Monseñor Martínez: “El pecado es más grave que todo el coronavirus porque mata el alma”
Sin la clásica multitud que convoca el Santo y en medio de protocolos preventivos por la pandemia, se llevó a cabo la tradicional misa encabezada por el obispo de San Luis.
Por Julián Pampillón
Año tras año el Cristo de la Quebrada recibe a cientos de miles de feligreses tanto de San Luis como de otras provincias. Se trata de una fiesta significativa para la vida puntana que siempre es esperada con ansias por los creyentes y devotos.
Pero este domingo se vivió una misa atípica. La marea de fieles que se acerca para cumplir una promesa o simplemente visitar la localidad, no estuvo.
Es que la pandemia por el coronavirus obligó a las autoridades a tomar medidas precautorias en torno a la celebración y no hubo público.
Además de monseñor Pedro Martínez Perea, estuvo la intendenta de Villa de la Quebrada, Rosa Calderón, algunos sacerdotes, un grupo de monjas y la asistencia técnica de la transmisión.
Los fieles también pudieron seguir la celebración por las redes sociales, a través de la página de Facebook de Pastoral Comulación San Luis y por radio en Ave María FM.
Tras el comienzo de la homilía cerca de las 17:13, el tema que tocó inicialmente Martínez y de manera casi inevitable, fue el contexto en el que se dio la festividad, que la calificó como “particular”.
“Acompañamos al Cristo especialmente desde su cruz, desde el dolor, el sufrimiento personal del párroco, de la intendenta, de la comunidad religiosa que atiende el santuario, es un dolor de todos los fieles que no pidieron venir, de las agrupaciones pelegrinas, de gauchos. Pero Dios los mira a todos”, manifestó.
Seguidamente, citó un fragmento del evangelio que hizo alusión a la labor del buen pastor, el trato con sus ovejas y la relación que tienen mutuamente.
“Él conoce a sus ovejas y las ovejas lo conocen a él. Cuando escuchan su voz, ellas lo siguen. Pero las ovejas no escuchan cuando no conocen su voz. Va delante de ella y las ovejas lo siguen porque conocen su voz”, leyó de la Biblia el representante de la Iglesia en San Luis.
Siguiendo con su palabra, sostuvo que “Dios conoce todo nuestro corazón” y que “sabe lo que podemos y no podemos”: “Como nos conoce podemos venir a sus pies y pedir perdón”.
“Hemos perdido el sentido del pecado, por eso perdemos también el sentido de Jesucristo. El Cristo de la Quebrada nos muestra toda su bondad, toda su capacidad de vengan a mí los que están cansados y agobiados”, señaló.
“El pecado es más grave que todo el coronavirus porque mata el alma”
En este sentido, se refirió a cómo es abordada la cifra de muertos por Covid-19. Dijo que detrás de cada víctima “hay una familia, una vida, amigos” y pidió “no acostumbrarse a los números que reflejan las noticias”.
“No son un número, son personas, son lágrimas, es sacrificio, es dolor”, indicó y agregó: “Como nos gustaría estar todos, siguiendo aquellas costumbres y leyes que nos ayudan a llevar adelante nuestra enfermedad. Ofrezcamos a los pies de Cristo, pero no rebelemos”.
“Tenemos un cuidado asombroso para no contagiarnos, barbijos, las distancia y está bien, ¿tenemos la misma preocupación para el pecado? El pecado es más grave que todo el coronavirus, porque mata el alma y cierra las puertas a la vida eterna”, aseveró.
Así, sostuvo que la gracia de Dios es “más importante que el alcohol en gel”.
También se refirió a aquellos que no pudieron asistir por el aislamiento obligatorio. “El Cristo no se olvida, conoce a cada uno por su nombre, de los que vienen de Mendoza, San Juan, Córdoba y de todos los lugares de San Luis. Él se acuerda, se acuerda de quien no ha venido y que no está, pero le alcanzará la gracia si se lo piden”.
Por otro lado, pidió rezar por todos aquellos que dedican su vida a la Iglesia, los seminaristas, sacerdotes y personas que “mantienen la vocación”.
“Que el Cristo bendigan también a aquellos que lo llevaban en andas y que hoy sufren porque lo tenían como algo propio, Jesús toma ese sufrimiento. La Policía, los Bomberos, la intendencia, todos aquellos que ayudan para que estemos bien, que el Cristo dé la paz, bendiga a sus familias, bendiga a los enfermos, que aquellos que están en el hospital o solos miren al Cristo y tengan paz”, finalizó.
Tras la homilía, Martínez salió de la parroquia y realizó su bendición a los cuatro puntos cardinales. De esta manera culminó una celebración atípica y única en tiempos de coronavirus.