Las calles de El Lince y el Maximiliano Toro se acostumbraron a vivir sin luz
Los vecinos de los dos barrios del sur de la ciudad aseguran que hacen los reclamos pero que las soluciones no llegan. O que “arreglan los focos y a las dos semanas ya no andan más”.
Las zonas que por estas horas están sin luz son muy transitadas, y todas asfaltadas. Son las que conectan los varios barrios entre sí y que siempre sufren el mismo problema.
Este Año Nuevo los barrios El Lince y Maximiliano Toro sufrieron la deficiencia del alumbrado público. Y el problema alcanzó una mayor importancia porque el clima permitió que las familias armaran las mesas en el patio, y brindaran en los jardines. Pero esta vez fue medio a oscuras.
“Es una vergüenza, nunca el barrio estuvo como ahora, casi todas las calles están sin luz”, se quejó Estela, una de las vecinas de la manzana 17 de El Lince.
Como el desperfecto de las luminarias es constante, muchas de las viviendas se salvan por el foco que la vivienda tiene afuera de la casa, en uno de los costados de la puerta principal: “Si no fuera por eso, no se ve nada, uno se siente insegura. Y es peligroso caminar por las calles, con el riesgo de sufrir alguna caída”.
De las consultas que realizó El Chorrillero, se supo que todas las calles que rodean la Escuela Industrial (ubicada en el corazón del barrio) están en la misma situación. La única iluminación que se observa es en la plaza, situada al frente.
Desde ese punto, como referencia, la oscuridad sube (hacia el bulevar que conduce, entre otros, al barrio 544 Viviendas) y baja hacia el Maximiliano Toro, Juan de Dios Garro y Fresnos Americanos.
Lo mismo sucede por Granadero F. Navarro (que corre por uno de los costados del supermercado más grande de la zona) hasta llegar al Maximiliano Toro (en dirección oeste). La luz falta también a lo largo de la calle Granadero Rosales y Pasaje J. Parda, y alrededor del espacio verde que colinda con la Escuela “Puertas de Cuyo”.
“Antes de Navidad vinieron y arreglaron uno de los focos, pero a las dos semanas ya no anduvo más. Siempre pasa, en uno de los reclamos nos dijeron que no podían cambiarlas porque no tenían. Los arreglan pero se vuelven a romper”, dijo Carlos, otro de los vecinos de El Lince.
Muchos coincidieron que “la oscuridad” ya es hábito y lamentaron que tengan que acostumbrarse a eso. Apuntaron que hay luces que pasaron todo el 2020 apagadas.