X

Historias de San Luis: pueblos unidos

Por Nino Romero.

Damiana Vega.
Actualizada: 05/06/2020 00:00
PUBLICIDAD

En los últimos días la provincia de San Luis es noticia por muertes ocurridas como consecuencia del “talud o terraplén o barricada o montículo de la muerte”, que colocó el gobierno de San Luis como prevención por la pandemia, sin pensar que había otras alternativas para controlar el paso de las personas de un lugar a otro, y no hacerlas sentir presas o privadas de la libertad y en estado de desesperación en muchos casos.

Aclaro que estoy a favor de las medidas que se tomen para controlar el avance del COVID 19, pero algunas de ellas se transformaron en increíbles y hasta irracionales.

Pero no escribiré sobre este tema, que tuvo y tiene excelentes coberturas periodísticas locales y nacionales, como así también deliberadas omisiones.

Es para afirmar que es grave que se ignore la unión geográfica y espiritual que tienen varias localidades del norte puntano con sus similares del lado cordobés.

Hay un límite, pero que no divide la vida real de los habitantes de uno y otro lado.

Siempre ha sido así. Trabajo, salud, comercio han caminado juntos de un lado y del otro.

Leía días pasados al intendente de Merlo discutiendo en las redes con una persona a la que acusó de ejercicio ilegal de la medicina.

Sin entrar en juicio de valor de esta frase y lo que debería hacer el intendente en este caso, toda esta bella zona, tanto de San Luis como de Córdoba, es propicia para la práctica y el ejercicio de lo que se llaman “Terapias Alternativas”, que son múltiples y variadas.

Pero si nos remontamos a algunos años atrás, debemos dejar de lado un vocabulario rebuscado y hablar de curanderos y curanderas, yuyeros y yuyeras, acomodadores de huesos o hueseros y hueseras, que forman parte de nuestra rica historia.

Por ejemplo, doña Tina Murúa, a quien visité con mis padres hace muchos años y todos la definían en la zona de La Paz como “médica y curadora de las almas”.

Sus yuyos eran pociones mágicas para muchas dolencias.

O Doña Damiana Vega, una solidaria mujer habitante de las sierras de Comechingones, que también ayudaba a las personas que no andaban bien de salud.

Damiana Vega.

O “El Alemán” de Carpintería, que te acomodaba “el esqueleto” con masajes y movimientos que te dejaban como nuevo.

Y si nos venimos a Concarán, no puedo dejar de citar a “Don Acosta”, un curador de huesos y dolores óseos de fama nacional e internacional.

Personas muy famosas lo visitaban a don Antonio Acosta, que era su verdadero nombre.

Puede molestar a aquellos que no creen en lo que hacen o hacían estas personas con métodos naturales, pero hay demasiados testimonios públicos agradeciendo la ayuda recibida. Creer o reventar.

Y no hagamos un listado de quienes curan empachos, ojeaduras, los parásitos.

Algunos de manera presencial. Otros solamente con una foto o a la distancia.

Quiero decir que hasta en estas cosas, que van más allá de la razón o de la lógica, los pueblos cordobeses y sanluiseños del norte están unidos.

Y la cultura, la música y las costumbres de Córdoba predominan.

Pero nada de esto separa. Todo lo contrario. Une. Y así se vive en esa zona.

Las redes sociales me llevaron a este breve recuerdo de personajes, y hay muchos más por supuesto en toda la provincia. Esta vez la referencia es para el norte nada más.

Son cuestiones de las memorias colectivas de cada lugar, que se deben preservar y difundir.

Ayudarían a vivir y ser mejores.

ninoromero@gmail.com/info@elchorrillero.com

PUBLICIDAD

EN PORTADA EL CHORRILLERO

SUBIR