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En realidad, ¿quién elige al presidente en Estados Unidos?

Mientras que el voto popular elige a los alcaldes, gobernadores, senadores y representantes a la Cámara, es el Colegio Electoral el que termina eligiendo al presidente de Estados Unidos, en ocasiones, saltándose incluso la voluntad popular. Estas son las claves del voto para los comicios del 3 de noviembre.

De un total de 538 votos electorales que están en juego en los 50 estados, la cifra mágica para ganar la presidencia es 270 votos.
Actualizada: 01/11/2020 22:28
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Por Cristóbal Vásquez (*)

El presidente de Estados Unidos no lo elige el pueblo con su voto, lo hace un grupo selecto de 538 delegados escogidos por los partidos políticos llamado el Colegio Electoral. Personas que se comprometen a votar como lo indica la mayoría en cada estado, aunque muchos no están en la obligación de hacerlo.

En el año 2000, Al Gore, a pesar de haber ganado el voto popular por cerca de 500.000 votos, perdió la elección contra George W. Bush, quien obtuvo la mayoría de los votos electorales y fue electo presidente.

Sin ir muy atrás, Hillary Clinton perdió en el 2016 a pesar de haber ganado el voto popular contra Donald Trump por más de tres millones de votos.

El voto popular cuenta solo para elegir a los delegados electorales en cada estado. Así entonces, los más de 60 millones de estadounidenses que ya han votado de forma anticipada y los cerca de 200 millones que lo podrían hacer el 3 de noviembre, votarán en realidad por delegados electorales que elegirán por ellos el próximo presidente.

270, la cifra mágica para ser presidente de EE. UU.

De un total de 538 votos electorales que están en juego en los 50 estados, la cifra mágica para ganar la presidencia es 270 votos.

El primer candidato que llegue a este número es el que llega a la Casa Blanca, independientemente de lo que pase con el voto popular.

El número de delegados electorales de cada estado es asignado proporcionalmente a su población. Así entonces, los estados de California, Nueva York, Texas y Pensilvania que tienen poblaciones más grandes son los que tienen más número de delegados.

Los delegados electorales son electos cada cuatro años por los partidos políticos en sus estados. Normalmente se hace durante las convenciones de cada partido y los procesos de selección varían en cada estado. Usualmente, estas personas son legisladores estatales, líderes de los partidos y donantes.

El ganador se lleva todo

Lo particular en este sistema electoral es que el candidato presidencial que gane el voto popular en cada estado gana la totalidad de los delegados electorales de ese territorio.

Así entonces, si en California un candidato presidencial gana el voto popular por dos millones de votos, la totalidad los votos electorales/delegados (el caso de California son 55) van para ese candidato. La diferencia en el voto popular puede ser de tan solo un 0,1% o 537 votos como pasó en la Florida en el 2000 y el ganador se lleva todo, el perdedor se queda sin ningún voto electoral, así millones de personas hayan votado por él o ella.

Esta regla se aplica en 48 de los 50 estados, a excepción de Maine y Nebraska donde la repartición de los votos electorales/delegados se hace en proporción al voto popular de cada candidato.

“Es como en el tenis, hay que ganar sets. Se trata de ganar cierto número de sets para ganar el partido, no de la cantidad de games o puntos ganados”, dice Akhil Reed Amar, profesor de derecho y ciencias políticas de la Universidad de Yale.

Al final, muchos votos no terminan contando porque cuando se pierde la mayoría del voto popular en un estado, se pierden todos votos electorales. Por eso, algunos críticos sostienen que la mayoría no está representada y que esto desincentiva el voto en estados donde la inclinación política hacia los demócratas o republicanos está muy definida. Alabama, por ejemplo, vota casi siempre por candidatos republicanos, un voto demócrata ahí es prácticamente un voto perdido. Lo mismo ocurre con el voto republicano en Nueva York o Vermont, estados demócratas.

Otra de las críticas al Colegio Electoral es que lleva a los candidatos a enfocar sus recursos de campaña en estados pendulares que cambian de inclinación política entre demócratas y republicanos, descuidando las necesidades de otros estados. De ahí el gran enfoque que le dan las campañas a estados como Florida, Pensilvania, Wisconsin, Ohio, Carolina del Norte, Arizona y Michigan.

¿Por qué existe este sistema electoral?

El Colegio Electoral existe desde 1787 cuando los padres de la Constitución estadounidense se debatían entre establecer un sistema que definiera al presidente por voto popular o por elección del Congreso. Como resultado se creó el Colegio Electoral, una fusión entre el poder estatal y el poder popular

Voces que defienden este sistema dicen que se creó para darle más representación a los estados pequeños con menos población. “Si las personas eligen directamente al presidente entonces grandes estados como California controlarían básicamente la elección presidencial. Como resultado, otros estados empezarían a sentirse inferiores y esto podría llegar a movimientos separatistas y otras formas de rebelión”, aseguró Akram Elias, presidente del Grupo Capital Comunications, en conferencia virtual con el Departamento de Estado.

Sin embargo, según el profesor Akhil Reed Amar, el Colegio Electoral se creó para proteger a los estados del sur que apoyaban la esclavitud. “En un sistema de elección directa (una persona, un voto), los estados del sur hubieran perdido las elecciones todo el tiempo porque un gran porcentaje de su población eran esclavos y los esclavos no podían votar”, dice Amar.

¿Qué pasa si hay un empate?

Como el total de votos electorales (538) es par, un empate es factible. Si los dos candidatos sacan 269 votos/delegados entonces la decisión de elegir al nuevo presidente va a la Cámara de Representantes donde cada estado cuenta por un voto.

Actualmente, los republicanos tienen mayoría en 26 estados y los demócratas en 22. De mantenerse esta mayoría republicana y en caso de un empate, el próximo presidente sería Donald Trump. Sin embargo, el próximo 3 de noviembre, también habrá elecciones al Congreso y las mayorías en el legislativo podría cambiar.

(*) France 24

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