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Historias de San Luis: la hamaca de Dolores

Por Nino Romero.

Actualizada: 20/09/2020 18:32
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Sé que hay muchas historias similares a la que voy a relatar. La famosa hamaca que supuestamente se mueve sola.

Se han contado casos parecidos en distintos lugares del país y del mundo, e inclusive el hecho ha generado guiones de series y películas.

“Esta historia tiene al menos 15 años”, me aclara la docente y después directora, mi amiga Mabel.

“Los docentes tratamos de dejar huellas de amor en el corazón de los niños, y esta es una bella historia de amor”, asegura Mabel.

Sucedió en una escuela pública muy grande dentro de las cuatro avenidas en la ciudad de San Luis. Es un prestigioso establecimiento y alberga una gran cantidad de alumnos.

Una nena de 5 años llamada Dolores se enfermó y no volvió nunca más a la salita con sus compañeritos.

Su Mamá fue un día a la escuela y avisó que Dolores se había ido de viaje para siempre, y no volvería al Jardín de Infantes.

Cuentan que era una nena muy divertida.

Le gustaba leer, dibujar, pintar, correr por el patio, pero…atención: el mayor momento de felicidad era subir a una hamaca que había elegido como su favorita, y que generalmente no le gustaba prestar. Sentía que era de ella. Que sólo ella debía usarla.

Y acá entra en escena una ordenanza de la escuela, Mercedes, que sigue trabajando actualmente.

Cuenta que luego de la partida de Dolores de este mundo terrenal, ella comenzó a observar que la hamaca en muchos momentos se movía sola.

Por supuesto que las primeras veces lo tomó como una sugestión.

Lo atribuyó al viento, a que alguien la había usado y quedó enroscada en sus cadenas, y entonces el movimiento.

Poco a poco se fue convenciendo que no era una sugestión o una ilusión.

Observaba atentamente, y la hamaca, en muchas oportunidades se mecía sola.

O cómo si alguien estuviese jugando con ella.

Pero no eran todas las hamacas. No. Era la que conocían como “la hamaca de Dolores”.

Esa era la única que se movía sola.

Esta señora nunca tuvo miedo. Todo lo contrario. Contó que esos momentos la llenaban de paz y alegría.

Y que alguna vez, cuando observó que hacía mucho que la hamaca no se movía, ella dijo: ¡Hola Dolores! Y la hamaca comenzó a moverse suavemente. Como siempre.

(Los nombres son reales).

ninoromero@gmail.com/info@elchorrillero.com

 

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