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Mario Riorda: “Cuando la política decide en base a presunción, caprichos o ceguera, se da el problema”

El docente y reconocido politólogo que mañana presentará un libro en San Luis, se refirió a cómo influye el estrés en la toma de decisiones, en un escenario de crisis y de pandemia, y también las miradas de la sociedad hacia las instituciones. “Cuando arrancó la pandemia las apariciones de líderes eran hiperoptimistas, hoy no sucede los mismo”, reflexionó.

Mario Riorda.
Actualizada: 18/03/2021 00:10
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Este jueves, Mario Riorda estará en la Universidad Nacional de San Luis, y en el contexto de “Las comunicaciones públicas en tiempos de pandemia”, presentará su libro “Cualquiera tiene un plan hasta que te pega en la cara”, con Silvia Bentolila. En la previa fue entrevistado en el programa la Mañana de Dimensión, que conduce Nino Romero.

“La expresión de gurú, a pesar que hay muchos colegas pagarían para ser adjetivados así, me parece no solo una ofensa, no solo algo irresponsable sino preocupante en término de la profesionalización”, dijo en primer lugar, cuando le preguntaron cuál es su mirada sobre la tendencia, que se repite, de llamar a los consultores políticos como gurúes. Y al mismo tiempo lo que hace la clase política: lejos de la academia, la toma de decisiones siguiendo su instinto.

“Un gurú ve algo que otros no, tiene que ver con capacidades no científicas. Puede ser un vidente, pero no alguien que se haya formado para trabajar en la política”, consideró.

“Siempre hay que ponerse en el cuero de quienes toman decisiones, y más allá de nuestra pretensión racional hay aspectos emocionales que son naturales y condescendientes con la propia realidad humana. Esto no es bueno ni malo”, tuvo en cuenta el especialista.

“El problema se da cuando la política empieza a desconocer esto y toma decisiones en base a la pura y constante presunción, a caprichos o en base a ceguera que tengan que ver con desconocer la realidad”, dijo para completar el concepto; y a la vez resaltó que los capítulos sobre “la toma de decisiones en situación de estrés”, son de los aportes más interesantes de su nuevo texto.

“El estrés explica muchísimo de la toma decisiones equivocadas, o erróneas en crisis que suelen producir mala praxis. Esto significa, cuando a un hecho que requiere actos políticos y comunicativos para ser aplacados, menguados o mitigados, la propia política, la propia comunicación no solamente los aplaca y los mitiga, sino que los exaspera, los expande”, explicó.

Y en este sentido indicó que “muchas veces esa respuesta intuitiva, puramente emotiva, nublada de raciocinio” es la que produce mala praxis.

Riorda, por otra parte puntualizó en qué hacen foco las autoridades políticas y utilizó una frase popular para encuadrar la situación social: “El horno no está para bollos, no hay necesidad de tirar la cuerda en nada”.

“Me refiero de los sectores políticos, de los liderazgos sociales. La verdad estamos al frente de una olla a presión que merece un mayor nivel de responsabilidad por parte de las dirigencias”, tuvo en cuenta.

A esta conclusión llegó luego de estudiar detenidamente la realidad económica, social y de esbozar su nuevo libro.

Así, mencionó que las palabras más comunes utilizadas en estudios a diferentes estratos sociales son “frustración, desesperación, incertidumbre, impotencia y agobio”. Realidad que se repite a lo largo de la región.

“Cuando se le pregunta a la gente, sea cual sea su clase social, edad o sexo, aparecen estas definiciones de cómo se encuentra hoy”, sostuvo, y mencionó que informes como de la Universidad de Buenos Aires (UBA) hacen hincapié en el desmejoramiento de la salud mental.

“A todo esto si le sumamos la afectación material que tiene que ver con que la mayoría de la población se encuentra endeudada o que ha mermado su capacidad de compra. Presenciamos un delicado contexto”, indicó.

A la hora de evaluar el desempeño del Gobierno nacional en el marco comunicacional, sostuvo que, después de las decisiones tempraneras, “empezaron los ruidos y una puja politizada”.

Por otra parte, se refirió a dos conclusiones que surgen cuando a la gente le consultan por el desempeño de la Justicia: “Cuando uno pregunta qué tan bien funciona en Argentina dice que es mala o muy mala; sin embargo, ésta se rompe cuando se pregunta si confía en el proyecto oficialista para modificarla. Allí responden que están en contra ¿La Justicia es mala? sí ¿El proyecto de remodelarla le gusta? Dicen que no”.

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