20 años de Las Leonas: un equipo legendario que marcó al deporte argentino
Este 29 de septiembre, se cumplen dos décadas del primer podio olímpico que logró el hockey sobre césped argentino. En una charla con Karina Masotta, capitana e ícono de aquella Selección, rememoramos el golpe inesperado, la noche mágica y el sueño cumplido de un equipo eterno.
Están paradas una al lado de la otra. Se miran, se ríen, lloran, levantan los brazos y saludan. Tienen esa sonrisa estática que sólo se dibuja cuando hay una felicidad que nada ni nadie puede opacar. Vuelven a mirarse entre sí y no lo pueden creer. Es que de sus cuellos cuelga la medalla de plata con la que tantas veces soñaron dormidas y despiertas. Y todavía no lo saben, pero además de subir la bandera argentina a un podio olímpico por primera vez en la historia del hockey sobre césped nacional, traspasaron la pantalla y encendieron una llama interna en los corazones de miles de chicas a las que les marcarán la vida para siempre…
Esas 16 mujeres vestidas de celeste y blanco, hace 20 años, delinearon el guión de una historia que pareciera que se tenía que dar de la forma en la que se dio. Sin un gol más ni un gol menos. Así, repleta de condimentos únicos, alegres y frustrantes que se mezclaron y crearon la receta perfecta.
Las Leonas nacieron en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y desde allí nada fue igual. Se convirtieron en una marca registrada. Al margen de la larga lista de títulos que consiguieron (en dos décadas lograron 2 campeonatos del mundo, 4 medallas olímpicas y 7 Champions Trophy, entre otras conquistas), generaron un boom que hizo que la disciplina se popularice y gane terreno en los colegios junto al vóley y al handball. Contagiaron a cientos de nenas que alguna vez gritaron ese deseo unánime de “quiero ser una Leona” y convirtieron al hockey en el deporte más practicado por las mujeres. Pero sobre todo, le enseñaron valores para el deporte y la vida misma a una sociedad en plena crisis, que por aquellos tiempos estaba sedienta de alegrías.
Un golpe inesperado
El arranque del torneo olímpico fue alentador con las victorias ante Corea del Sur (3 a 2) y Gran Bretaña (1 a 0). Sin embargo, luego de las derrotas ante Australia (3 a 1) y España (1 a 0) en el cierre de la fase de grupos, surgió un imprevisto que cambió todos los planes: una confusión en la interpretación del reglamento hizo avanzar a la Argentina a la fase final sin puntos (no se arrastraron las unidades obtenidas ante los equipos que fueron eliminados) y la ilusión de pelear por una medalla parecía diluirse.
En medio de la desazón, las jugadoras, el cuerpo técnico, los familiares y los periodistas comenzaron a sacar cuentas y descubrieron que, de ganar los tres partidos siguientes, Argentina se metería en la final.
"En ese momento, si bien había una mala interpretación del reglamento, no teníamos tiempo para andar buscando quién era el que había leído mal o el culpable. No fue el momento más lindo que vivimos pero había que seguir el torneo y teníamos todavía posibilidades de sumar a pesar de que estábamos con cero puntos. Mentalmente, estábamos preparadas para revertirlo", afirma Karina Masotta, capitana e ícono de la Selección, en una charla con Filo News. Empezaba a asomarse el símbolo que se venía gestando.
La noche mágica
Para que se distraigan y traten de dar vuelta la página después de todo lo sucedido, el cuerpo técnico encabezado por Sergio Vigil, junto al asistente Gabriel Minadeo, el preparador físico Luis Barrionuevo y con Luis Ciancia cumpliendo el rol de head coach, le dio la tarde libre al plantel en la previa del partido contra Holanda, el primero de los tres que debían ganar. Luego, esa misma noche, se reunieron todos en la casa donde se hospedaba el seleccionado en Sídney. Sentadas en una ronda, las chicas primero escucharon a Cachito brindar la charla técnica. Y en el cierre tomó la palabra Barrionuevo, quien sacó a relucir un cuento.
"Terminamos todas muy emocionadas", anticipa Masotta y enseguida viaja con la memoria a aquel instante en el que rompió el silencio con una frase: "Fueron 10 segundos en los cuales yo miré al cuerpo técnico y le dije: ‘Es momento de sacar a la leona'".
¿A qué se refería la capitana? Desde hacía un tiempo, junto a Nelly Giscafré, la psicóloga del equipo, las jugadoras venían trabajando en la idea de crear un símbolo con el que se sintieran identificadas para tratar de romper de una buena vez con esa "barrera" que les impedía subirse al podio. Y todas concluyeron en que la respuesta era la figura de una leona, que representa a la que reúne a la manada y protege a sus cachorros. "Ella (Nelly) nos dijo que teníamos que tener un nombre que nos identifique. Entonces, como pensábamos que nos protegíamos, teníamos garra, luchábamos y peleábamos por lo que queríamos, dijimos: ‘Es la leona'", cuenta la delantera.
La que tuvo la misión de trazar el dibujo fue Inés Arrondo, que recibió la ayuda de la cuñada del técnico para digitalizarlo. Luego de un largo periplo y a contrarreloj antes de emprender viaje hacia el continente oceánico, Vigil mandó a estampar el diseño de la leona en un juego de remeras que le obsequió a las jugadoras en la gira previa a los Juegos por Nueva Zelanda.
"No sabíamos en qué momento usarla, de hecho, pensábamos en jugar la final con la remera. Pero se dio esta situación y creí que era el momento oportuno para que saliese la Leona. Soy una persona que siempre trata de hablar, de mediar y consensuar todo con el equipo. Pero en ese momento no le consulté al grupo, sino que pensé que había que hacer un giro de 180 grados como para que nos motivemos con eso tan lindo que nos iba a identificar de por vida", revela la capitana, que abrió la puerta de la jaula para darle rienda suelta a la leona.
Ese tesoro oculto que sólo ellas conocían, salió estampado en la camiseta por primera vez el 24 de septiembre del 2000, cuando Argentina venció a Holanda por 3 a 1. Nadie sabía de qué se trataba ese ícono, pero para las jugadoras representó una fuerza colectiva que las impulsó a ir por la ansiada final. Luego de derrotar a China (2 a 1), las chicas dieron un concierto ante Nueva Zelanda que terminó en una goleada por 7 a 1 y les dio la seguridad de que de Sídney, se iban a ir con una medalla.
Sueño cumplido
"Fue algo soñado. Poder disfrutar la final con un equipo tan noble como Australia fue grandioso y muy imponente. En ese momento no es que estábamos entregadas, pero sí sabíamos que ya habíamos cumplido el sueño. El faltarle el respeto a Australia no nos lo propusimos. Creo que todas sentimos lo mismo. Tener la medalla de plata en ese momento para nosotras fue como decir ‘tenemos igual la de oro’. Nos quedamos con esto y cumplimos el objetivo que quisimos. Lo siento de esa manera con total tranquilidad y disfrutando que estuvimos en lo más alto igual", reflexiona Masotta sobre la definición que quedó en manos de las australianas (3 a 1).
Aunque le cuesta encontrar las palabras exactas, la capitana describe las sensaciones que sintió arriba del podio: "Se me pasaron por la cabeza todas las cosas que hemos hecho para poder lograr esa linda medalla que hoy tenemos. Los momentos previos a cada entrenamiento, los desafíos nuevos que nos proponían por hacer, las carreras de Luis (Barrionuevo) a larga distancia, las charlas técnicas. El compañerismo, la parte solidaria del grupo, la familia que te contiene y está siempre al lado tuyo".
El legado
En tiempos donde no había Whatsapp, redes sociales ni nada por el estilo, Las Leonas no tenían real dimensión de cómo se vivía en el país su aventura por Sídney, donde la diferencia horaria también les impedía medir la magnitud de su impacto. "No nos dábamos cuenta. Cuando la familia nos contaba, decíamos que seguro no era por nosotras sino por el fútbol o algún deportista más reconocido. Pero nos insistían: ‘No, es por ustedes, la gente se está levantando para verlas a ustedes'", suelta Masotta, entre risas. Y agrega: "Esa es la gente solidaria que tiene la Argentina. Y es un agradecimiento de por vida porque fue algo extraordinario".
Para la delantera, en esa cita olímpica el equipo encontró la fórmula que le faltaba para conseguir sus aspiraciones. “Teníamos que trascender la parte física y estuvimos con un profesional totalmente idóneo y excepcional como Luis (Barrionuevo), que supo entender lo que necesitaba Cacho para poder dar ese salto de calidad".
Pero hubo algo más que llevó a la Selección a marcar un antes y un después en la historia del deporte argentino. “Formamos y fortalecimos los valores para poder lograr el objetivo que tanto soñamos. Los valores fueron el respeto, ser solidario, humilde, tener disciplina ante todo, desafíos nuevos, compromiso. Todo eso es lo que dejamos como legado. Y a su vez, es lo que nos forma y nos educa para poder llegar a lo más alto del deporte. Las medallas y los títulos son la consecuencia", sentencia Masotta.
Al fin y al cabo, Las Leonas cumplieron mucho más que su sueño. Sin proponérselo, sentaron las bases de un legado que sigue perdurando en el tiempo, dieron una lección fundamentada en el esfuerzo, la disciplina y el trabajo como los caminos nobles que conducen al éxito y derribaron esa nefasta teoría de que salir segundo es un fracaso.
Entonces, es tiempo de cumplir con nuestra parte de la tarea y mantener vigentes para siempre los nombres de esas mujeres que ahora, 20 años después y a través de videos, se miran paradas en el podio una al lado de la otra, sonríen y vuelven a llorar sin poder creerlo.
Ellas son: Mariela Antoniska, Magdalena Aicega, Inés Arrondo, Luciana Aymar, María Paz Ferrari, Anabel Gambero, Soledad García, María de la Paz Hernández, Laura Maiztegui, Mercedes Margalot, Karina Masotta, Vanina Oneto, Jorgelina Rimoldi, Cecilia Rognoni, Ayelén Stepnik y Paola Vukojicic. Acompañadas por Sergio Vigil (entrenador), Gabriel Minadeo (asistente), Luis Barrionuevo (preparador físico) y Claudia Medici (jefa de equipo).