Historias de San Luis: Rodolfo Blanco
Por Nino Romero
El pasado martes 3 de marzo recibía telefónicamente la triste noticia de la muerte de un gran amigo: el inolvidable “Negro” Rodolfo Adolfo Blanco.
Faltaban pocos días para que cumpliera sus 70 años. El 8 de marzo. Día Internacional de la Mujer y también el día que nació su gran amigo y uno de sus ídolos deportivos: Juan Gilberto Funes.
Todos los años lo sorprendía para saludarlo en ese tradicional momento de los llamados de cumpleaños que he tenido en mis madrugadores programas radiales.
Y siempre me devolvía el saludo para mi cumpleaños. Nunca nos olvidábamos uno del otro.
Muchos lo recordarán con más autoridad que la mía en su actividad deportiva o de canillita.
Pero decidí evocarlo en su faceta de periodista deportivo.
Los memoriosos (y él siempre lo recordó) saben que Rodolfo Blanco hizo afortunadamente radio por iniciativa mía. Digo afortunadamente por los oyentes y por el deporte de San Luis. Les cuento. En su tarea de canillita, todos los días a las 6 de la mañana llevaba los diarios y revistas a Radio Dimensión, cuando funcionaba en la avenida Illia 128 de la ciudad de San Luis. A veces llegaba antes del horario de apertura del programa, y conversábamos de las novedades deportivas locales, nacionales e internacionales. Rodolfo estaba siempre muy informado, y además tenía una manera clara y didáctica para expresarse.
Entonces le propuse que cuando viniera a dejarnos los diarios y las revistas, se quedara cinco minutos más, contaba noticias deportivas al aire y luego se iba.
La negativa fue lógica: “no puedo Cabecita porque estoy en actividad, dirigiendo, y no estaría bien que opinara”.
Cómo le veía un enorme potencial le cambié la propuesta: “háblame entonces del fútbol nacional e internacional y no te meto en nada con lo local “. También la contestación fue una negativa porque pensaba que no podría expresarse bien y me dijo: “le tengo miedo a los micrófonos”. Todo esto pasó un día viernes.
El domingo siguiente jugaron Ríver y Boca. El Negro, fanático gallina, y yo, bostero.
Llegó el lunes. El partido había terminado empatado en medio de jugadas polémicas.
Por suerte ese día ya había comenzado el programa, y a las 6 y 5 minutos entra corriendo al estudio Rodolfo con el material periodístico.
Y sin pensarlo y a toda voz anuncio al aire: “Señoras y Señores, habla de Ríver – Boca el señor Rodolfo Blanco”. Añadí siempre al aire: “mi querido amigo no me puede dejar pagando después de anunciarlo”.
Y con una sonrisa de oreja a oreja se sentó y dio su opinión sobre el partido, y por supuesto lo llevé con mis preguntas a opinar de las jugadas polémicas.
Pero la cosa no terminó allí, ya que cuando culminaron sus explicaciones, añadí: “ya sé que tiene que irse, pero porque no me recuerda los resultados de la fecha completa”. Y los dijo a todos sin mirar un papel, porque los conocía perfectamente. Y no conforme le pedí: “dos o tres internacionales Rodolfo”. Y las dijo. Y como fuimos a una pausa me dio un abrazo y me advirtió:” ya me las vas a pagar Cabezón”. (No sé porque esa ofensa de Cabezón a mí. En fin). Pero se fue con esa sonrisa inolvidable. Con la que prefiero recordarlo.
Los teléfonos de la radio ese día explotaron con saludos para Rodolfo, y al día siguiente me contó que estaba impresionado por la cantidad de gente que lo felicitó diciéndole que lo habían escuchado y que siguiera con sus comentarios.
Y a partir de allí todas las mañanas venía a cumplir con su obligación de canillita, daba noticias deportivas y se iba para continuar callejeando con sus diarios y revistas.
El dejar el arbitraje le permitió abordar la temática deportiva local con claridad, conocimiento y solvencia. Y comenzó su enorme crecimiento en el periodismo deportivo, que lo llevó a tener su propio espacio radial de enorme audiencia.
Quiero recordarlo así. Cuando descubrió que el periodismo deportivo también formaba parte de sus pasiones, como ser canillita y el primer árbitro nacional que tuvo San Luis.