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Suicidios, falta de higiene y sobrepoblación; advierten irregularidades en la Penitenciaria provincial

Dos internos se ahorcaron en menos de 20 días, mientras que decenas llevan adelante huelgas de hambre.

Foto: Archivo (2017)
Una celda de la Penitenciaría provincial.
Actualizada: 14/04/2020 00:59
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La crisis sanitaria por la que atraviesa el país intensificó problemas en el Servicio Penitenciario provincial. Los internos, a través de sus familias, advirtieron sobre diversas irregularidades. Entre ellas enumeraron los intentos de suicidio, disminución en el contacto con sus allegados, el “hacinamiento”, la falta de higiene en tiempos de coronavirus y “malos tratos” a quienes les llevan los alimentos.

En 17 días, dos presos se ahorcaron. El primero de ellos fue Jonathan Suárez, de 29 años, quien el 26 de marzo fue hallado en una celda de aislamiento. “Tenía asido a su cuello el borde de una frazada atado a su vez a un caño de grifería”, informaron la oficina de prensa de la Policía. La autopsia determinó que murió de asfixia por ahorcadura. Estaba procesado por la Cámara Penal Nº2 de Villa Mercedes.

El segundo deceso se produjo en la madrugada de este domingo. Nicolás Alberto Aballay, de 42 años, que estaba procesado por un doble homicidio ocurrido en el Barrio 133 Viviendas, fue encontrado “suspendido” en el enrejado de una celda. La causa de muerte fue “síndrome asfíctico debido a compresión extrínseca de cuello”.

Fuentes de la cárcel, dieron a conocer a El Chorrillero que cuando encontraron a Aballay, otro interno estaba intentando quitarse la vida, pero los guardias lo impidieron. Además, esa misma noche, otro hombre del pabellón 5, de apellido Navarro intentó lo mismo. No lo consiguió y estuvo internado durante algunas horas en el Hospital de San Luis.

Cárcel de la capital puntana.

Las medidas de seguridad establecen que los internos no cuenten con cordones, cables o elementos similares. Sin embargo en ninguno de los casos se habría respetado.

Una de las normas adoptadas por el Gobierno de Alberto Rodríguez Saá para prevenir la propagación del coronavirus fue la suspensión de visitas en las cárceles provincia. En paralelo, consintieron que continúen recibiendo alimentos desde afuera. Esto último ha generado malestar en quienes van a llevarlos.

La esposa de un interno de Pampa de las Salinas, detalló que ha recibido “maltrato” del personal. “Te tocan la comida con las manos teniendo cubiertos. La guardia del sábado fue asquerosa. Somos seres humanos que les llevamos alimentos a nuestros familiares. Ellos se piensan que es para perros”, dijo en un contacto con este medio.

Al respecto, otros mencionaron que algunos días reciben los víveres y otros no. Asimismo los entregan a los presos apilados, sin tapas y sin limpiar los plásticos.

En este sentido dijeron que no está permitido el ingreso de gaseosas, y que los internos pueden comprarla en el negocio de la Penitenciaria pero a “un costo mayor”.

Cárcel Pampa de las Salinas, en La Botija.

El 3 de abril, Rodríguez Saá visitó las cárceles en San Luis y en Pampa de las Salinas para revisar “diversos aspectos” enfocados en cuidar a todos “para evitar la circulación del COVID-19”.

“Los internos pidieron que no haya cambios de la guardia, pero no lo cumplieron”, reveló la mujer. Y agregó que en el recorrido les entregaron un kit de higiene que “usan en un día”.

“Fueron actos de una linda y emotiva hermandad, revisamos diversos aspectos destinados a cuidarnos todos para evitar la circulación del COVID-19”, comentó Rodríguez Saá después del contacto que mantuvo con reclusos.

El mes pasado, desde prensa del ministerio de Justicia, Seguridad, Gobierno y Culto anunciaron que ante la suspensión de visitas, se ampliaron los horarios de comunicación telefónica. Sin embargo, desde la cárcel aseguraron que no fue así y sólo cuentan con dos teléfonos por unidad, entre las que hay unos 150 internos. “Si no tienen tarjeta no pueden llamar”, sostuvieron.

Otro de los cuestionamientos fue debido a la sobrepoblación. Revelaron que en cada celda individual duermen dos internos. Por ello, solo uno cuenta con cama, mientras que el otro solo tiene un colchón.

“Hay un pabellón (el J) que está lleno de gente mayor y enferma. No tiene patio, no saben lo que es el sol. Lavan y secan ropa adentro con ventiladores. Hay dos personas ciegas”, denunciaron. También mencionaron la falta de medicamentos.

A raíz de estas problemáticas, unos 120 presos estarían llevando adelante huelgas de hambre desde hace unos días.

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