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Mones Ruiz: “El peor de los males que nos aqueja es el que se encuentran atravesando los niños y los jóvenes”

El ex intendente de Villa Mercedes reflexionó sobre la pobreza que vive el país, y en particular San Luis. Centró la preocupación en los niños y jóvenes que no pueden acceder a los alimentos básicos para su desarrollo. “Permanecen impertérritos, insensibles, no haciendo nada para modificarla en forma positiva”, sostuvo dirigiéndose a los funcionarios.

Eduardo Monez Ruiz.
Actualizada: 10/12/2020 23:18
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A través de un documento que tituló “Antes de que sea demasiado tarde”, Eduardo Mones Ruiz volvió a poner sobre la mesa un análisis sobre la actualidad del país y, particularmente de San Luis.

A lo largo del texto, analiza los datos de la pobreza que afecta a los más pequeños y jóvenes, y hace un llamado a los funcionarios gubernamentales para que tomen medidas al respecto.

“Todos sabemos que muchas cosas andan mal en Argentina. Lo mismo ocurre en nuestra querida provincia (y no es otro país!). Y con el correr del tiempo, se profundizan y agravan. Pero, sin duda, el peor de los males que nos aqueja es el que se encuentran atravesando los niños y, también, los jóvenes: el porvenir de la Nación”, comenzó diciendo Mones Ruiz en el texto que dio a conocer esta semana.

En este sentido dijo que “ante esta triste realidad, los funcionarios de todos los sectores (salvando honrosas excepciones que, gracias a Dios, siempre existen) permanecen impertérritos, insensibles, no haciendo nada para modificarla en forma positiva”.

Por ello llamó a la reflexión y les hizo tres peticiones: “1) Depongan, con convicción, las ambiciones personales, que limitan. 2) Superen la mediocridad decadente, que confunde. 3) Abandonen, definitivamente, la obsecuencia y la tolerancia culposa, que degradan.

“Para, de este modo, poder trabajar incansablemente en la prioridad uno del pueblo: ¡Cuidar a los niños! en todas sus cualidades y aspectos”, completó.

Entre los indicadores en los que se sostiene figuran los vinculados a la situación socio-económica de las familias y trajo a colación un apotegma peronista: “Los únicos privilegiados son los niños".

“No había -ni hay-una misión más importante que cuidarlos y protegerlos, favoreciendo el más completo desarrollo integral. Son quienes constituyen y hacen posible el futuro de la Patria, los que nos reemplazarán en las diversas actividades (viejas y nuevas) imprescindibles para el crecimiento de nuestro amado país”, agregó.

A continuación el texto completo:

-Antes que sea demasiado tarde-

Todos sabemos que muchas cosas andan mal en Argentina. Lo mismo ocurre en nuestra querida provincia (no es otro país!). Y, con el correr del tiempo, se profundizan y agravan. Pero, sin duda, el peor de los males que nos aqueja es el que se encuentran atravesando los niños y, también, los jóvenes: el porvenir de Nación.

El apotegma peronista, enraizado en su doctrina humanista y cristiana fue -y debería seguir siendo-: "Los únicos privilegiados son los niños". No había -ni hay-una misión más importante que cuidarlos y protegerlos, favoreciendo el más completo desarrollo integral. Estos pequeños seres humanos (hijos, nietos, bisnietos, sobrinos, amiguitos y compañeritos) requieren de una atención adecuada, que les permita gozar de salud física y mental para alcanzar una plena realización personal, familiar y comunitaria. Son quienes constituyen y hacen posible el futuro de la Patria, los que nos reemplazarán en las diversas actividades (viejas y nuevas) imprescindibles para el crecimiento de nuestro amado país.

"Los Pueblos que olvidan a su niñez, renuncian al porvenir". Si no se cuida y protege a los niños, Argentina renuncia a su futuro. La fría información, nos dice que 6 de cada 10 niños están bajo la línea de la pobreza. Esto determina que el 60% de nuestros niños está o puede estar desnutrido por no ingerir los alimentos básicos necesarios para su desarrollo; que carecen o pueden carecer de la atención médica, odontológica y psicológica imprescindible; que se les niega la asistencia a la escuela; que les impide la socialización, el juego entre ellos, la visita a sus mayores, arrebatándoles el cariño y la experiencia. Causando o pudiendo causarles así, perjuicios irrecuperables.

Ante esta triste realidad, los funcionarios de todos los sectores -salvando honrosas excepciones que, gracias a Dios, siempre existen- permanecen impertérritos, insensibles, no haciendo nada para modificarla en forma positiva. A ellos, a nuestros representantes, respetuosamente, les digo: 1) Depongan, con convicción, las ambiciones personales, que limitan; 2) Superen la mediocridad decadente, que confunde; y 3) Abandonen, definitivamente, la obsecuencia y la tolerancia culposa, que degradan. Para, de este modo, poder trabajar incansablemente en la prioridad uno del Pueblo: ¡Cuidar a los niños! en todas sus cualidades y aspectos.

La comunidad en su conjunto necesita, con urgencia, gestos y actitudes de sus dirigentes que le devuelvan -aunque más no sea- un poco de esperanza en el futuro- antes que sea demasiado tarde.-

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