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Historias de San Luis: el padre Stagnitta

Por Nino Romero.

padre José Stagnitta.
Actualizada: 29/11/2020 01:03
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Muchos colegios de San Luis se han formado alrededor de comunidades religiosas.

Uno de esos ejemplos es el prestigioso Instituto “Santo Tomás de Aquino”.

Y nombrar a este colegio es asociarlo en forma inmediata al padre José Stagnitta de la orden de los dominicos, mentor y alma mater de esta institución, por supuesto acompañado por un grupo de amigos y familias.

Tengo mis recuerdos muy claros del I.S.T.A (Instituto Santo Tomás de Aquino), ya que cursé tres grados de la primaria, hasta que en cuarto grado mi padre cumplió su ilusión que fuera inscripto y aceptado en la Escuela Normal Mixta “Juan Pascual Pringles”.

Mi viejo quería que fuera Maestro Normal, Superior y Bachiller y pude cumplirle su deseo, que se transformó también en el mío. Y estoy orgulloso de ello.

El hecho de asistir al ISTA obedecía a que el padre Stagnitta era un laburador incansable y trataba de gastar lo menos posible en las obras que estaba haciendo, para construir cada día más y más.

Entonces mi padre, que era gasista, plomero y hojalatero, pagaba con su trabajo mi educación en el Instituto, además de cumplir con su palabra de ayudar todo lo que pudiera a su amigo, el Padre Stagnitta.

Lo veía todos los días en la escuela con su sotana blanca, cinturón negro, zapatos negros. También los sábados, domingos y fiestas religiosas porque era monaguillo en las misas.

Y allí aprendí a leer las lecturas frente al público, o sea los fieles.

Tuve oportunidad de compartir misiones con él, ya adolescente, y haciendo de chofer en su Renault 6 blanco viajando por caminos de tierra bastante complicados a Varela y a Cerro Varela, entre otros lugares.

También se preocupaba por llevarles alimentos, calzado, ropa, o tomaba nota de las necesidades materiales, conseguía las cosas, y después había que llevarlas al lugar que fuere.

También en el nacimiento del colegio, los amigos y las familias de la comunidad realizaban ventas de empanadas o de comidas, o de postres o multitudinarios almuerzos para ir recaudando fondos y seguir construyendo.

Tenía un hermoso patio embaldosado que era el lugar para la actividad física.

Y en el primer piso, frente a la sacristía del convento, cruzando ese patio, funcionaba un club de radioaficionados. Todo un mundo de aparatos y de voces.

Reitero. Estoy refiriéndome a los comienzos. Ahora hace mucho tiempo que no visito el establecimiento.

El padre José Stagnitta estaba en todos los detalles del colegio, pero nunca descuidó su actividad como sacerdote.

Ambas cosas iban de la mano.

Siempre habló esa mezcla de español e italiano. Nunca perdió su acento del lugar donde había nacido un 17 de agosto de 1922 en una provincia de Catania, Italia.

Tiene una biografía extensa y muy destacada en su formación como sacerdote y como educador.

En 1952 llega a la Argentina y es enviado por sus superiores al Convento de Santo Domingo, que en ese entonces estaba a cargo de los padres dominicos españoles de la orden de Aragón, quienes custodiaban al Santuario Mariano Diocesano Nuestra Señora del Rosario del Trono.

También en el ISTA funcionó la Universidad Popular “Fray Justo Fernández Álvarez”, donde tuve oportunidad de estudiar y culminar la carrera de “Perito en Inglés”.

El nacimiento del Santo Tomás data de 1960. Y el inquieto padre Stagnitta logra que el gobierno le done a la orden unos terrenos en Cruz de Piedra para prácticas deportivas y retiros espirituales.

También a su iniciativa se debe la creación del “Centro Artesanal San Martín de Porres”, conocido popularmente como “la fábrica de alfombras”.

Sus telares estaban instalados en calle 25 de Mayo frente a la plaza Independencia.

Fue una fábrica de alfombras de trascendencia mundial.

Ya no existe más. Hay mucha historia para escribir sobre el Padre Stagnitta. Su aporte a ordenar los colegios católicos de San Luis, su tarea como Vicario, cuando viajó al exterior, pero se volvió, su regreso, y obras más obras más obras. Innumerables trabajos en lo espiritual y en lo material.

Un sacerdote que, estando gravemente enfermo, seguía celebrando misa, atendiendo confesiones y velando por la gran cantidad de gente que lo siguió en su último destino que fue la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en la calle Balcarce en la ciudad de San Luis.

Allí está su tumba.

Y esta es una nota desordenada, a la que se pueden sumar innumerables capítulos, pero sería extensa. Por eso hay cosas que no cuento. Está escrita rápidamente. Como un torbellino. Tal vez porque así era el Padre José Stagnitta. Pero él fue un torbellino de sueños, de ideas, de trabajo y de paz. Está en el mejor de los recuerdos. Hizo mucho por San Luis. Dejó una huella imborrable.

Contactos: ninoromero@gmail.com – info@elchorrillero.com

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