Historias de San Luis: el boulevard de los jacarandaes
Por: Nino Romero.
No se trata de averiguar dónde está ubicado porque muchos lo saben.
Aunque la mayoría seguramente no lo conoce por el nombre, sino por la obra que divide las dos manos de la Avenida Illia desde San Martín hasta calle Caseros en la capital puntana.
Este Paseo, que podría mostrar una mejor imagen, como tantos lugares de la ciudad, fue inaugurado el 9 de Julio del 2015 con una importante inversión, que nunca fue transparentada pese a las solicitudes de los concejales, y quedó la imagen de numerosos negociados.
Sí, ya sé que, al histórico reloj instalado en la esquina con San Martín, frente al Correo Central, se le falta el respeto no manteniéndolo correctamente.
La ciclovía del boulevard debería ser mejorada para la seguridad de todos, no hay cartelería adecuada y tantas cosas más, pero esta no es una nota de la indolencia municipal que sufrimos.
La idea es otra.
Hay un tramo del Boulevard de los Jacarandaes que conmociona, que mueve al llanto, a la angustia y también a la esperanza.
Llegando a calle Caseros, hay unos bancos de cemento que contienen a los familiares de los enfermos que llegan al Sanatorio ubicado en la zona.
Todos, pero todos los días, hay personas mirando al centro de salud esperando que salga un familiar o un médico para saber algo más de quien está internado.
Algunos de los que aguardan están desde la madrugada hasta la noche.
Se ha convertido ese lugar en una sala de esperanza al aire libre.
Hay gente que va rotando, porque seguramente viven en San Luis, o tienen la casa de algún familiar para ir a descansar o a comer.
Pero hay muchos que se los ve con un bolso, el termo, tazas, mates y compran algo de comida en algún lugar cercano, porque no tienen dónde ir.
Puedo verlos todos los días durante la mañana, ya que el estudio de Radio Dimensión es vidriado y permite observar claramente lo que pasa.
Y reconozco que muchas veces lo que veo, me distrae de la concentración que debo tener para el trabajo, y es lógico que así suceda. No soy indolente.
Cuando los que están sentados se levantan porque se acerca el familiar que acompañaba al enfermo, muchas veces el encuentro termina en un abrazo y en un llanto incontenible, que da cuenta que la peor noticia ha llegado.
Algunos caen al piso, otros miran al cielo buscando una explicación y comienzan a usar los teléfonos celulares para avisar a familiares y amigos.
Y se inicia el tránsito por ese difícil camino del dolor.
En algunas situaciones, los que aguardan escuchan las explicaciones y vuelven a sentarse, lo que significa que hay esperanza. Hay que seguir esperando.
Por el boulevard de los sueños rotos escribió Joaquín Sabina. Y una frase dice:
“Por el boulevard de los sueños rotos, Moja una lágrima antiguas fotos, Y una canción se burla del miedo”.