Necesidad, abandono y usurpaciones: una dura realidad en la zona sur de la ciudad

La Policía en un operativo constató ayer la presencia de unas 200 personas, entre mayores y menores. El procedimiento se realizó tras la denuncia por usurpación que radicó un preadjudicatario.

Ahora, según la información oficial, unas 20 familias permanecen en el barrio 70 viviendas, que no se terminó en la anterior gestión municipal.

Las casas no tienen techos, puertas, ni ventanas, pero aun en esas condiciones muchas fueron ocupadas en forma irregular.

La crisis habitacional se evidencia al llegar al barrio conocido como 70 Viviendas, ubicado en la zona sur, en cercanías al Néstor Kirchner, Padre Mugica y 200 Viviendas. Las casas comenzaron a edificarse durante la administración de Enrique Ponce.

Con el argumento de que “no tienen donde vivir” decenas de familias las ocuparon. Dicen que la difícil situación económica por la que ya atravesaban, empeoró a partir de la declaración de la pandemia del coronavirus.

“Estaba viviendo en una pieza con mis cuatro hijos. No tengo como acceder a un techo”, reconoció una madre que sólo cuenta con dos colchones para dormir en estos días en los que el frío hace sentir su rigor.

Hace cinco días usurpó una de las casas que estaba vacía. Contó que en ese momento fue personal de la Municipalidad y les permitió quedarse allí. Sin embargo, este jueves acudió la Policía y los intimó a desocuparlas.

Tras un corte de calle y quema de cubiertas, la mayoría se retiró del predio.

“Me dijeron que si no me iba, la Comisaría el Menor me quitaría a mis hijos. Si no nos íbamos por las buenas, llegaría el COAR por las malas”, relató la mujer.

El Chorrillero estuvo hoy en el lugar y habló con vecinos. Al recorrer las manzanas se advierte el abandono y la necesidad. Las calles no ha sido delimitadas, los pastizales están altos, y hay agua acumulada en distintos sectores. Los protocolos sanitarios del COVID-19 son imposibles de respetar.

Sólo algunas casas cuentan con techo, a otras familias sólo les alcanzó para poner maderas, nylon o chapas. Las ventanas y puertas están cubiertas de forma similar o con ladrillos. Algunos han instalado carpas entre las paredes. Tampoco tienen baños.

El frío es otro problema que deben sortear a diario.

“Estamos con los chicos en la nada”, subrayó otra madre, mientras los niños corrían y jugaban ignorando la dura realidad que viven.

“Tenemos cuatro chicos. Nuestra vivienda no se puede habitar. Las paredes se mueven todas y no nos da el bolsillo para hacer algo”, fue otro de los relatos.

Ante eso, entre las familias colaboran para darle forma a cada hogar. Los hombres se las ingenian para edificar, mientras que las mujeres y niños los ayudan y también se encargan de limpiar o sacar yuyos.

La preocupación crece debido a la inseguridad. Quienes tienen la posibilidad de comprar materiales para la construcción se enfrentan al temor diario de que se los roben, como ya ocurrió en muchas oportunidades.

Durante la recorrida de El Chorrillero, se encontraba personal del juzgado de Menores realizando un relevamiento de las familias y la cantidad de niños.

“Pedimos que el señor intendente (Sergio Tamayo) se haga cargo o el Gobierno nos ayude. No queremos vivir así”, insistió la mujer.

El reclamo hacia la Municipalidad fue uno de los más escuchados. “No aparece para nadie. Ni para titulares ni usurpadores”, cuestionó una de las vecinas que se instaló hace días en el barrio.

“Tamayo desde que asumió nunca se presentó. Que venga, hablé con nosotros, nos explique y brinde tranquilidad”, añadió otra mujer.

El triste escenario afecta a muchas familias con niños. Las condiciones precarias de vida son el reflejo de un barrio que está en San Luis, pero al que nadie quiere mirar ni auxiliar. Sólo piden poder subsistir de forma digna.