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Coronavirus en la Argentina I La OMS y Unicef piden la vuelta a clases, pero el Gobierno sigue sin definir un cronograma

Las organizaciones alertaron sobre los efectos “irreversibles” que el cierre prolongado de las escuelas puede tener en los alumnos. Sin embargo, el Ejecutivo duda de que la presencialidad llegue en los próximos meses.

A contramano de lo que sucede en muchos países, la vuelta de las clases presenciales en la Argentina todavía es objeto de debate.
Actualizada: 19/11/2020 17:37
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En medio de la “segunda ola” de coronavirus que golpea a buena parte del mundo, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) defendieron este jueves la necesidad de mantener abiertas las escuelas. Según las entidades, hacer lo contrario podría provocar daños “irreversibles” a la educación y socialización de los alumnos. Sin embargo, para el Gobierno el tema sigue siendo objeto de debate, y la vuelta a la presencialidad, un gran misterio.

En medio de la reapertura de la mayoría de las actividades comerciales, incluso tragamonedas y transporte público de larga distancia, el futuro de la presencialidad en las escuelas del AMBA y otros distritos de la Argentina sigue siendo incierto.

“Me critican unas veces por ir lento y otras por ir rápido”, se quejó Nicolás Trotta a principios de octubre tras la reunión con los ministros de Educación de todo el país.

Un mes más tarde, después de un nuevo encuentro con sus pares provinciales, comunicó que fueron definidas tres modalidades diferentes de escolarización para el ciclo lectivo 2021, pero que aún no se había logrado establecer una fecha común para le comienzo de las clases.

En diálogo con TN, el funcionario informó además que la vuelta de los alumnos a las aulas estará supeditada a la situación sanitaria de cada distrito, y recalcó que la fecha definitiva deberá ser consensuada por el Consejo Federal. “Nosotros estamos planteando que el inicio de las clases sea en el mes de marzo”, manifestó por parte del Gobierno.

De esta forma, se distanció de las declaraciones de su par porteña, Soledad Acuña, que adelantó su intención de que las clases empiecen el 17 de febrero bajo un “modelo 100% presencial”.

“Una maestra que el año que viene recibe a un cuarto grado, en realidad recibe a estudiantes que la última vez que fueron a la escuela fue en segundo grado. Por eso lo mejor es empezar lo antes posible”, explicó la titular de la cartera de Educación de la Ciudad en declaraciones a FM Milenium.

En ese sentido, el Gobierno Nacional fue más cauto. “Imaginamos un año de muchísima presencialidad en las aulas, pero, por supuesto, tenemos que esperar a ver cómo es la realidad epidemiológica”, afirmó Trotta.

Del otro lado de la General Paz, a comienzos de este mes la vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires, Verónica Magario, anticipó: “Dudamos mucho que las clases vuelvan a empezar en marzo en forma presencial”.

En esa misma línea, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, describió el regreso masivo de los alumnos a las escuelas del distrito como “un despelote”, a raíz de los operativos que demandará.

“En ningún lado del mundo es volver a la presencialidad y listo. El regreso es con ventanas abiertas, barbijos, se turnan. Operativamente es un despelote”, expresó el funcionario.

Qué dicen la OMS y Unicef
Mientras el Gobierno Nacional y las distintas administraciones distritales siguen analizando el tema, tanto la OMS como Unicef defendieron este jueves la necesidad de mantener abiertas las escuelas, y alertaron sobre los efectos “irreversibles” que el cierre prolongado de las mismas puede tener en los alumnos.

“Debemos asegurar la enseñanza para nuestros hijos”, apuntó Hans Kluge, director para Europa de la OMS, en una conferencia virtual desde la sede de la oficina regional en Copenhague. También insistió en que los chicos y adolescentes no son los impulsores principales del contagio y que el cierre de las instituciones educativas “no es efectivo”.

De acuerdo con el alto ejecutivo, el optar por un aislamiento social debe ser “una medida de último recurso”, ya que puede provocar daños a la salud mental de los jóvenes y problemas de socialización, entre otros efectos secundarios graves.

En tanto, la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, sostuvo que, producto de la pandemia, “el futuro de toda una generación está en peligro”.

Según la funcionaria, las interrupciones en los servicios básicos y el aumento de las tasas de pobreza representan “la mayor amenaza para los niños” y, cuanto más tiempo persista la crisis, “más profundas serán sus consecuencias sobre la educación, la salud, la nutrición y el bienestar de los niños”.

Con respecto a la problemática de las escuelas, señaló que “estos establecimientos no son el principal factor de transmisión en la comunidad, y los niños tienen más probabilidades de contraer el virus fuera del entorno escolar”, por lo que “los beneficios netos de mantener las escuelas abiertas superan los costos de cerrarlas”.

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