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La travesía para entrar a San Luis en tiempos de coronavirus

Desde hace 12 días solo están habilitados seis puestos limítrofes, y esa fue una de las medidas provinciales para contener el contagio del coronavirus. Por eso muchos sanluiseños que intentan volver a sus casas deben pasar por un estricto control.

Sandra Díaz, bióloga puntana.
Actualizada: 30/03/2020 10:52
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El Gobierno provincial cerró el 18 de marzo ocho puestos limítrofes, y dejó abiertos bajo controles los más importantes: Desaguadero, La Tranca, Baldecito, Santa Rosa, Arizona y Justo Daract. A los controles les sumaron una serie de requisitos para poder ingresar. Como lo son certificados, permisos de trabajo y autorización de la Provincia.

Uno de los puestos más transitados por estos días es el de Justo Daract, al este provincial en el límite con Córdoba. Allí, por momentos el tránsito se transforma un verdadero hervidero de autos particulares, camiones de cargas y colectivos que traen a puntanos repatriados.

El escenario del acceso se trasforma en un estacionamiento de vehículos al costado de la ruta donde decenas de personas aguardan respuestas y permiso que a veces demora días.

Sandra Díaz, una bióloga puntana que se encontraba realizando ensayos científicos para una empresa del sector agrícola en Venado Tuerto, Santa Fe, contó en primera persona la travesía que significa poder llegar a casa. Grabó videos contando la experiencia e incertidumbre y se hicieron virales.

En declaraciones a El Chorrillero, la mujer relató que pasó dos días en el puesto fronterizo hasta que logró ingresar a tierras puntanas, y que desde entonces está en cuarentena en un hotel ubicado en La Punta (por protocolo sanitario).

Tras el visto bueno de la compañía de continuar con su labor en su hogar en la capital provincial, decidió emprender viaje en un remise pagado por la empresa. Pasó por cuatro controles en el camino, mostrando sus credenciales y autorizaciones, y llegó al ingreso sanluiseña el viernes cerca de las 11 de la mañana.

“Los policías del puesto no sabían con quién comunicarse y una misma tampoco sabía con quién hablar para consultar cómo iba mi trámite de ingreso. En esos momentos te encontrás bajo una incertidumbre que no sabés que hacer”, explicó.

Dijo que durmió una noche en destacamento policial “en una silla de la cocina”.

Junto a ella, habían más personas con la misma necesidad de pasar: “Cuando llegue una mamá con su hijo se encontraban esperando hace tres días y solo querían cruzar y llegar a San Juan. También un chico que llevaba el mismo tiempo ahí y cuando me fui él todavía estaba allí”.

“En el lugar no pudimos comer nada porque no hay comercios ni nada por el estilo. Así que solo pude comer unos sándwiches y galletas que traía del viaje”, señaló.

Recién el sábado por la tarde tuvo la confirmación de su ingreso aunque cuestionó que fue con “mucha descoordinación”.

“Recibí tres mails diferentes por parte del Gobierno, el primero rechazando mi ingreso y otros dos aceptándolo. Por otro lado, me preguntaban aspectos que ya había resaltado en el texto del formulario”, manifestó.

A las 20 le avisaron que un colectivo iba a pasar por ella, y respetar la orden que debía quedarse en cuarentena en un alojamiento de La Punta.

“Cuando arribó advertimos que el micro iba lleno, la mayoría de las personas provenían del extranjero. Planteamos el problema pero no se pudo hacer nada, me puse el barbijo y un hombre me prestó unos guantes de látex y alcohol en gel”, agregó.

Sostuvo que al llegar, los pasajeros fueron divididos, quienes viajaban solos fueron llevados a un hotel y quienes iban acompañados a la residencia estudiantil de la Universidad de La Punta.

Explicó que desde ahí pueden hacer pedidos al supermercado dado que hay alguien que se encarga de eso. Más allá de eso, Díaz pudo contactarse con su familia para que le lleven mercadería.

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