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Sin trabajo hoy y sin comida para mañana; la urgencia de los que están sin nada en cuarentena

En medio del aislamiento que busca frenar el avance del coronavirus en la Argentina, hay sectores de la población que sienten la falta de sus ingresos. Los alimentos que se terminan, los plazos para pagar el alquiler y sin ahorros para sostener sus familias. Historias de los que sobreviven para que el pan de todos los días no deje de faltar.

Historias de los que viven día a día en San Luis.
Actualizada: 06/04/2020 12:33
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Los protagonistas de estas historias son trabajadores o emprendedores que subsisten con el dinero que cobran a diario, como un jardinero, un peluquero, el mozo de un bar o un taxista. El Chorrillero reunió las voces de un grupo de puntanos preocupados por la economía que empezó a ahorcarlos.

Oscar Segovia es un taxista de la capital puntana que sigue saliendo a la calle con más necesidades que antes: los viajes bajaron entre un 70% y 80%. “El vivir día a día se me hace difícil, este mes no pagué el alquiler, con esa plata comí una semana que no salí a trabajar”, le contó a este medio el chofer mientras aguardaba en la tradicional parada de taxis del rincón más céntrico de la ciudad.

Desde Remises América, Agustín Ciuro relató los inconvenientes del sector al afirmar que hay “una gran pérdida de viajes”. Explicó que por día están saliendo vehículos a “poco más de 400 direcciones”; lo que contrasta con el pasado más reciente: antes del aislamiento se cubrían alrededor de 1000 viajes. “Muchos móviles no están operando, así como muchos otros siguen con nosotros cubriendo todo lo que haga falta. Tratan de subsistir en base a lo que sale día a día”, agregó.

Uno de sus compañeros, Claudio Casate, que también trabaja de forma independiente se explayó un poco más para graficar las dificultades que afectan directamente la economía: “Más nos cuesta a los particulares porque tenemos que salir a la calle y tratar de conseguir un pasajero. Estos días ha sido durísimo. No hay tiempo de descanso, nosotros sabemos que aunque sea con $300 volvemos a casa y tenemos para comer”.

“Salgo por una cuestión económica, de 7 a 20 y solo saco para el gasto de la comida diaria. La verdad con mucho riesgo para mi familia y la de todos”, reflexionó Gustavo cuando fue consultado sobre su tarea que se hace cuesta arriba.

Dijo que está realizando entre 7 y 10 viajes por jornada, con lo cual le quedan “no más de $350 por día”, que es poco pero que cree “mejor antes que no tener nada”.

Jorge, otro colega opinó que es mucho el tiempo que pasan en las paradas hasta que aparece un viajero, pero que decide salir “para salvar el día”. Destacó: “No llegás a hacer $500 por día”. Comentó que comparado con el tiempo previo a la expansión de la pandemia, hoy se trabaja en un 20% o 30%.
“Si salís tenés que andar y andar, pero es mucho gasto y muchas veces no se justifica para nada”, agregó.

“Yo por ejemplo tengo que pagar el auto, el alquiler, seguros, servicios, un montón de cosas que no esperan; el alquiler no te espera y tenés que pagarlo igual”, dijo por su parte Martín, que también vive de trasladar pasajeros por la ciudad.

Su caso es particularmente difícil: decidió no trabajar más porque tiene un hijo pequeño inmunodependiente y debe tomar las medidas preventivas que el estado de salud le requiere.

Daniel Rodríguez es jardinero, y todos los días de su vida hace changas en cualquier parte de la ciudad para llevar la plata y mantener a su familia. Lo que más hace es cortar el pasto y limpiar los patios. Vive en una casa alquilada. La pandemia lo encontró con la alacena casi vacía y hace dos semanas que siente no solo incertidumbre, sino también preocupación. “Me ha perjudicado enormemente porque no he podido salir a trabajar. Había juntado una `platita` pero ya no me queda casi nada, tal vez unos $400 para tirar. Por suerte mi señora trabaja y con eso lo vamos llevando”, dijo.

La amargura también alcanza al personal gastronómico; uno de esos casos es Karina Magallan, encargada y moza de un bar de la avenida Illia: “Nosotros cobramos día a día y no nos están pagando nada. Estoy únicamente con lo que pude comprar antes de que comenzara la cuarentena y después cobré la asignación familiar; con eso estoy sobreviviendo. Y ahora que se acabó la plata la verdad que no sé cómo voy hacer”.

“No pude trabajar más desde que se ordenó la cuarentena a nivel nacional. Así que por supuesto, estoy rogando que pasen rápido los días para poder seguir. Los rubros que no somos de primera necesidad somos los más perjudicados”, contó Vanesa Ríos, que se gana la vida como manicura.

“Ahora hace un par de meses que trabajo en una escuela por la mañana, en el área administrativa. Pero no sé si voy a cobrar todo el mes ya que no estoy trabajando tampoco ahí. Estoy subsistiendo digamos”, agregó.

Son muchos los que a pesar de no tener un ingreso diario se han rebuscado la forma de apaciguar la situación, como Macarena que también se dedica a embellecer las manos. Hace unos años lleva una vida autosustentable y consigue sus alimentos a través de una huerta orgánica, que le ayudó inmensamente en esta pandemia, ya que si bien no puede salir a trabajar se alimenta con lo que ella y su pareja cultivan.

Plomeros, gasistas y electricistas también tienen jornadas difíciles. Sus oficios se vieron afectados en forma notable.

“Por el tema de la cuarentena solo he hecho cosas que eran de suma urgencia. Está complicado para el trabajo de forma independiente. Yo por lo menos tenía algo de ahorro y me los estoy comiendo para subsistir”, contó Abel, un plomero, antes de que este viernes se oficializara el permiso para que este grupo de trabajadores pueda salir a hacer trabajos de emergencia.

Darío Rodríguez es gasista y recordó que el último servicio que hizo fue dos días antes de que comenzara la cuarentena. “Si no trabajo no hay plata para la comida. Lo que hicimos con mi familia fue comprar lo más que pudimos, y después ya nos quedamos en casa. Ahora me queda lo indispensable para vivir dos o tres días más. Yo presto servicio en una clínica privada, pero se me complica ir porque es un lugar en riesgo”, le contó a El Chorrillero.

Emiliano tiene su propia peluquería y lleva quince días parado. “No puedo hacer nada, acostumbrado a estar todo el día a pleno con el trabajo, con mi vida rutinaria. No hacer nada me está matando económicamente como a todos, pero trato de ser positivo y seguir adelante”, explicó.

Anita es depiladora, y como su negocio está cerrado tiene “cero pesos”. Es monotributista, pero dentro de todo se siente a salvo porque vive con su madre y eso le permite tener un pequeño ahorro. “Compré unas cosas, mi mamá también y con eso nos abastecimos. La verdad es que no hemos salido a la calle. Por suerte compramos mucha comida como para tirar”, explicó.

Ya piensa que una salida para recuperar lo perdido en este tiempo será armar “algunas promos” para después del 12 de abril. “Nuestras clientas están desesperadas porque necesitan depilarse así que trabajo vamos a tener, pero las complicaciones económicas están ahora”, agregó.

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