La presencialidad es un logro de quienes perseveraron para que se abran las escuelas
Por Daniel Miranda
El día “D” es hoy. Lleno de incógnitas, el retorno a clase está marcado por preguntas, inquietudes y miedos de padres, docentes y chicos.
Miles de estudiantes vuelven hoy a las aulas en la Argentina tras atravesar, igual que el resto del mundo, una experiencia inédita provocada por la pandemia del Covid-19 que desencadenó, entre otras cosas, la mayor interrupción simultánea de servicios educativos presenciales de la historia y esta afectó a más de 90% de la población mundial de alumnos, según la Unesco.
Un acontecimiento desconocido modificó la escolaridad y hoy se producirá un reencuentro, seguramente, con múltiples interrogantes.
La pandemia dejó en evidencia la importancia de la educación.
San Luis inicia las clases con los problemas de siempre.
El sistema acumula cientos y cientos de horas cátedra y cargos docentes sin cubrir, arrastra serios problemas de infraestructura y presenta un importante porcentaje de escuelas sin conectividad. El Gobierno sigue sin pagar el doble cargo.
Pasan los años y siguen los problemas.
Arranca un nuevo ciclo lectivo.
Los gremios privilegiaron el inicio de clases por encima de las cuentas pendientes del Gobierno de Rodríguez Saá.
Cabe una pregunta: ¿Cuál fue el análisis de los sindicatos para no exigir respuestas a los problemas de fondo?
En San Luis no hubo paritarias.
El inicio de las clases presenciales es la consecuencia del empeño de la sociedad civil que empujó a los gobiernos a generar las condiciones esenciales para una nueva normalidad que permita cumplir el derecho a la educación, un derecho humano fundamental, consagrado en la Declaración de los Derechos del Hombre de 1948.
La presencialidad es un logro de quienes perseveraron para que se abran las escuelas.