Historias de San Luis: boliches en la memoria
Por Nino Romero.
He recibido numerosos correos electrónicos, mensajes de WhatsApp y llamados telefónicos haciendo referencia a los queridos boliches de San Luis. No a los bailables. Se trata de aquellos boliches dónde se juntaban generalmente los trabajadores y los amigos a tomar algo, a comer un sándwich (sánguche), y principalmente a conversar. Lugares de encuentro. Sitios en donde era un ritual ir. Y sin que mediara ninguna cita previa, sabías que los amigos estaban allí a tal hora y en esa mesa. Así textual lo escribí en la primera columna sobre este tema aparecida el 15 de marzo del 2020.
Intentaré citar a los nombrados hasta ahora con una breve referencia de los mismos, para aquellos que se perdieron alguna lectura del año pasado. Pero siempre está la recomendación de ir al buscador de El Chorrillero y allí encontrarán todo con detalles y anécdotas que no figuran en esta enumeración, que sirve por supuesto para el buen recuerdo.
Juanón Lucero citaba cantando su tema “Recordando Boliches” a Mario Serante, Kecho Flores, Doña Hortensia, Las Tres Perdices, Pedro Apes, El Tropezón, La Niña Molina, Rusito Gómez, Doña Felipa, Ricardo Ortiz, Don Buci y Cacho Quiroga.
Añadimos: La Cueva del Chancho en Avenida España y Maipú; Don Asensio al frente de La Cueva; Lo de Viglianco, que era comedor y pensión en la Colón pasando Pringles; Don Enrique en España y Chile por España; Cafelandia en Pedernera y Colón y otras mudanzas; El Rincón de la Boca en la ex Terminal ahora Centro de Gestión Municipal; los Amigos en Pringles y Lafinur; Mi Rancho de Eduardo Morcón por Falucho y La Gaviota de don Alfio Batti por Constitución antes de llegar a la ex ruta nacional 7. Cada uno de estos negocios en las calles que rodeaban la estación de servicio que llamábamos La Estrella.
Restaurante y Bar El Buen Amigo, que luego sería el Bar Irusta en Justo Daract y Ejército de los Andes; El Tropezón de Ayacucho y Constitución; Tango Bar en Belgrano y Sucre; Doña Blanca en Mitre y Julio A. Roca; El Juancito en el pasaje Blas Parera; El Rancho de la Cambicha en Belgrano casi Sarmiento; el bar El Matuasto y el restaurante Jerez, además del bar que estaba en la esquina de Balcarce y Falucho.
Lo de Rosso por Colón entre Lavalle y Bolívar; el bar de Pedro Fernández en calle Colón entre Las Heras y Tomás Jofré; el bar Chile, por calle Chile entre Ejército de los Andes y España; Doña Aurora en la esquina de Buenos Aires y Rivadavia; bar El Globo por Justo Daract pasando Almirante Brown; Doña Blanca en España y Daract y por la misma zona el bar de Don Casari que se transformó en el local bailable Delicias Cuyanas.
También hemos escrito sobre la confitería Moramay; el restaurante Sans Souci en cercanías de Pringles casi Colón; la confitería Mayo, La Porteña.
A esta enumeración hay que agregar que hemos abordado las confiterías bailables, las orquestas características de cada uno de esos lugares y mucho más.
Lo de hoy ha sido un recordatorio, una enumeración, porque estas historias las hemos desarrollado en varios capítulos y forman parte de nuestra idiosincrasia.
Y una vez más el pedido: continúen ayudándonos a escribir y rescatar la memoria colectiva porque es de todos, no de unos pocos o de uno.