El gobernador de "Saán" Luis carece de ética pública
Opinión. Por Ricardo Bazla
El millonario presupuesto, que se apresta a ejecutar el gobernador Rodríguez Saá, con la complicidad de sus legisladores, intendentes y supuestos controladores del Tribunal de Cuentas provincial, además de algunos sectores privados, revela su concreta voluntad de no ser empático con las necesidades reales de la mayoría del pueblo de San Luis.
No hay política sanitaria
Carencia de políticas certeras en materia de salud, que protejan al personal sanitario brindándole garantía de estabilidad, de descanso y de rotación en sus esenciales funciones. Menos aún, de nuevos nombramientos estables.
No hay política de seguridad
Carencia de previsiones en materia de seguridad pública, con policías tan agotados como los médicos o los enfermeros. Negación a la incorporación de nuevos uniformados, realmente instruidos.
No hay política educativa
No hay previsibilidad en materia educativa. Docentes abandonados a su suerte y desprotegidos por una provincia que ha dejado de lado la formación de niños y adolescentes, abandonando a sus formadores.
Hay una Justicia dependiente y parcial
Un Poder Judicial, cuya cúpula es más el reflejo del Consejo Provincial del Partido Justicialista, que la cumbre del poder que debe poner límites a los otros departamentos del Estado.
No hay políticas productivas
Carencia de políticas de promoción de la producción, el comercio y el emprendedurismo, en cualquiera de sus expresiones, pero a la vez, notables incrementos en sus gastos millonarios reservados y en las previsiones para el otorgamiento de planes sociales de neto corte electoral.
No hay autonomía municipal
La mayoría de los intendentes son meros delegados del gobernador. No hay planificación de desarrollo de los municipios, porque el poder central lo impide y los intendentes no defienden a sus pueblos, sino a sus cargos.
Ética pública ausente
La ética pública de Alberto Rodríguez Saá siempre estuvo ausente y probablemente en 2021 se esté poniendo cada vez más en evidencia porque, en definitiva, está alejado del cumplimiento de sus deberes y solo concentrado en las formas de sostenerse en el poder, por el poder en sí mismo. Sostenimiento que pretende hacerlo otra vez mediante la dádiva y el pago fácil del voto, sin que se le ocurra el rescate de las alicaídas fuentes laborales del sector privado y menos aún, la promoción del empleo real.
Alberto Rodríguez Saá no está solo en el desmadre que está haciendo de San Luis. Con el silencio, lo acompaña su supuesto alejado hermano. También, todos los que no hablan ni actúan y solo proceden de acuerdo a sus órdenes. Nunca la provincia estuvo tan marcada por la obsecuencia oficial y también de algunos sectores privados, que priorizan el silencio para no perder los privilegios que les brinda la complicidad.
2021 será el año bisagra para la vida institucional de San Luis. Será el año en el que la ética deberá reemplazar a la falta de vergüenza y que la provincia vuelva a ser gobernada y deje de estar dominada.