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La odisea de un puntano que murió fuera de su tierra y el dolor de los hijos, entre San Luis y Córdoba

Una enfermedad y la pandemia lo terminaron alejado para siempre de su casa de Villa Larca. Le tocó transitar 8 meses con un cáncer y el deseo de poder volver que se vio truncado por los protocolos.

NIcanor Nievas junto a sus hijos.

por Catalina Ysaguirre

elchorrillero.com

Actualizada: 22/11/2020 11:28

Nicanor Nievas era un hombre de campo. Falleció el 30 de octubre porque él quiso ponerle fin a su vida. Una de sus hijas contó la historia en las redes sociales, cuestionó la burocracia de San Luis en los puestos limítrofes y la “falta de humanidad”. No pudo acompañarlo hasta el cementerio.

Él se enfermó en marzo. Una fuerte convulsión lo puso en terapia intensiva, en la Villa de Merlo. Después de eso dos de sus hijas decidieron trasladarlo a Río IV, donde vive una de ellas. Allí le hicieron todos los estudios de manera particular y le detectaron un tumor en la cabeza. La pandemia lo encontró en una tierra ajena.

“Lo que nos dijo el médico es que cuando mi papá comenzara a sentirse peor, nos daba un certificado para que empezara las quiomoterapias en San Luis. Buscamos las mil formas de que pudiera entrar, porque era una persona de campo, siempre vivió ahí. No quería estar en Río IV, necesitaba su lugar”, contó Olga Nievas, la hija de Nicanor, que está radicada en Buenos Aires y que le escribió al gobernador Alberto Rodríguez Saá.

En diálogo con El Chorrillero, la mujer contó que solicitaron 5 veces “los permisos al Comité de Crisis”, y que solo una vez tuvieron una respuesta: “Nos dijeron que la única posibilidad que tenía era que lo esperaran en el cruce y que la Policía lo acompañaba hasta La Punta, para hacer la cuarentena. Pero tenía que pagar $3 mil por día, y me parecía injusto, porque era un jubilado”.

“Esto de no poder irse lo ponía mal, y como que se le juntó todo. Pasaron los incendios, y el fuego quemó unos campos cercanos de donde vivía y eso lo bajoneó más. Vivía con mi hermana en un departamento, pero él no se encontraba, y todos los días esperaba que se habilitaran los micros para volver. Escuchaba la radio, veía las noticias”, destacó.

El 30 de octubre tomó la decisión de quitarse la vida. Y desde allí empezó a transcurrir la otra parte del dolor para sus cuatro hijos, divididos entre San Luis y Córdoba: “Iniciamos los trámites para que lo dejaran pasar, porque la cochería nos decía que no los dejaban, que solamente se podría si lo cremaban. Pero mi papá no había muerto de Covid, y eso me daba bronca. Hasta que la Justicia lo liberó, para que para que pudiéramos pasarlo. Pedimos ayuda al municipio de Villa Larca y estaban aislados, el intendente estaba con un problema de salud en Buenos Aires. No podíamos pedirle colaboración a nadie”.

Nicanor había dejado una nota y dinero: por escrito les pedía que lo "pasaran" a Villa Larca, el pueblo donde nació y donde vivió toda su vida. Donde estaban sus otros dos hijos.

Olga viajó el 18 de noviembre cuando los permisos ya se habían concedido: “Crucé tres provincias, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y en ninguna hubo inconvenientes. El problema fue en San Luis, en el límite”.

Desde Río IV partió la ambulancia con el cuerpo. Pero la angustia se quedó en La Punilla. Las dos hijas que estaban del lado de Córdoba no pudieron acompañar a su padre hasta el cementerio, no las dejaron. “Ver que mi papá pasaba y que a nosotros nos volvían, que a mis hermanos y mi mamá los tuvimos que saludar desde lejos, me pareció lo más terrible”, describió Olga.

“Me parece inhumano de parte del gobernador, que manejen estos casos de este modo. Me cuesta entender lo inhumanos que fueron”, agregó.

Ella se fue a Buenos Aires con las certezas que vivó en primera persona: “Cuando me di cuenta, nosotros no éramos los únicos. Había un montón de gente esperando que la autoricen a pasar, personas que necesitaban transitar por cuestiones laborales, o para llevar animales. Es algo muy feo lo que se está viviendo, y a mi papá ya no lo vamos a tener con nosotros, pero solo queremos que esto no le pase a nadie más”.

A Rodríguez Saá le escribió un descargo por facebook: “Fue muy triste y frustrante para nosotros no poder ingresar a San Luis  y acompañar a nuestro papá hasta el cementerio siendo que teníamos los permisos que sacamos en Buenos Aires, donde vivimos. Siento que la burocracia de la provincia de San Luis se burló del dolor tan trágico que estamos pasando con sus reglamentaciones. Carentes de sentimientos, lo que hicieron es de lo más inhumano”.

A 23 días de su muerte, Nicanor Nievas ya descansa en paz, en su tierra de Villa Larca.

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