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Crimen de Mónica Ramos: “Han sido los seis meses más horribles de mi vida”

Martín Rodríguez volvió a pedir celeridad en la investigación por la muerte de su madre y que la Justicia tome la causa con “respeto, seriedad y responsabilidad”.

Foto: marcos verdullo.
Martín Rodríguez.
Actualizada: 03/09/2020 06:54
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Por Antonella Camargo

“En lo profesional tenía un currículum impecable y en lo humano era una persona hermosa”, recordó el hijo de Mónica Ramos, Martín Rodríguez en una entrevista que dio este miércoles a El Chorrillero.

Medio año pasó desde el asesinato de la docente, que conmocionó a la ciudad de San Luis y a la provincia. A la psicopedagoga de 61 años le arrebataron la vida dentro de su casa, luego la incendiaron y se robaron su vehículo. Cinco días más tarde quedó detenido por el hecho Héctor Federico Núñez, quien hasta ahora es el único sospechoso.

Los días corren y el dolor de su familia y amigos parece no tener fin debido a la falta claridad y de celeridad en la investigación que lleva adelante el juez Penal N°1, Marcos Flores Leyes.

“Han sido los seis meses más horribles de mi vida”, expresó Martín. Y advirtió que aún aguardan “tener respuestas claras de todo lo que ha pasado”.

El joven recordó el trágico 3 de marzo que cambió su vida para siempre: “Estaba en Mendoza. Me llamó el vecino del frente porque no podían contactar a mi mamá y la casa se estaba prendiendo fuego. Como el auto no estaba pensé que se había ido a trabajar”.

Recordó que como en los minutos siguientes no lograban dar con ella, decidió trasladarse hasta San Luis.

“En pleno viaje, las radios anunciaban algo. Primero decían que había una mujer muerta. Hasta llegar pensé que podía ser la chica que trabajaba, nunca imaginé que sería ella. Había muchísima gente en la vereda de la casa: móviles, policías, periodistas, bomberos”, rememoró.

La docente fue hallada en el baño de la propiedad: tenía unos 20 cortes en distintas partes del cuerpo. La autopsia determinó que murió producto de un shock hipovolémico causado por un arma blanca, a la altura del cuello.

Martín había estado junto a su madre hasta la noche anterior: “Pasé por el instituto donde trabajaba, la saludé y seguí a Mendoza. Hablé hasta la una de la mañana cuando llegué porque siempre le avisaba. Estaba acostada, recién terminaba de cenar”.

El auto de Ramos apareció a la mañana siguiente a unas cuadras de su vivienda.

Con la angustia de no saber con certezas lo que realmente sucedió y porque perdió a su amor más grande, transmitió cómo era Mónica Ramos: “Una madraza, la persona más hermosa que conocí en mi vida”.

“Me pasé la vida con ella, era todo lo que yo tenía. No somos una familia muy grande. Mis padres estaban divorciados hace mucho tiempo. Tengo 30 años y me seguía cuidando como cuando tenía cinco. Vivía por sus nietas. Trabajaba para poder viajar, verme a mí y a mi hermana en Francia”, continuó.

Indicó que Mónica “dedicó 40 años a la profesión más bonita, que es la educación”, y “generó semillas en todos lados, dio clases creo que en 11 escuelas en San Luis”.

Después de la muerte de su madre, Martín tuvo que quedarse en San Luis para “esperar qué pasaba con la Justicia”. Sin embargo, nunca pensó que podían “demorar tanto”.

Sólo hay un detenido por el homicidio de la docente.

“Los días son horribles, todo lo que hago me recuerda a ella, en cualquier calle hay una escuela donde estuvo. Mi hermana está a 14 mil kilómetros. Es imposible explicar lo que pasó”, afirmó.

Respecto a la investigación, expuso que durante este periodo hubo una serie de complicaciones en el avance de la causa: “Tenemos miedo que esas irregularidades, que han demandado mucho tiempo, perjudiquen el día de mañana saber qué pasó”.

“No solo queremos saber quién fue sino cómo y por qué (…) Estos seis meses estuvimos atravesados por tres meses de parate de la Justicia, por protocolos de pandemia. Insistimos en que no nos parecía. Después atravesamos un mes de feria judicial que se sumó a los otros”, cuestionó.

Sobre el único detenido que tiene la causa dijo que hay “muchas pruebas en su contra”, pero consideró que “afuera hay alguien que ayudó a planear esto o facilitó el ingreso a la casa”.

Manifestó malestar porque “no había necesidad de llegar a esta altura y no tener respuestas”, aunque reconoció que en las últimas semanas hubo un mayor movimiento en la causa.

Días después del crimen hubo una marcha en pedido de justicia.

“Han salido oficios o bastantes órdenes del juez para que se lleven adelante pericias claves como el hisopado en las uñas de mi mamá que se van a realizar. Las muestras estaban depositadas en un despacho. En teoría salió el pago para que se hagan. Me parece algo clave, el ADN es importante. No puede ser que estemos a seis meses y no lo tengamos”, también criticó.

Precisó que los análisis en el vehículo de Ramos “no sirvieron” y que los informes de celulares arrojaron sobre una conversación entre su padre y la empleada de la víctima.

“De eso también salió que la persona detenida, en sus mensajes o llamadas decía que el día que pasó todo iba a recibir un monto de dinero, para pagar tal cosa. Obviamente esos informes los hace delitos complejos, después llevan un análisis más profundo”, agregó.

También aseveró en que restan declaraciones “claves”, entre ellas, personal de la Policía, bomberos, allegados a Núñez y a la docente.

En este contexto, Martín apeló a la Justicia de San Luis: “Que trabajen mínimamente normal. No pedimos que la causa sea más importante que otras, que se salteen protocolos sino que funcione. Que se pueda llevar adelante una pericia, una audiencia. Todo este tiempo perdido a mí no me lo devuelve nadie, a mi mamá tampoco. Que lo tomen con respeto, seriedad y responsabilidad”.

Al mismo tiempo, requirió la intervención de los ministerios de Seguridad y Justicia porque “hay muchas investigaciones que no se hicieron, cámaras que no se controlaron, y todo eso quedó atrás y no se puede recuperar”.

“Que entiendan que atrás de esto no hay un papelerío, hay una familia. Necesitamos realmente saber qué pasó, porqué, cómo y quién más estuvo”, dijo al final.

Video: Víctor Albornoz

Edición: Gonzalo López

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