotes, ¿cuál es el mensaje que quiere que lleven?

-Es algo normal los cambios, quizás el año pasado se habló mucho, pero es normal en la vida que uno cambie de parroquia.

¿Por qué se hacen los cambios? Se hacen de muchas maneras, en general es porque uno o ya cumplió una misión o es mejor para la comunicad determinada cosa, no es un castigo.

Hay una palabra que hay que distinguir entre remoción y traslado. Remover a alguien es quitarlo porque hay una cosa en particular, no significa grave o no grave, trasladar es decir usted estaba acá y yo lo necesito allá, porque tiene las cualidades más adecuadas por tal cosa y la comunidad necesita eso.

Esto es normal, el Gobierno también cambia de ministros y lo avisa a la comunidad, nosotros lo avisamos porque el Estado es la comunidad.

-¿Cuál sería el mensaje que deben trasmitir los sacerdotes cuando llegan a una nueva parroquia?

-Yo agradezco al sacerdote que aceptó el cambio, agradezco a la comunidad que lo acepta también, comprendo los dolores de los cambios, yo he sido cambiado, he pasado por cinco parroquias y luego a una gran parroquia que es el Obispado de San Luis; de repente el papa me dijo “quiero que estés ahí”.

Entonces el mensaje es de agradecimiento y de acompañar en la tristeza humana legitima, porque se establece una relación de amistas, de paternidad, de familia, todo un ambiente donde todos colaboran.

-¿Qué hace hoy la Iglesia Católica en San Luis para reafirmar la fe de los feligreses?

-Lo propio es transmitir el mensaje de Cristo, esa es mi función. Si yo voy a un mecánico de autos y me reza el rosario y no me arregla el auto, no es lo de él.

El modo de llegar son los grupos de jóvenes, el catecismo para chicos, de ancianos, los movimientos juveniles, la Legión de María, el Camino Neocatecumenal, distintos rubros.

-¿Una reflexión de la salida del padre Alan Sosa Tello?

-Creo que todo hay que preguntárselo bien a él y creo que ya lo hicieron. Yo respeto y hay que respetar. En el orden sacerdotal uno siempre tiene una pena, es una pena pero Dios sabe los caminos de cada uno.

Siempre que falta un sacerdote deja un vacío y Dios sabrá el por qué, cuáles son los motivos, eso es un misterio. El corazón humano se respeta.

-¿Ha estado con el papa Francisco?

-Estuve con él hace unos miércoles atrás, en una audiencia común, nada personal o privada, aunque otras veces sí lo estuve. Nos mandó un saludo a toda la Diócesis, una bendición y un ‘recen por mí’ como siempre, muy bien y amable, siempre da ánimo verlo.

-¿Cómo lo vio?

-Bien, el problema es que hay que rezar mucho porque es papa para todo el mundo, para los católicos y aun de los que no creen.

Uno lo admira por la capacidad de seguir trabajando a la edad que tiene como si tuviera 30 años porque hay que estar todos los días recibiendo gente de todo el mundo.

-Respecto al anuncio del presidente Alberto Fernández sobre que enviará un proyecto de ley para despenalizar y legalizar el aborto, ¿qué puede decir?

-La opinión tiene dos niveles: una es la razón y otra la razón creyente o con la fe.

No se trata de un problema religioso, eso no es así, y quizás se podría entender como un desplazamiento, como yo no soy religioso, lo puede hacer y el problema no es así.

Es decir, si en el momento de la concepción hay un ser humano o no. Lo hay desde el primer momento de la concepción, tiene un ADN distinto de la madre, ya no es la madre, es un ser humano distinto. Ese ADN se mantiene hasta después de muerto. Un forense sabe quién es.

Primero decir el asesinato de una persona inocente. Es no matarás, eso está en el Antiguo Testamento, no matarás a una persona inocente. Hacer un decreto de ley para poder decidir cómo puedo matar… la opinión no es de la Iglesia.

El problema es que también esté desenfocado respecto a algunas interpretaciones, por eso la Iglesia siempre trata de usar esas palabras y no se olvida: es “salvemos las dos vidas”, porque otros se ponen en posición de la madre o el niño.

Una parte del amor es la sexualidad. Si yo veo la sexualidad fuera del amor como placer es una cosa, si veo la sexualidad dentro del amor, de la entrega de hacer algo juntos es algo espiritual también. Es sexualidad humana.

El aborto por ley no se puede observar y la Iglesia en concreto después de estas razones, ya en el Concilio Vaticano Segundo decía que es un crimen abominable, es el ser más indefenso que existe.

-En el 2018 la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto y después el Senado lo rechazó. Ahora se presenta nuevamente, ¿por qué que se insiste?

-No lo sé, no he hablado con los legisladores. Habría que preguntárselo a ellos, pero como uno ve una visión más global, llama la atención por qué la insistencia. ¿Por qué?

Llama la atención cuando se habla de educación sexual y queda reducida a tener vida sexual, que no quede embarazada o que no haya contagios, eso no es educación sexual.

La educación sexual es el amor en la integridad de las personas.

-Teniendo en cuenta este escenario, ¿cómo hace la Iglesia para reafirmar la idea de las dos vidas?

-Nosotros no tenemos los medios que tienen ustedes y tantos otros. Tenemos la homilía, la catequesis y los movimientos que decíamos.

Ahora ¿cómo se transmite esto? La Iglesia lo transmite a través de las virtudes. La educación en la virtud, eso es antiquísimo, en los grandes pueblos si no hay virtud no se crece y las virtudes no son un invento de la Iglesia. En la antigüedad estaban las virtudes como la prudencia, la justicia, la templanza.

¿Qué son las virtudes? Es un hábito estable difícilmente equitable porque es un hábito bueno que regula, en la justicia poner orden en dar a cada uno de los suyos. Por ejemplo el que es ladrón no está dando a cada uno de los suyos, está quitando al otro lo del otro, ahora cuando uno transmite cómo se ejercita la virtud de la justicia es dar a cada uno lo que le corresponde.

La templanza es aquella virtud o hábito bueno por el cual las cosas buenas y placenteras las ordeno según la recta razón. En la razón humana hay una proporción en cada cosa.

Si tengo hepatitis sé que no tengo que comer chocolate, es algo bueno pero no lo puedo comer porque me va a hacer mal al hígado, ¿quién lo determina a esto? Yo con mi razón, porque no me conviene. Esto se lo puede agregar en todo, la templanza también es en la sexualidad, es el uso de la sexualidad según la recta razón. Es el modo cómo se aborda la sexualidad por el Estado actualmente, con algunas leyes que han desfigurado ese aspecto de la sexualidad. Son modos y la primera educación son las virtudes, de la templanza, que incluye la sexualidad, es la familia.

Dios no ha hecho nada malo, es el uso que San Agustín decía: “yo tengo que usar pero no abusar”. Ahí está el problema.

Una ley que pretenda ese uso sin templanza, humanamente uno no puede estar de acuerdo, no se trata lo que la mayoría decide lo que está bien, hay cosas que no decide la mayoría y otras que sí lo hace.

En los 10 mandamientos no es que Dios se puso caprichoso y dijo ahora en adelante los voy a molestar con estos mandamientos. Uno es libre.

-En su momento usted dijo que el lugar de los monaguillos debían ser ocupados solo por hombres, ¿por qué?

-Hay dos temas, uno el tema del sacerdocio y el altar y es solamente el varón que debe estar por distintas razones teológicas, están en las escrituras, los papas hablan de esto y Francisco tampoco lo ha cambiado.

En su momento hubo un documento de la congregación para una interpretación del Can de que sí pueden ayudar en la misa los laicos, hombres o mujeres.

Ahora, monaguillo significa otra cosa, es el que habitualmente va vestido como monaguillo, el grupo que ayuda, que está en la procesión, que está todo unido al altar y en toda la liturgia.

También hace a la belleza, al culto del altar. Eso son los monaguillos y siempre han sido varones.

La Iglesia dice “pueden ser mujeres” a juicio del obispo. No es a juicio del párroco, ni suyo, ni de otro, sino del obispo.

En la carta aclaratoria que sale dos años después de ese documento se recomienda mantener la costumbre de que sean sólo varones.

Por otro lado el mismo documento insiste que las mujeres tienen otros servicios en la Iglesia y muchas otras cosas más.

Respecto al decreto que hice pongo en el artículo 1º “mantener la costumbre”, en San Luis de monseñor (Juan Rodolfo) Laise, de hace 40 años y en mi tiempo de hace 9 o 10 años. Se han preguntado los distintos obispos que si se podían poner mujeres como monaguillos, yo hice aclarar qué significa monaguillos, no que ayude o no.

Se prefirió seguir siendo varones, yo he mantenido esa costumbre.

Si voy a un colegio de sólo niñas claro que me pueden ayudar en la misa, me pasan los vasos sagrados, me ayudan en la comunión, con la patena, no hay problema.

En otros lugares hay mujeres casadas, ministras extraordinarias de la comunión, yo las llamo a buscar el sagrario y dar la comunión en distintos lados, no es que no se pueda.

-Según su análisis, ¿se podría cambiar el rol de la mujer dentro de la Iglesia?

-Está la carta pastoral sobre el género: ¿Qué significa ese paradigma y ese rol? Hay cosas históricas y si veo una mujer en el 300, una antes de Cristo y hoy, el rol ha ido cambiando. Sigue siendo mujer, nunca ha sido otra cosa, gracias a Dios que ha seguido siendo mujer y da a la sociedad otros modos como que ha salido más a trabajar, son roles.

El varón es varón, la mujer es mujer, lo lindo es que cada uno mantenga su identidad. Después hay manera de hacer las cosas.

Por supuesto es que se ha ganado mucho en ese respeto y en tomar conciencia en esa igualdad, eso sí, creo que ha sido el tiempo que se ha ido exteriorizando eso.

Se valora y se necesita, creo que hay que promover esa igualdad, que es igualdad de derecho, no que hagamos lo mismo, eso no es igualdad.

¿Puede ser sacerdote la mujer? No. Uno puede decir “pero cómo, ¿no somos iguales?” Es que no somos iguales en la esencia nuestra, yo no puedo ser mamá, no tengo el físico y la cualidad es de la mujer. ¿Somos iguales? Sí, lo somos pero según distintas cosas.

En la dignidad, iguales y de hecho esa dignidad está ya desde el génesis donde, en algunas traducciones, Dios hizo varón y varona, ¿por qué? Porque sería más fiel al hebreo porque en ese lenguaje es ish e ishshah, indicando la común dignidad pero en el complemento.

Históricamente podemos discutir muchos temas pero cuando me lo preguntan a mí es lo que entiendo.

,Monseñor Pedro Martínez con El Chorrillero.

-¿Cuáles son los desafíos para la iglesia en un futuro?

-El desafío desde siempre ha sido ser fiel a lo que es. Las tentaciones siempre es dejar ser lo que es, o hacerse igual al mundo y seguir el tren de la historia, sin importar ningún valor, y otro es no evangelizar y transformar eso y dar la luz cristiana.

La misión es la misma que la que vemos en las escrituras, desde el pueblo elegido.

El papa no se cansa de decir que la Iglesia no puede ser reducida a una ONG. Cuando la Iglesia se transforma en algo como todo ya no mantenemos la identidad.

Lo lindo es que cada uno tenga su identidad por eso en la relación de la Iglesia y el Estado es respetar la justa autonomía y la mutua colaboración, pero no que el Estado sea Iglesia y la Iglesia sea Estado.

El desafío es identidad y el otro es esa identidad cómo la transmito hoy. Con qué lenguaje, con qué maneras, quizás antes era de un modo y ahora hay que ver otro aspecto. Ver si hay que hacer hincapié en una cosa y no en otra, ser más sensible a ciertas necesidades que antes no había, aceptar cierta diferencia con más serenidad.

PUBLICIDAD

EN PORTADA EL CHORRILLERO

SUBIR