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Historias de San Luis: la Galería Sananes

Por Nino Romero.

Entrada sobre peatonal Rivadavia.
Actualizada: 29/05/2020 11:09
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La Galería Sananes, fue, tal vez, la primera galería comercial de la ciudad de San Luis en la que entrabas por una calle y salías por otra.

Por supuesto que será bienvenido el aporte que nos diga lo contrario.

El nombre de la galería es el apellido de una familia de inmigrantes judíos llegados a estas tierras a comienzos del 1900, nos informan integrantes de esta querida comunidad.

Así lucia el actual edificio de la galería Sananes hacia 1930,propiedad de Moisés Sananes, cuyo primer emprendimiento fue “La casa de las ofertas”. (Foto archivo histórico)

Toda una aventura recorrerla de San Martín a Rivadavia, o viceversa.

Tuvo sus épocas de brillo como también de oscuridad, que iban de la mano de las situaciones económicas del país, de la provincia, y de los negocios que allí se instalaban.

Esta es lamentablemente una época complicada para la galería con muchos locales vacíos.

Vamos con algunos recuerdos. Entremos por calle San Martín.

Entrada de la galería por calle San Martín.

Los hermanos Suárez con su tienda de vestir popularmente conocida como Belfast.

Una peluquería y agencia de viajes, el negocio de instrumentos musicales de Pepe, dónde también funcionó en una larga época la agencia de publicidad y de representaciones artísticas del gran amigo Diolindo Garro.

No busque a estos negocios. Ya no están.

Un local inmobiliario que maneja algunos de los alquileres del lugar.

También la galería Sananes tuvo que ver con los medios de comunicación, ya que allí nació una radio FM que persiste en la actualidad que se llama FM Libre, que se trasladó a otro lugar.

Siempre entrando por San Martín, apenas subías las escaleras para encarar el pasillo central, te encontrabas con la radio. También estuvo en la galería otra emisora llamada XLW y una de la comunidad boliviana.

Por esa entrada, y antes del primer tramo que culminaba con unos anchos escalones, había un local de grandes dimensiones, de dos pisos, donde funcionaron confiterías bailables que fueron mutando de nombre con el tiempo.

La denominación más famosa fue Kit Kat.

El pasillo central tuvo varios locales de asociaciones de profesionales y comercios, cuyos rubros fueron variando con el tiempo.

Actualmente hay lugares donde tatuarse, comprar ropa e implementos rockeros, un sex-shop, peluquerías y en algún momento funcionó un hermoso salón en el primer piso de ese pasillo central que pertenecía a un gremio vinculado al correo, lugar que seguramente debe persistir.

Pasillo central de la galeria.

Julito Fernández firme con su joyería y relojería cuando comenzamos a transitar la salida hacia Rivadavia. Y conserva la linda costumbre de su padre, Julio, de compartir un exquisito café con los amigos o visitas.

Siri Gettar Turbay, una tradición. Y el hermoso recuerdo que tengo de su mamá y toda su familia. Y su casa comercial que nos transporta a lugares de ensueño.

Y agencia La Mascota con su propietaria Susana.

Por supuesto hay otros locales con rubros como celulares, regalería, juguetería y ropa.

Van cambiando con el tiempo, y esta época de pandemia ha sido un duro golpe para todos.

En lo personal muchos recuerdos con el negocio de instrumentos musicales de Pepe y el local de Diolindo Garro, con quien trabajamos mucho tiempo juntos.

Un gran amigo y laburante de los medios y del espectáculo.

Y momentos en el negocio de Gabriel y Carina, casi llegando a las escalinatas que llevan a calle Rivadavia, dónde hicieron mis dos primeros y únicos tatuajes. Uno en cada brazo con el nombre de mis hijas Majo y Luci. Diminutivos por supuesto de sus nombres.

Ahora, como llegó la tercera, Monserrat, tendré que ir a tatuarme nuevamente.

Es, al menos con Gabriel, una linda experiencia.

Pero, se sigue negando a tatuarme el escudo del equipo de mis amores.

ninoromero@gmail.com/info@elchorrillero.com

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