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Historias de San Luis: el ascensor

Por Nino Romero

Edificio“el monoblock de los militares”, situado por San Martín, entre Belgrano y Pringles (Foto: Marcos Verdullo).
Actualizada: 26/04/2020 03:19
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Una de las tantas referencias pendientes en las historias: La Confitería Mayo.

Nos cuentan familiares que el nacimiento fue a fines de 1940, por calle Rivadavia antes de Belgrano y se llamaba “La Tapera”.

Los propietarios eran los hermanos Allende.

Luego decidieron separarse comercialmente, y José Allende se trasladó a la esquina de Belgrano y Rivadavia con el nombre de “Confitería y Pizzería Mayo”.

Esquina Rivadavia y Belgrano (Foto: Marcos Verdullo).

Este lugar me recuerda siempre a mi madre. Adelaida Agüero se llamaba y era oriunda de Luján (San Luis), pariente de los Blanchet, familia conocida en esa zona.

¿Por qué la relación de la confitería Mayo con mi madre? Porque ella me contó que durante su embarazo casi todos los días iba a la confitería Mayo a probar algo o a comer un kilo de helado. Solita se mandaba un kilo de helado. Siempre dependiendo que mi padre hubiese tenido algún trabajo y cobrado, por supuesto. Era y fue su único antojo. Por eso es un recuerdo me quedó grabado a fuego cuando me lo contó.

Ahora funciona un comercio que vende electrodomésticos.

Por la zona, más precisamente por la calle San Martín entre Belgrano y Pringles, mano derecha en la actual circulación, está el edificio que llamamos “el monoblock de los militares”. Esa identificación la recibió porque era el lugar dónde antes únicamente podían alojarse los militares destinados a la Guarnición Militar San Luis.

Pero el tema no es el edificio. Es el ascensor. No estoy divagando.

Edificio“el monoblock de los militares”, situado por San Martín, entre Belgrano y Pringles (Foto: Marcos Verdullo).

¿Habrá sido este el primer edificio con ascensores en San Luis?

Que tuviera ascensores era toda una novedad, pero era muy difícil acceder “a subir y bajar” para los niños que queríamos vivir esa aventura. Muy complicado.

En lo personal, tuve la suerte que un hermano del alma a quien he recordado en estos escritos, Marcelino Celestino Rojo alias “El Conejo Blanco”, cuando le tocó el servicio militar varias veces estuvo destinado a hacer guardia en ese lugar.

Entonces, sobre todo si era fin de semana y él podía, me hacía entrar y subía hasta el último piso por el ascensor y de allí por una escalera hasta la terraza.

¡Qué sensaciones y momentos inolvidables!

Pasaba días atrás por ese edificio y recordé esas vivencias y me quedó la duda.

¿Habrá sido el primer ascensor que se instaló en San Luis? Ascensor, no montacargas que ya había algunos.

Por supuesto después fueron comunes. Y algunos accidentes en los mismos también.

Por las dudas, para que no crean que hemos olvidado, en la misma vereda de la San Martín esquina con Pringles, el bar Ocean. Ese también fue uno de los bares donde se decidieron históricos momentos de la vida política de San Luis.

San Martín pasando Pringles (Foto: Marcos Verdullo).

Y el subsuelo del Ocean en donde funcionó “La Cueva de Los Watussi”. Un mítico conjunto de San Luis de plena vigencia y con varios de sus integrantes originales.

En ese subsuelo alguna vez funcionó una pista para autitos eléctricos que era gigante. Nos sentíamos en los mejores autódromos del mundo con los pulsadores en mano, y hasta llevábamos nuestros propios “autos eléctricos” especialmente preparados.

En esa esquina, la de la garita del policía, estaba una casa de chocolates de una marca muy conocida que persiste en San Luis, pero bastante venida a menos de lo que era en esa época. El café variedad “Franja Blanca” era muy codiciado. Molían a la vista la cantidad que querías llevar. Y ni hablar de la variedad de chocolates.

Por San Martín, a unos metros, pegado a un local de telefonía celular que en alguna oportunidad fue un banco, funcionó pizzería Las Vegas. Excelentes productos y la novedad era que en un ticket te iban marcando lo que consumías y a la salida pagabas. Pedías los productos en la barra y te sentabas si encontrabas lugar.

La seguiremos. Hay muchas historias para contar.

ninoromero@gmail.com/elchorrillero@gmail.com

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